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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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PROTOCOLO ECLESIÁSTICO

Artículo publicado originalmente en la revista "El Norte", en la primera quincena de abril del 2009


La noble y leal ciudad de Baza ha sido durante toda su historia muy dada a la celebración de solemnísimas fiestas  para la inauguración de un nuevo reinado, así como de realizar grandes exequias fúnebres a la muerte de los Reyes o de los miembros de la familia real. En todos esos momentos especiales, siempre se ha seguido un protocolo, una especie de regla muy ceremonial, muy vistosa, que en el caso de la ceremonia civil ha llegado incluso a detallar el traje que habían de llevar los ediles regidores de la población; en determinados acontecimientos se han llegado incluso a detallar las paradas que debían de hacerse portando el estandarte real,  fijándose estos puntos en lugares como la Plaza Mayor, Cava-Alta y Plaza de Santo Domingo. Allí se establecían los tablados, en los que tras situar el Estandarte Real del nuevo monarca, se dieran los gritos de sumisión a la corona.

Estos eran los protocolos civiles, a aplicar en el inicio de un nuevo reinado. Pero sobre el fallecimiento real, o de los miembros de su familia, poco dicen los textos excepto la frase de “solemnes exequias en todas las ciudades e iglesias”. El eminentísimo Abad Antonio José Navarro, compuso “el Protocolo Eclesiástico” para  estas  honras fúnebres, y el mismo ha llegado hasta nosotros.

Se inicia este cuaderno protocolario, con la “Rogativa por el llanto de la Reyna”, y  le siguen “Honras que se ejecutaron por el señor don Carlos 3º en 14 de febrero de 1789, en Baza”. Hemos de reseñar que el Rey Carlos III había fallecido el  14 de diciembre de 1788, por lo que los funerales se celebran en nuestra ciudad justo dos meses después. Tras esta rogativa por el llanto de la Reyna (esposa de Carlos III), este protocolo establece el modo y forma en que se han de celebrar dichas exequias fúnebres, y para ello se dan toda clase de detalles que sirven de pauta o formula de actuación:

Quedan durante bastantes años estas ceremonias descritas como “solemnes y grandes fiestas”, en las que se dan a conocer al pueblo los nombres de los nuevos monarcas. Como si de una procesión civil se tratara, la comitiva se iniciaba con la tropa establecida en nuestra ciudad, seguida de los regidores de la misma, los prohombres y dignatarios mas representativos, el Estandarte Real, custodiado por los capitanes y caballeros, y todos seguidos por la población civil; se realizan las paradas y las demostraciones de júbilo y sometimiento al nuevo monarca, y a la vez, se dicen los textos en los que cabe destacar frases como “que se derramen dineros a la muchedumbre en señal de alegría por el hecho y predicción de grandes fortunas y beneficios a la población durante su reinado”.

“Después de maitines el día antecedente, con Capas de Coro, los Señores Prebendados y sobrepellices el Clero, la ciudad viene con el Estandarte Real, para asistir a los Laudes y Responso. Todos salieron a recibir a la dicha Ciudad, quedándose en el umbral  e la puerta de la Iglesia los Señores Abad y Prior, siguiendo los demás señores y Clero en el atrio hasta donde alcanzó. La ciudad y Estandarte entraron por medio del Clero y Cabildo, y al llegar el Decano y Justicia a la puerta, dejaron su sitio los Señores Comisarios Dignidades y Canónigos, esto al lado siniestro del Decano y el Dignidad al derecho del Justicia, y los acompañaron hasta la entrada de los escaños de la ciudad, que es por la pila del agua bendita frente al Altar d la Encarnación, con dos capellanes en medio del cuerpo de la ciudad, hacia junto los escaños.”

Sigue describiendo este protocolo cómo se ha de situar el Estandarte Real, en el presbiterio, al lado del evangelio, y  un túmulo en la parte central de la Iglesia. Que se inicia el cántico “Venite exultemus”, y acabado este saldrá el Clero, Cabildo y el Señor Abad, con Capa Plubial; circundando el túmulo se cantará el Responso, y terminado este se retiraran a la Sacristía entonando el "De profundis”. Luego se retirará la Ciudad etc.etc.

Este mismo documento protocolario tiene las siguientes anotaciones:

“Esta misma ceremonia se ejecutó, en el 3 de enero de 1859, en las honras de Dª María Isabel de Braganza, mujer de nuestro monarca el señor Don Fernando 7º. Se había realizado así en las honras del Señor Don Carlos 4º, y Doña Maria Luisa, su mujer".

"En 30 de julio de 1823, se repitió en la ceremonia fúnebre de Dª María Josefa Amalia, 3ª mujer de Fernando 7º. En 14 de Noviembre se repitió la misma función por nuestro Soberano, el Señor Don Fernando 7º, que murió en 29 de septiembre de 1833".

Vemos que nada se hacía sin ajuste a un procedimiento o protocolo, y que hemos logrado conservar y conocer gracias a la fértil pluma del Abad Navarro.