PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
Para remitir sus comentarios, clique AQUÍ

RECUERDOS DE LA FERIA

         Pues aquí estamos de nuevo, después de este descanso veraniego, muy largo o muy corto, según las vivencias y las circunstancias de cada uno. Por mi parte, mi más afectuoso saludo; espero que todos ustedes lo hayan pasado muy bien y hago patentes mis mejores deseos para todos los seguidores (“placeros”, según se les llama por ahí) de esta Plaza Mayor, que inicia hoy una nueva etapa con fuerzas e ilusiones renovadas, en parte gracias al descanso del verano, pero, sobre todo, por la satisfacción que ha supuesto para mí la publicación del primer volumen de Plaza Mayor, que recoge los primeros 57 artículos de este espacio. El libro ha tenido una gran acogida, a pesar de que, excepto la SER, absolutamente ningún medio de comunicación local se haya hecho eco de la noticia. Ellos sabrán por qué. Uno está más que satisfecho con las numerosas, queridas e importantes personas que nos acompañaron en el acto de presentación, el pasado día tres, y con las amplias muestras de atención y cariño recibidas posteriormente. Mi más profundo agradecimiento a todos, y, por supuesto a la Cadena SER, por haber hecho posible este espacio de Plaza Mayor y por haber preparado y patrocinado la publicación de este libro que para mí, como es lógico, es motivo de alegría y de estímulo. Y allá cada cual con sus cosas y sus actitudes, y con lo que cada uno entienda por información.

         Pero bueno, estando tan cerca nuestra última feria, parece inevitable  el hacer algunas referencias a ella. Así que hablaremos al menos de algunos de los acontecimientos más destacados, a nuestro entender, de estos intensos días festivos. Como es natural, nuestra primera reflexión se centra en el Cascamorras. Es impresionante la gran participación que ha tenido esta fiesta de interés turístico nacional, que este año ha despedido a su Cascamorras más querido y carismático: Jesús Samaniego. Dicen que hubo unas siete mil personas; yo no sé si tantas, pero por ahí andaría la cosa. Y lo cierto es que tan tremenda masificación podría afectar negativamente a la celebración. Ya hemos constatado este año que se ha perdido ese carácter de carrera que siempre ha tenido, y el acto se ha convertido en un paseo, posiblemente por la dificultad que supone el que varios miles de personas corran en grupo. Veremos qué giro toma en años venideros, pero, según mi parecer, la lentitud desvirtúa bastante la esencia de la tradición. Por otra parte, esa enorme aglomeración podría dar lugar a situaciones incontrolables; ya sabemos que la Virgen de la Piedad cuida del Cascamorras y de sus acompañantes, pero, de todos modos, no estaría mal que fuésemos muy prudentes y previsores, especialmente el próximo año, en el que el día seis caerá en sábado y, seguramente, se batirán todos los records de participación.

         Sea como sea, lo que considero más detestable de nuestra tradición son los “traperos”, esos grupos de niños que van por delante, trapo en mano, manchando y molestando a diestro y siniestro. ¿No habría alguna forma de impedir esta situación? No sé si me equivoco, pero a mí me parece que, tanto en éste, como en otros temas, mucho tendrá que decir la asociación “Cascamorras”, nacida este año, supongo yo que con el objetivo de promocionar y mejorar la fiesta.

Algo que tenemos que destacar muy especialmente es el magnífico servicio de limpieza montado por el Ayuntamiento, que nada más pasar la muchedumbre fue limpiando las calles con intensidad y eficacia (una limpieza así se necesita en toda Baza, pero no una vez al año, sino, al menos, una vez al mes). Pues nada, ánimo y a colaborar todos para que cada año las cosas vayan a más y a mejor.

         Al día siguiente asistimos al pregón, en esta ocasión a cargo de nuestro apreciado Ricardo Cañabate. El pregón nos pareció excelente, sincero y emotivo, y muy bien leído. Lástima que el ambiente fuese tan inapropiado. La mayoría de las personas que fuimos dispuestas a escuchar a Ricardo tuvimos que estar de pie, soportando alboroto y empujones; además de algunos pisotones, por mi parte sufrí el atropello de dos o tres coches (cochecitos de bebé, ¡menos mal!); y así, perdidos en el bullicio, a duras penas pudimos seguir las palabras del pregonero, entre numerosas personas a las que nada importaba el pregón y que se esforzaban en conseguir puestos de privilegio para presenciar la elección de la reina de las fiestas, que se celebró a continuación. Ni que decir tiene que nos parece un gran error el unir estos dos actos tan diferentes y con un  público tan dispar. Entendemos que se intente llevar gente al pregón, pero habrá que inventar otros esquemas más adecuados, pues de esta manera lo único que se consigue es reunir a numerosas personas a las que nada les importa el asunto y crear un ambiente tan ajeno que, a mi parecer, se convierte por momentos en una falta de respeto para el pregonero.

         Otras muchas cosas podemos destacar de esta feria, como las carrozas del día 8, numerosas, vistosas, y muy concurridas; las excelentes actuaciones musicales y teatrales, de las que queremos valorar muy especialmente, por lo que a nosotros nos afecta, las que han corrido a cargo de grupos bastetanos, que, como siempre han rayado a gran altura. Y por sus especiales características, es justo que tengamos una mención muy especial para el musical “Los miserables”, una obra grandiosa y difícil, sabiamente montada e interpretada, que pudimos disfrutar el día 8, aunque no del todo, debido a defectos no achacables a la compañía, sino a las pésimas condiciones acústicas y de climatización del Ideal. El sonido, regular nada más; y con el sistema de aire acondicionado de la sala, o te hielas o te asas. ¡Qué le vamos a hacer!... Nunca la dicha es completa. Por cierto, que si la remodelación del Dengra va por los mismos pasos, será imprescindible que se vaya pensando en un auditorio en condiciones para Baza, ¿San Jerónimo, tal vez?... Veremos cuándo y cómo se rehabilita.

         En fin, otras muchas cosas de la feria merecen ser comentadas, pero ni el espacio ni el tiempo nos permiten mucho más. Así que no nos queda más que destacar la grandiosidad y el magnífico ambiente de la feria en general, que está pidiendo sin duda nuevos y más amplios espacios para su ubicación. A ver si los terrenos previstos se preparan cuanto antes para que nuestra feria, singular ejemplo de alegría, diversión y convivencia, sea todavía más grande, más divertida, si ello es posible, y, sobre todo, más cómoda. Y si el nuevo ferial está dispuesto para el año que viene, pues mejor que mejor.  
                                                                                 (19 de septiembre de 2007)