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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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LAS CARTILLAS DE RACIONAMIENTO DE TABACO

Publicado originalmente en la revista El Norte, en la segunda quincena de julio de 2004

El pan, y todos los comestibles, arroz, aceite, garbanzos o chocolate, todo estaba racionado, y en todo o en casi todo había que hacer cola con las Cartillas de Abastecimiento.

Hoy tocaba retirar este producto, mañana el otro; los ratos libres se ocupaban haciendo cola.

Así, un día salían a la venta patatas, garbanzos o aceite; te tocaba el turno, entregabas tu cartilla, te cortaban el vale correspondiente y tenías que abonar el precio del producto, a como estuviera determinado por la autoridad. Al día siguiente, salía a la venta otro producto... y vuelta a la cola. Lo peor era que siempre faltaba algo y así salieron los sucedáneos, como la achicoria, por el café, o los boniatos por las patatas. Había mucha imaginación y pocos alimentos

Dio lugar este sistema a la picaresca de que había familias que disponían de más familiares inscritos en su cartilla que los que realmente eran en casa; así retiraban a un precio y lo sobrante lo ponían a la venta, un poco más caro. Era el “estraperlo”, a pequeña escala, porque a gran escala se manejaban cifras enormes.

Otras familias tenían una “momia”, o dos, en su cartilla, con lo que disponían lo casi necesario para comer. Estas “momias” eran los abuelos fallecidos que no se daban de baja, o algún que otro hijo imaginario. En casa figuraba, en nuestra cartilla, anotado mi tío Manuel, que venía de cuando en cuando por esta ciudad; también  estaba censado como “fumador”, disponiendo mi padre de su  cartilla.

Pues otro de los productos que estaba “racionado” era el tabaco y para ello se crearon las TARJETAS  DE FUMADOR. Esto, en mi casa, en la que mi padre era un fumador empedernido, era lo peor que podía pasar, pues aunque disponía de otra tarjeta, siempre le faltaba para llegar a fin de mes. El sistema era el mismo: llegado el día en que había tabaco, te presentabas con tu tarjeta, te cortaban el cupón y abonabas el tabaco asignado

En casa siempre faltaba tabaco, pero recuerdo a mi padre con los “currucos”, que tenía que sanear, pues venían llenos de trancas, y las “picaduras “, no veas lo que eran: hojas de papa, como decíamos entonces.
Se estaba pendiente de que llegara el camión del tabaco a laTercena, que estaba en el edificio donde está hoy la Comisaría de Policía; luego llegaban los estanqueros y  retiraban  sus “cupos”, con arreglo al número de cartillas asignadas, y, al llegar a su estanco, ya estaba la cola  de fumadores esperando, pues la llegada del camión del tabaco, se propagaba como la pólvora.
Las labores más populares eran “los Ideales”. Habían sido lanzados por la Compañía Arrendataria de Tabacos en el año 1,933 y fueron los de consumo más generalizado hasta los años 70. Les siguieron los “Bisonte” y creo había algún inicio de tabaco rubio, como el “Bubi”, pero  era muy poco. Los llamados “Currucos” y los  que se vendían en la zona republicana, que eran los  llamados Cigarrillos superiores al  cuadrado, eran pestosos. Había unas cajitas de fósforos y  el papel de fumar mas corriente era el “Jean”. Días despues aparecen los  “Peninsulares” y las marcas de papel de fumar Bambú, Zigzag, Indio Rosa, Abadie Gol y otros.
Cuando, en el año 1,945, nace Tabacalera S.A., se liberaliza poco a poco  la venta de tabacos, aún cuando el racionamiento siguió varios años más. Las Cartillas de racionamiento desaparecen en los años 1,951/52, cuando se da libertad y precios vigilados en algunos alimentos básicos. Con la llegada de Tabacalera todos los estancos han de pintar su fachada con  los colores de la Bandera Nacional. En ellos se vendían también las pólizas del Estado, hoy suprimidas, y como siempre, los sellos y las letras, aparte de los artículos de fumador. Hoy es un producto totalmente liberalizado y los estancos una boutique del fumador.