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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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LA CAMPAÑA DE NAVIDAD

Publicado originalmente en el desaparecido Boletín de Noticias, en julio de 2004

En el año 1940, para paliar la enorme escasez de alimentos y como tarea humanitaria ante tanto huérfano y anciano desvalido, así como a familias enteras en la pobreza, se establecen los Comedores de “Auxilio Social” que fueron atendidos siempre de manera abnegada por muchachas y mujeres mayores dignas de todo elogio.

En Baza hubo tres centros de Auxilio Social, uno en el Arco de la Magdalena, otro en Rabalía y finalmente, otro en los Llanos del Ángel.

Y hago estas menciones, por el hecho de que, aún no he visto una sola palabra escrita alabando a estas magníficas mujeres que dieron horas y horas de su vida en ayuda a sus semejantes.

Para todas las que en estos centros trabajaron, mi más profundo respeto y admiración.

No así para los que haciendo valer su condición de jefes, abusaron.

Y es que en la Navidad del año 1941, estaban en la Casa de la Falange mis hermanos y unos amigos de la Cava Alta jugando una partida de billar, de las llamadas eternas (se les ponía una libreta en los agujeros, y así las bolas nunca caían), cuando un señor les dijo que si podían hacerles un mandado. El mandado era llevar un medio saco de habichuelas a su casa desde Auxilio Social, que estaba enfrente de la Falange, hasta la Cava Alta.

Se hicieron cargo de ello los hermanos Mirillas y nos contaron cómo al llegar a la esquina de la calle Boliche y Zapatería había una tienda de comestibles, de una señora que se llamaba Salvadora Rubio, y que le compraron unas bolsas de papel de estraza, llenándolas de habichuelas y dándoles una a cada uno de los amigos que les acompañaban. Al llegar a la casa donde debían entregar las habichuelas, pincharon el saco con una navaja, y dejaron que se esturrearan algunas en el portal. La señora de la casa les dijo si no se habían dado cuenta de que el saco estaba roto y de que las iban tirando. Les regaló una tableta de chocolate, por el porte.

Mis hermanos siempre dijeron en casa, al entregar las bolsas a mi madre, que se las habían dado, por su ayuda en el reparto de lotes de Navidad.