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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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La ocasión perdida

Artículo publicado en la sección Memoria y Opinión de la revista El Norte correspondiente a la primera quincena del mes de enero de 2009

El domingo 30 de noviembre del año 2008, recientemente acabado,  amaneció con un manto blanco y  una nieve que nos indicaba, aparentemente,  que la íbamos a poder disfrutar “para rato”; pero no, cesaron de caer los bonitos y blancos copos y, para colmo, nos llegó un poco de lluvia. Luego un poco de sol, y  viento (que es lo nuestro) y  toda la ilusión de no tener escuela por un gran nevazo, se perdió en las siguientes horas en las mentes de nuestros menores. Muchos dijeron aquello de “otra vez será”.

Tal vez eso es lo que dijeron nuestros mayores, hace ya justo 175 años, cuando apareció en la Gaceta de Madrid, lo que antiguamente era el Boletín Oficial del Estado, el Real Decreto por el que quedaba aprobada definitivamente  la división territorial de España en provincias. Ya desde el año 1812, en el que se aprobó la Constitución más avanzada en libertades, en Cádiz, se conocía el hecho de que en su artículo 325, se proponía el establecimiento de una Diputación Provincial en cada división administrativa, para promover la prosperidad de los pueblos españoles.

No obstante, no sería hasta el año 1822 en que estas sabias disposiciones de la Constitución no empezaron a ponerse en práctica, pues si bien en este año se fijó la división de España en  provincias y que estas fueran 52, de nada sirvieron los estudios realizados, en los que Baza figuraba propuesta como capital de una de las dos en que se dividiría el extenso reino de Granada. El caso es que este primer decreto fue derogado en el año siguiente por la reacción absolutista del Rey Fernando VII. Sólo quedó como un papel anulado. Fueron muy largas las discusiones y debates parlamentarios sobre este tema de la segunda capital en la que se fijaría esta división en dos del reino granadino. En aquellos momentos comenzó a tomar importancia, y sonar en los ámbitos del Congreso de Diputados, el nombre de Almería.

En estos debates previos a la aprobación del Real Decreto de 30 de Noviembre de 1833, se presentó una dura oposición a la idea de que fuese Almería esta segunda capital. Baza había sido en otros tiempos quien tuvo encomendada la defensa de gran parte de la zona costera  mediterránea; en su jurisdicción estaban los pueblos de la cuenca del Almanzora, llegando  hasta Vera su influencia. A su jurisdicción habían estado encomendados hasta 59 de los pueblos, gran parte de los cuales ahora se pretendía pasar a la nueva provincia que tendría como capital la ciudad de Almería.

Pero también estos argumentos tuvieron contestación por quienes  luchaban por Almería, asegurando que Baza había renunciado a ser la cabecera en la defensa de la Costa.

Efectivamente, Baza había pedido que se retirara de ella el conocido como Regimiento de Irlanda, que fue había acogido entonces por Almería.

Hay recogidos textos del debate parlamentario suscitado aquellos días, y junto a sólidas razones expuestas por algunos diputados como el señor Giraldo, que  expuso  como de llevarse a cabo esta división, Baza quedaría en un extremo alejado de la capitalidad a la que se adscribiera, o a Almería o a Granada, de ambas quedaba en un extremo, aislada y confinada a su suerte. Otros expusieron la dificultad de comunicaciones con Almería y la centralidad de Baza, como lo expuso el diputado Sr. Cortés, e incluso otros llegaron en sus debates a manifestar que se pretendía Almería por razón del clima, tan opuesto al de esta ciudad de Baza, por la que se declaraba partidario, y así lo votó, el Diputado Romero Alpuente.

En el debate, vivo y políticamente duro por lo encontrado de las opiniones, se expusieron numerosos argumentos en pro y en contra de una u otra capitalidad; así se iban fijando las posturas de unos y otros. El Diputado Palarea, hizo una sabia exposición de lo que esperaba a nuestra ciudad, alejada de todo centro administrativo, y por tanto abocada a una decadencia lo mismo en su población que en su industria; algo similar a lo que ocurría con su comercio… veía este político en ello el lento declive que se nos avecinaba. Otros, como el Diputado Torre-Marín y Oliver, esgrimieron  argumentos sobre la pujanza en población, industria o comercio que llevaría a Almería su nombramiento como capital, y el relevante hecho de estar allí asentado el Regimiento de Irlanda para defensa de la Costa.

Nuestras autoridades municipales no se movilizaron para nada, dejaron pasar la ocasión para luego lamentarse. Llegó el momento de las votaciones en las que la propuesta de Almería  como capital obtuvo 64 votos, frente a los 42 obtenidos por los partidarios de que lo fuera Baza.

Ahora se cumplen los 175, del Real Decreto de 30 de Noviembre de 1833, promovido por el Ministro de Fomento, el motrileño Javier de Burgos, por el que España se divide en 49 provincias peninsulares y 3 insulares.

El pueblo de Baza se entera de la profunda remodelación administrativa sufrida, cuando el Cabildo recibe la lista de las poblaciones que constituyen este partido judicial, en el mes de Julio del año 1834, esto es, Caniles, Freila, Cúllar, Cortes,  Benamaurel y Zújar. Desde este año 1833 sólo ha variado el  que Cuevas del Campo logró su segregación de Zújar el día 21 de noviembre de 1980.

Ocasión perdida, ilusiones vanas.