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CARNAVAL, CARNAVAL |
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Llegan los días de Carnaval, ese rito pagano que luego incorporó la Iglesia como anticipo y preparación a la Cuaresma, e incluso como un adiós a los excesos; unas jornadas en las que está autorizada la manifestación de todo aquello que en los siguientes cuarenta días de ayuno y abstinencia nos está prohibido. Pero esta manifestación es, en una parte de la población, un momento de demostración de que la ciudad no ha pasado aún del espíritu y sentimiento chabacano, ruin y vulgar. Se consideran “máscaras” a los “adefesios”. Salvo contadas y brillantes excepciones, se considera que un traje viejo, roto, feo, vulgar o de varias tallas más del cuerpo que lo usa, es útil para disfrazarse. Con ello sólo se logra denigrar y rebajar unas fiestas en las que el buen gusto en el disfraz debería imperar para dar cada año más lucimiento, alegría y ganas de colaborar en estos momentos para nuestra ciudad. Ya en el siglo XIX hubieron de darse unas normas muy precisas a esta población por el Corregidor de la misma, para que el Carnaval dejara sus hábitos chabacanos, soeces y vulgares; pero parece ser, por lo que hemos visto en los últimos años, que estos aún no han sido desterrados de los hábitos de esta gran ciudad, por lo que nunca despegará un Carnaval que nos dé buen nombre. |
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“El disparo de triquitraques y carretillas para perjudicar las personas y sus trajes es altamente repugnante y perjudicial; verifíquense en buena hora, siguiendo la costumbre pero procurando no perjudicar a nadie, y omítase por expreso mandato, el arrojar por las ventanas, agua aunque sea limpia y mucho más si sucia, ni otras inmundicias por gracia del Carnaval”. Como eran tiempos en los que el que más o el que menos llevaba un arma para su defensa personal, dice otro párrafo de dicho bando: “Para asegurar la tranquilidad de todos, habrá rondas y patrullas de día y noche que protejan la diversión y eviten toda clase de excesos, por cuya razón nadie tiene necesidad de armas defensivas, garantidos como quedan, así pues suprimirán el de las blancas y de fuego, y el de garrotes o palos”. |
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