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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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LA PLAZA DE LAS ERAS

Artículo publicado originalmente en las páginas centrales de la revista “El Norte”, en la primera quincena de julio de 2010

Cuando hablamos de la conocida Plaza de las Eras, estamos refiriéndonos con seguridad al espacio público más grande de la ciudad.
Aunque en realidad, en esta denominación se encierran varios escenarios urbanos:  la Plaza de la Cruz de los Caídos, la “isleta” donde actualmente se encuentra el monumento al Cascamorras, y la más amplia Plaza de las Eras como tal, en sus dos tramos, uno con jardines y otro más diáfano.
 
Retrocediendo en el tiempo a la Baza musulmana, nos situamos en terrenos de extramuros de la Alcazaba o ciudad árabe, una separada de las tierras más fértiles que se  regaban con el Caz Mayor, por el cauce de una gran rambla en la que se venían a unir otras dos grandes ramblas, la de San Antón y la de la Mancoba. Falta mucha información al respecto de aquella época en la que acababa de nacer la ciudad en su actual emplazamiento, pero parece ser que el tramo que hoy ocupa la casa número 29 de esta gran Plaza de las Eras, existió una puerta de la ciudad musulmana que daba paso hacia  estos fértiles campos.
Incluso se asegura en algunas fuentes que frente a esa puerta existió un puente sobre el cauce de dicha rambla, o lo que hoy es la cimbra o colector de aguas fecales de la parte alta. En qué se basa esta teoría. Además de en otras afirmaciones más teóricas, es seguro que en la construcción de esta casa se utilizaron piedras sillares (grandes piedras labradas por los canteros) que antes pudieron ser empleadas en la construcción de puentes o murallas. Se pueden ver  en la solería del patio de este inmueble, en su cimentación e incluso en lo que es la acera de dicho edificio.

Respecto a los terrenos que ocupa hoy la Plaza de las Eras, no encontramos documento de origen árabe que nos indique a qué podían dedicarse. Pudieron ser huertos o lugares de esparcimiento, o de uso ciudadano, a pesar de que no muy lejos de ellos estaba la “maccaba” o cementerio musulmán y las “huertas privilegiadas” que eran las que se regaban con Caz Mayor, que cruza esa zona por la parte baja.

Documentos de la época cristiana señalan este espacio como “Campo del Príncipe”; se trata de un terreno dedicado a los ejercicios militares de las tropas de guarnición. No obstante, con el paso de los años su función va a cambiar radicalmente. Con una clara connotación castellana es su nombre, lo que aparecieron en aquellas tierras y durante muchos años fueron las “eras de pan trillar”, como las llaman los textos medievales. Ese es el origen de tal denominación, las eras que se podían ver  hasta los primeros años del siglo XX.

En la foto que adjuntamos, del año 1913, vemos la Plaza de las Eras con su pendiente natural, la que ahora se disimula con el asfalto o con las escaleras junto a los Caños Dorados. Aparece en ella uno de los signos más evidentes del avance de la tecnología, un punto de luz eléctrica. La expansión urbana de aquella época, moderada y a tener en cuenta en su justa medida. Hace que la Plaza se empiece a considerar mucho mejor. La reforma principal se hizo entre los años 1952 y 1955, siendo alcalde don Antonio Navarro Santaolalla. La cercanía de su domicilio y el empeño que este regidor puso en la obra, hizo que estos pequeños jardines se conocieran como los de don Antonio y doña Teresa, esposa de aquel.
De cualquier forma, podemos decir que fue una buena decisión para toda la ciudad; con ello se erradicaba el mercadeo diario de animales que contra toda prohibición se celebraba diariamente en este lugar; allí se esquilaban los burros y se depositaban sus excrementos. Imaginan el olor. Los cambios introducidos por Navarro posibilitaron que allí se instalaran los circos, los teatros y demás espectáculos que visitaban la ciudad. Incluso las ferias de la localidad, tanto las de septiembre como la de noviembre. Tras la instalación de estos jardines, lo único que se siguió celebrando de forma regular fue el mercado semanal de los miércoles, costumbre que ha llegado casi hasta nuestros días.
En su historia más moderna, ya en tiempos de democracia, la Plaza de las Eras ha sufrido varias obras de consolidación y mejora de su pavimentación. El que podemos ver a comienzos del verano de 2010 fue el realizado en tiempos del alcalde don Diego Hurtado; se emplearon en ello los alumnos y el personal de una escuela taller dirigida por don Jesús Peña. Se comentaba en la ciudad que la solería era parecida a la del paseo marítimo de Águilas. También han llegado a estos días la pequeña fuente de mármol, en el centro de los jardines, aunque seca y sin la diminuta escultura de la foca que algún gamberro debe haber perdido. Incluso los cuatro asientos pétreos que tanto descanso han dado y  sus paseos empedrados.  En la parte inferior de estos consta el año en que se ultimo la obra: “junio de 1955”.

Siendo alcalde don Antonio Martínez Martinez, en el entorno de esta plaza se instalaron las cuatro farolas isabelinas, más esbeltas y elegantes que tiene la ciudad.

En estos días se está realizando una profunda remodelación urbana de esta Plaza de las Eras que cambiará por completo su aspecto y funcionalidad. En las imágenes que ofrecemos se puede apreciar la evolución histórica de este espacio tan bastetano.