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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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FÁBRICA DE TEJIDOS “SAN LORENZO”

Publicado originalmente la revista El Norte, en la segunda quincena de marzo de 2005

Inicia su actividad esta gran fábrica de tejidos en el año 1911, en la calle Méndez (Placeta) disponiendo de una producción de tejido fino de todas clases, con magníficos telares en los que las urdimbres eran trabajadas por expertos, dando calidad y vistosidad al producto obtenido. Se logran implantar en toda la comarca, y extienden su radio de acción a las provincias de Jaén, Almería y Granada, a las que sirven sus productos.

Los buenos resultados hacen que en al año 1921, toda la fábrica sea modernizada con 8 telares, movidos por electricidad, según consta en las actas de su autorización. Tenía una producción de 500 metros diarios de tejido; 25 mujeres operarias en mano de obra y 6 operarios varones componían la plantilla. El algodón se recibía de Barcelona.

Como trabajadores varones se recuerda a Isidro Tenorio Ortega, Rafael Molina Galera, José Caparrós Martínez, Antonio Molina Peña y Mariano López Mesas, como los últimos que trabajaron en dicha fábrica. Entre las mujeres, como tejedoras, estaban Maruja y Antonia; como planchadoras, Mariana y Dolores; como atadoras, Antonia “La Muda”; como camilleros, María Carmen y otras; en los telares, Carmen y María. Estas son, junto a otras más de veinte, las últimas que trabajaron en dicha empresa.

Como punto de venta principal, esta fábrica disponía de una tienda “CASA GONZÁLEZ” dedicando a la venta de sus tejidos a ocho dependientes fijos, lo cual nos da una idea del volumen de negocio y venta de esta industria, y a la variedad de su producción.

En la foto de los dependientes de la tienda, hecha en el año 1955, podemos distinguir a Antonio González, Rafael Carmona, Antonio Muñoz, José Sánchez Mirón, Francisco Mateos, Lorenzo González, Paco Torres y Francisco González.

En los años  anteriores y posteriores a la Guerra Civil española, se especializó en un tejido basto y recio, que no llegaba a ser loneta, para la confección de las  sacas en las que los molineros llevaban al trigo a los molinos y  cargaban  la harina. Fue muy demandada y  apreciada esta confección, por la utilidad de la misma.

Situada en una placeta de difícil acceso, aparte de que eran inexistentes los recursos municipales para extinción de incendios, sufre cortocircuito su sistema eléctrico, siendo presa del fuego en los años 60, quedando totalmente  destruida.

La fábrica llegó a tener más de 40 trabajadores (entre mujeres y hombres) en plantilla, y más de uno de ellos, tras el incendio de la fábrica, encontró rápidamente trabajo en los telares de Barcelona, donde se reconoció su buen conocimiento y valía en el trabajo de esta industria textil.

Tras el incendio no quedó nada utilizable.