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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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CABRAS

Artículo publicado en el desaparecido Boletín de Noticias del Ayuntamiento bastetano, dentro de la serie Imágenes y recuerdos, correspondiente al mes de mayo de 2004

AL llegar a Baza, en el año 1945, me dejó asombrado ver el reparto de la leche por las casas, ya que iban los cabreros con manadas de 12/15 cabras de casa en casa, ordeñando directamente de la cabra a la olla de la leche de sus clientes. Es Así como hoy reparten los panaderos Doblas, Jordán, Frusi, Casildo, La Pica, etc., con sus furgonetas.

Cada uno tenía sus clientes, por lo que los rebaños de cabras iban y venían por las calles de la ciudad a primeras horas de la mañana. Llegaban a una casa y elegían la cabra que iba  a ser ordeñada , mientras las otras esperaban pacientemente en la acera. Ultimada la venta, el cabrero seguía hasta la puerta del siguiente cliente, mientras  que dejaban tras sí las cabras “las cagarrutas”, que quedaban sobre las aceras y las calles. Luego las vecinas se decían unas a otras “¿Ha pasado ya tu cabrero? Y es que hasta que no pasara el último no se podía barrer la acera.

A los niños lo que más nos gustaba era ver la olla de la leche, con la espuma, pero pronto nos hicieron ver las madres como la espuma bajaba y quedaba menos leche de la que se pagaba.

En la población había entre seis y ocho cabreros que recorrían las calles en todos los sentidos. Recuerdo al Pipe, al Zorracana y a Julián-Raimundo y otros que nos atendieron. Tenían manadas de 40-50 cabras, pero a la hora del reparto domiciliario se ayudaban de sus familiares, de forma que por la calle iban manadas de 10 o 15 cabras con cada lechero, haciendo el reparto más rápido.

También había leche de vaca, “pero no iban a llevarla a domicilio”, sino que se vendía en la vaquería, recordando la de los Funes, en las proximidades de la placeta de Santiago.

Este sistema de reparto de leche quedó totalmente eliminado e incluso perseguido en el año 1966, y entonces los cabreros empezaron a repartir en bicicleta con os cántaros a los lados; luego en moto Guzzi, hasta que se ha visto desaparecer este reparto domiciliario por nuestras calles.

Algunas cabras lecheras

Hoy sólo quedan dos cabreros en activo en nuestra ciudad. El más importante es “El Minero”; tiene 400 cabras de leche, algunas “Granadinas” de enormes ubres. Y viene este recuerdo acompañado de la anécdota siguiente: Un cabrero estaba sirviendo a la puerta de un cliente, no se dio cuenta de que una de sus cabras entraba en un portal. Siguió el cabrero su ruta, y sólo al terminar el reparto se dio cuenta de la falta de la cabra en su rebaño. La cabra salió al poco del portal y se incorporó a otro rebaño que pasaba por allí.  El cabrero se dio cuenta de ello, al terminar su reparto, pero no sabiendo de quien era, nada dijo.

El que había perdido la cabra fue al juzgado y denunció su pérdida por sustracción, pero como no podía acreditar quien se la había sustraído, nada se pudo hacer.

Algunas cabras lecheras Al cabo de un mes, coincidieron en la calle los cabreros y el primero dijo: “Aquella cabra es mía”, a lo que el otro dijo, “pues llévatela, no iba a ir diciendo por todos lados quien había perdido una cabra, para que todos me dijeran esa cabra es mía”. Quedaron los cabreros tan amigos y se dijeron las palabras de lo comido por lo servido, con lo que se “quedaba todo en paz”. Pero al llegar a la casa y decir a su mujer “He recuperado la cabra…” esta le dice, “pues tienes que ir a denunciar al que la tenía, pues esta cabra daba casi dos litros al día y por los treinta que ha estado perdida serían sesenta litros que a tanto el litro serían tantas pesetas”.

El hombre, de mala manera, pues había quedado bien con el otro cabrero, llegó al juzgado a denunciar y Jesús Lozano, el oficial que llevaba estos asuntos, como buen conocedor del paño, le dice: “Total que tu mujer quiere que entre los abogados, procuradores y el juzgado, nos comamos la cabra que has recuperado”. Fue oír esto y el cabrero salió por la puerta, sin mencionar más este asunto.