ÚLTIMA PÁGINA

Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

Para remitir sus comentarios, clique AQUÍ

CARNAVAL, CARNAVAL

Llegan los días de Carnaval, ese rito pagano que luego incorporó la Iglesia como anticipo y preparación a la Cuaresma, e incluso como un adiós a los excesos; unas jornadas en las que está autorizada la manifestación de todo aquello que en los siguientes cuarenta días de ayuno y abstinencia nos está prohibido. Pero esta manifestación es, en una parte de la población, un momento de demostración de que la ciudad no ha pasado aún del espíritu y sentimiento chabacano, ruin y vulgar.

Se consideran “máscaras” a los “adefesios”. Salvo contadas y brillantes excepciones, se considera que un traje viejo, roto, feo, vulgar o de varias tallas más del cuerpo que lo usa, es útil para disfrazarse. Con ello sólo se logra denigrar y rebajar unas fiestas en las que el buen gusto en el disfraz debería imperar para dar cada año más lucimiento, alegría y ganas de colaborar en estos momentos para nuestra ciudad.

Ya en el siglo XIX hubieron de darse unas normas muy precisas a esta población por el Corregidor de la misma, para que el Carnaval dejara sus hábitos chabacanos, soeces y vulgares; pero parece ser, por lo que hemos visto en los últimos años, que estos aún no han sido desterrados de los hábitos de esta gran ciudad, por lo que nunca despegará un Carnaval que nos dé buen nombre.

De la normativa que publicó el Corregidor Miguel García de Viedma, el 8 de febrero de 1861, para los días de Carnaval, reproduzco estas líneas:

“Quedan permitidas las máscaras a condición de no usar trajes de las suprimidas o existentes órdenes religiosas, uniformes del ejército o armada, hábitos talares eclesiásticos, ni sus vestiduras en la Iglesia, desde el monaguillo hasta el Pontífice, ni las que usa la magistratura, ni ninguna otra corporación o institución respetable, así como ningún disfraz deshonesto o indecoroso”, bando que parece ser no se cumple, así como otros párrafos del mismo que dicen:

Antiguamente los carnavales en nuestra ciudad eran otra cosa, quizás con más estilo

“El disparo de triquitraques y carretillas para perjudicar las personas y sus trajes es altamente repugnante y perjudicial; verifíquense en buena hora, siguiendo la costumbre pero procurando no perjudicar a nadie, y omítase por expreso mandato, el arrojar por las ventanas, agua aunque sea limpia y mucho más si sucia, ni otras inmundicias por gracia del Carnaval”.

Como eran tiempos en los que el que más o el que menos llevaba un arma para su defensa personal, dice otro párrafo de dicho bando:

“Para asegurar la tranquilidad de todos, habrá rondas y patrullas de día y noche que protejan la diversión y eviten toda clase de excesos, por cuya razón nadie tiene necesidad de armas defensivas, garantidos como quedan, así pues suprimirán el de las blancas y de fuego, y el de garrotes o palos”.

En estas dos imágenes, uno de los muchos grupos participantes en aquel concurso de chirigotas. En la de la derecha, una vecina participante en el concurso de disfraces del Carnaval de Baza. Baza no tiene un Carnaval de características propias. Unos años atrás se decantaba por los concursos de chirigotas, en las que las letras siempre jocosas hacían mella en los sucesos locales y en los regidores de la ciudad; pero una fiesta que aún no estaba consolidada en la ciudad, se abrió a otros pueblos, ocasionando el desánimo de los que habían pasado días y días trabajando para crear un buen vestuario y una pegadiza letrilla, y que veían como luego los premios se iban a zona foránea. En estas dos imágenes, uno de los muchos grupos participantes en aquel concurso de chirigotas. En la de la derecha, una vecina participante en el concurso de disfraces del Carnaval de Baza.
A esto se unió la ruina del Teatro Dengra, y una censura sibilina a las letras... ¿democracia?. Unas y otras cosas dieron traste a un incipiente Carnaval, al que deseamos pase felizmente este sarampión, y que sólo  sea un parón para seguir creciendo y sobre todo para decantarse en el modelo que quiere que se siga en la población de Baza.