PLAZA MAYOR

Una sección de Francisco Arias
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VUELVA USTED EL AÑO QUE VIENE 

         A mediados del siglo XIX, Mariano José de Larra, en su conocido artículo “Vuelva usted mañana”, hacía una dura crítica a la inoperancia y a la dejadez de la Administración Pública, representada especialmente en los típicos funcionarios de ventanilla de aquellos tiempos, que, además de preocuparse más bien poco de su trabajo, dedicaban al público un trato bastante desagradable, haciendo gala de una actitud despótica y erigiéndose en tiránicos reyezuelos del papeleo, de la vagancia y de la ineficacia.

         Mucho ha llovido desde entonces, y afortunadamente han cambiado mucho las cosas. Para empezar, aunque casi llegaron hasta nuestros días, ya no existen aquellas terribles ventanillas de las larguísimas colas, en las que siempre te faltaba algún papel, y que con tanta frecuencia, cuando por fin habías conseguido toda la documentación y llegaba tu turno, te daban con ellas en las narices porque era la hora de cerrar. Y, hundido y desesperado, escuchabas al huraño funcionario mascullar esa odiosa frase de “Vuelva usted mañana”. Y sus palabras eran como un disparo a bocajarro que te hería en lo más hondo del ánimo y de la paciencia.

         Hoy las cosas y los funcionarios (por algo se llaman así) funcionan mucho mejor. Éstos, generalmente, están bien preparados y tratan al público, también generalmente, con la debida consideración y cortesía. Además, las nuevas tecnologías, especialmente la informática, han puesto patas arriba los sistemas de archivo y de tramitación de documentos, facilitando enormemente la labor de la Administración y de los administrados.

         Pero claro, siempre tiene que haber alguna excepción. Y, miren por donde, hemos podido constatar que, por lo menos en algunos aspectos, no funciona como sería de esperar la oficina provincial del Catastro. Parece incomprensible que, en los tiempos que estamos, se tarde varios años en resolver asuntos tan sencillos como el que les voy a contar. Resulta que en el barrio bastetano del Carmen los nombres de los propietarios de las casas estaban todos equivocados porque, según nos han contado, el experto que introdujo los datos en el Catastro cogió los planos al revés y, consecuentemente, armó un desbarajuste con los números de referencia y los números de las casas. Pues bien, aunque el despiste sea de los que cuesta trabajo creer, debemos hacer un esfuerzo y ser comprensivos; cualquiera puede equivocarse. Pero lo peor de todo es lo tremendamente difícil que está resultando arreglar este desarreglo. Tras varios años de reclamaciones y papeleos, algunos recibos de la contribución nos siguen llegando con los datos erróneos (como es el caso de una vivienda que mi familia tiene en dicho barrio), sencillamente porque las solicitudes de cambio de nombre, o no son atendidas o tardan años en resolverse. Por nuestra parte, hemos entregado la documentación requerida en tres ocasiones en los últimos cuatro años, y cuando llega el nuevo recibo, al año siguiente, uno se siente perplejo, impotente y hundido… ¿Qué tendremos que hacer para que se solucione este desaguisado que provocó un señor que miró los planos al revés? ¿Cómo conseguir que nuestra casa sea puesta a nuestro nombre y la del vecino, al suyo? ¿Por qué funciona tan mal este tema de corregir los datos del Catastro?...

         Como siempre, no pretendo hacer valoraciones personales ni molestar a nadie. Me imagino que los funcionarios del Catastro en Granada están preparados y cumplen con su trabajo, si es que es allí donde está el problema, que tampoco lo podemos asegurar. Nada tengo que pensar ni que decir, por lo tanto, contra ellos. Pero algo tiene que fallar, digo yo. O no cuentan con la suficiente dotación de personal, o no funcionan bien los ordenadores… o vaya usted a saber. La cuestión es que el problema existe y, además, por lo que he podido comprobar en este largo periplo de gestiones catastrales, no se trata de casos aislados, sino de una situación mucho más frecuente de lo que se podría esperar. Y en este caso de la contribución, que se paga cada año, el “Vuelva usted mañana” de Larra se nos queda muy corto; aquí nos tendrían decir: “Vuelva usted el año que viene, porque los trámites que usted realiza por tercera o cuarta vez, o no servirán de nada o tardarán varios años en ser atendidos”.  

         Así que, visto lo visto, no estaría nada mal que aquel o aquellos a quienes corresponda pusieran manos a la obra y solucionaran de una vez por todas este asunto del Catastro, que nada dice a favor del buen funcionamiento que generalmente percibimos en las oficinas y servicios de la Administración Pública. Todos nos ahorraríamos tiempo y molestias. Ah, y de camino, les echarían una buena mano a los funcionarios de la oficina catastral del Ayuntamiento de Baza, que los pobres ya no saben qué hacer para justificar estos errores y tardanzas que, según nos cuentan, nada tienen que ver con ellos, pues su misión consiste únicamente en hacer de intermediarios entre el Catastro de Granada y los usuarios bastetanos. Y están hartos de explicar que la documentación se envió en su día, y que desde aquí no se puede hacer nada más… Bueno, quizás se podría hacer algo; que el Ayuntamiento, por ejemplo, se diera cuenta de que este deficiente servicio es un feo borrón en la imagen de los servicios administrativos y, se quiera o no se quiera, repercute también negativamente en la opinión que los ciudadanos tienen de la gestión municipal. Si las cosas funcionan mal en Granada, o donde sea, que tomen cartas en el asunto para que, entre otras cosas, nadie ponga en tela de juicio la eficacia de nuestros servicios municipales. O que cierren esta oficina de Baza, y que la gente vaya directamente a Granada a tratar de solventar sus asuntos y, de paso, a descargar allí su perplejidad, su decepción y su disgusto.