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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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LAS LEYENDAS

Artículo publicado en la revista de la Asociación Belenista "La Encarnación" de Baza, correspondiente a su primera edición del 2008

Me dice Manolo Gea, en nombre de la Asociación Belenística de la que es Presidente, que le escriba unas letras sobre el Belén, que con tanto  trabajo, acierto y esmero, hacen anualmente en la Iglesia Mayor.

Aparte de ello, me dice que apremia mi colaboración, pues ya tiene en su poder los escritos de los otros colaboradores y entre ellos el del Franciscano Padre Javier, que toca el tema del origen histórico del nacimiento del Belén, como iniciativa de San Francisco en la Iglesia de Greccio, allá por el año 1223.

Espacio reducido este que me deja, pero no obstante ello, no es menos grato el escribirlo, pues del Belén, me contaba mi madre algunas leyendas, que siempre que trataban de hechos sobrenaturales las distinguía con la palabra taumatúrgicas.

Así pues que estoy agradecido, ya que el recuerdo de evocar a mi madre, me es siempre muy grato.

Hubo por el año  en que se hizo el primer Belén, una leyenda que luego se corrió por toda Europa como la pólvora, y decía que el primer Niño Jesús, que pusieron en el Belén, fue una preciosa criatura que había fallecido aquel mismo día en la Iglesia a la que había ido a pedir  su joven  madre por la salud del niñito que le agonizaba.

El niño le murió en sus brazos y no quería dejarlo de abrazar, hasta que un franciscano le dijo: Mira vamos a ponerlo en el pesebre en el que ha de estar el mismo Niño Dios, y a ello accedió su madre. Tú representarás a la Virgen María y lo tendrás siempre a tu lado. Al otro lado del pesebre pusieron a su afligido padre como a  San José.

Cuando separaron al niño de sus manos y lo pusieron sobre las pajas del pesebre, el niño empezó a mover sus bracitos, llevando  la alegría y felicidad al rostro de su madre y padre, y fue uno más del pesebre viviente que  había organizado San Francisco de Asís.

Fueron numerosos los asistentes a este hecho milagroso, y cuando se deshizo la representación, se lanzaron tras las pajitas del pesebre, sobre las que había vuelto a la vida este niñito, y con ellas quedan reflejados varios acontecimientos, pues numerosos campesinos  juraron como al dar de comer estas pajas a animales enfermos, estos habían sanado.

Había llevado al Belén viviente, una vecina llamada Margarita Felone, una vieja rueca de hilar, ya desvencijada que era lo único que podía aportar a una representación lo mas parecida a la ciudad, a las casas,  a los usos y costumbres de la población que vio nacer al Niño Dios, y al retirarla a su casa, vio que volvía a estar nueva, y que le daba el doble del rendimiento que le había dado anteriormente, volviendo a usarla hasta el fin de sus días.

Así se fueron haciendo y contando las mas diversas maravillas sucedidas en Greccio, con la representación del Nacimiento: la de los pastores que fueron los  primeros en ver como el niño volvía a la vida; y la del panadero Rufo Moretti, que vio como de su cesto salían cientos de panes recién horneados, para remediar el hambre de los mendigos, y eso que él solamente había dejado en el portal de Belén, un cesto con pan duro.

O lo escuchado de boca del labrador dueño del Buey  y de la Vaca, de las excelencias del primero que recobró su virilidad y llegó a ser un gran  semental y de los cientos de litros que a partir de aquel día, les dio  la vaca. El viejo borriquito, era admirado por los lugareños, pues vivió años y años.

Todo el pueblo que había participado, llevando trajes típicos como la Pastora, el Zagal, el Molinero, la Lavandera, la Cuidadora de pavos, el Herrero, todos hablaban de los prodigios ocurridos, tras su participación en el Belén, y que decir de los dignatarios de la ciudad de Greccio, que se prestaron todo arreglados a ser Melchor, Gaspar y Baltasar, su vida les había cambiado, a partir de entonces sus disposiciones fueron siempre justas, y lograron la fama y honor entre sus convecinos.

Cuando años después, muerto ya San Francisco, se reiniciaron en su nombre las representaciones el Nacimiento del Niño Dios, estas se hicieron con figuritas de barro, que fueron policromadas y embellecidas. Se aportaron los elementos de Cuevas, Casas, Castillo de Herodes, Reyes Magos sobre Camellos, etc.

Fueron las monjas Clarisas (rama femenina de la Orden) las que expandieron el Belén por toda Europa, y en el año 1252, ya tenían montado un Belén fijo en el Convento de Babiera.

En Roma el mas antiguo, estaba en la Iglesia de Santa Maria La Mayor, y fue realizado en el año 1283, por Arnolfo di Cambio, y estaba compuesto de ocho figuras de mármol, de las que se han conservado, San José, Los Reyes Magos, el buey  y el asno.

Otra ciudad italiana, Nápoles, se propuso ser conocida por su Nacimiento, y mandó a los artistas de origen alemán, Pietro y Giovanni Alemanno, hacer un Belén en el año 1470, con figuras en madera de tamaño natural, y  como ciudad de Belén, pusieron rincones de la propia Nápoles, que fueron muy celebrados, incluso se  puso un puerto, con sus bajeles marinos y paseantes, ajenos a la realidad, pero impactantes por la novedad, y la alegría de los napolitanos de ver sus monumentos reflejados con tanta exactitud.

Alcanza este arte belenístico, el máximo esplendor en el siglo XVII, con la reproducción de las escenas cotidianas, y costumbristas de las poblaciones de la época.

Todos los oficios de los pobladores y viviendas principales de la ciudad quedan representados en el Belén, para deleite de los visitantes.

Mi enhorabuena a la Asociación Bastetana Belenista y felicidades por la reproducción de edificios emblemáticos. Todo un acierto.