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Una sección de Francisco Arias
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TIEMPOS REVUELTOS

        Supongo que algunos podrán aclarar sus ideas con respecto al cambio climático. El Informe del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), organizado por Naciones Unidas, no deja lugar a dudas. Un grupo de más de 2.500 científicos han confirmado algo que ya era evidente: el calentamiento global de la tierra es indudable e imparable, y sus efectos alterarán profundamente las condiciones de vida en el planeta. Todo ello es una consecuencia directa de la emisión de los gases de efecto invernadero, y lo que es más importante, está bastante claro que el principal responsable de estos cambios (con una probabilidad del 90 %) es el hombre.

         Bueno, pues verán ustedes cómo, a pesar de estos estudios y estos datos científicos, habrá quienes digan que todo es mentira. Que los 2.500 científicos se han puesto de acuerdo para engañarnos y asustarnos, y que todo esto son artimañas y exageraciones de ecologistas exacerbados. Ya dicen los entendidos que el atribuir al hombre la responsabilidad en un 90 % y no en un 100 % será aprovechado por los Estados Unidos para escurrir el bulto una vez más. Y es que hay gente a la que le gusta fastidiar y se agarra a un clavo ardiendo para seguir fastidiando.

         Y ya lo ven, cada día son más palpables las alteraciones climatológicas, la subida de las temperaturas, las sequías, las inundaciones, los huracanes con una intensidad y fuerza destructiva inusitadas, y los tornados llegando a lugares poco o nada habituados a este tipo de fenómenos. Como ejemplos muy cercanos, tenemos el reciente y devastador huracán de Bangladesh, el más terrible de los últimos quince años en la zona, y esos tornados que se nos están presentando en Andalucía, como el que sufrieron  ayer en la provincia de Sevilla. Y esto es sólo el principio. Se prevé una subida de unos cuatro grados de la temperatura media en este siglo, el recalentamiento de las aguas marinas, el deshielo de las zonas polares, la subida preocupante del nivel del mar, cambios en la flora y fauna, etc., etc. Y lo peor de todo es que la mayoría de estas consecuencias ya son imparables, aun cuando desde este momento cesara la emisión de gases de efecto invernadero. Y España va ser, sin duda, una de las más afectadas por los perjuicios del cambio climático…

         Falta saber si los efectos de estos cambios en la vida del hombre sobre la tierra serán tan nefastos como auguran algunos, que vaticinan que con ellos se inicia la extinción de nuestra especie, el homo sapiens sapiens (que digo yo que cada día parece menos sapiens), o, por el contrario, como dicen otros menos pesimistas, la capacidad de adaptación del ser humano es tan grande que sabrá sobreponerse y acomodarse con éxito a las nuevas condiciones de vida. Pues ya se verá dentro cientos o miles de años, pero el hecho de que esos tiempos queden tan lejos de nosotros no nos libera de la gran responsabilidad que todos tenemos en la conservación de la naturaleza y en la obligación de poner todos los medios a nuestro alcance para mitigar en lo posible los efectos destructivos de la contaminación. Olvidarnos de ello sería caer en el más ruin y perjudicial de los egoísmos.                      

         Una cosa sí que podemos tener clara, muy especialmente en lo que se refiere a las consecuencias a corto y medio plazo del cambio climático, muchas de ellas bastante cercanas a nosotros mismos: como ocurre en las situaciones conflictivas y catastróficas, los que más pronto y más intensamente van a sufrir los reveses del cambio serán, como siempre, los más pobres, aquellos en los que suelen cebarse todos los males y desgracias. Y no muy lejos andaremos nosotros, nuestra gente y nuestra tierra, donde ya hace tiempo que venimos palpando con nuestros propios ojos el avance implacable de la desertización. Por eso parece imprescindible afrontar la lucha contra la contaminación, tanto desde el punto de vista de la defensa del planeta y de la especie como desde el más hondo y cercano sentido de la solidaridad y de la fraternidad.

         Y también por eso, puede ser que los más poderosos parecen preocuparse menos de estos asuntos que ellos consideran meras hipótesis o problemas de menor importancia. También, como siempre, ellos tendrán recursos y posibilidades para protegerse, para adaptarse, para escapar, o, qué sé yo, a lo mejor, para irse a otro planeta… Y mientras tanto, ya se sabe: a río revuelto, ganancia de pescadores. A tiempos revueltos, ganancia de especuladores y de negociantes sin escrúpulos. Llueva más o llueva menos, suba o baje el mar, haya sequía o inundaciones, con terremotos o con huracanes… Ellos nunca pierden.