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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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LA ISLETA DEL CASCAMORRAS

Artículo publicado originalmente en la sección "Última Página" de la revista “El Norte”, en la primera quincena de julio de 2010

 
Nos anuncian los actuales gobernantes de esta ciudad, dentro de la iniciada remodelación de la Plaza de las Eras, la inminente desaparición del pequeño jardín o “isleta” que desde hace unos años acoge un a de las pocas esculturas, por no decir la única, que se pueden ver en esta Baza de principios del siglo XXI. Merece la pena que dediquemos unas breves consideraciones a este espacio que durante tantos años ha acompañado a todos los bastetanos y visitantes.

Situado en el centro de la Plaza de las Eras, este diminuto jardín triangular se construyó en los años 1953 y 1955, casi al mismo tiempo en que se realizaron los jardines de don Antonio y doña Teresa, esto es, los que se sitúan frente a la Cruz de los Caídos.

La historia de su origen es, por lo menos, curiosa. Corría la Feria y Fiestas de septiembre de 1952; este año se había programado una gran corrida en la Plaza de Toros en la que iban a participar los espadas Dámaso Gómez, Antonio Chenel “Antoñete”  y César Girón. Tal fue la visita de foráneos y el movimiento de los propios vecinos en dirección al coso de la antigua carretera de Granada, que el Ayuntamiento tuvo que  invitar a tres guardias urbanos de Granada para que regularan el tráfico en nuestra ciudad, por lo menos durante la subida y bajada del público taurino. Los tres guardias se colocaron en el paso a nivel, en la Plaza de San Francisco, es decir, en el cruce de Alamillos, Agua, Carril y avenida José de Mora y otro en la referida Plaza de las Eras.

Aquella circunstancia causó una gran novedad y sorpresa entre los bastetanos: tres guardias urbanos, con sus  uniformes y cascos… en nuestra ciudad sólo teníamos los municipales que, aunque servían para todo, la circulación de vehículos empezaba a ser tan grande que se requerían “especialistas”.

En vista de lo eficiente que fue para el tráfico la existencia de este guardia urbano en la Plaza de las Eras, se ideó construir esta isleta que sirviera para diferenciar la circulación de los que subían y de los que bajaban. El proyecto lo plasmó en el papel  el Sr. Herrerías, aparejador.

Lo que hoy conocemos como “isleta” del Cascamorras ha cumplido un impagable papel en la regulación de la circulación urbana. El principal cambio en la estructura y apariencia se produjo siendo Alcalde don Manuel Urquíza Maldonado (1995/1999), cuando se acordó instalar algunas estatuas en la ciudad que recordaran a propios y visitantes la historia o los hombres ilustres de la localidad, algo de lo que adolecía y adolece su paisaje urbano. Allí se colocó la estatua del Cascamorras, obra del escultor Salarich. Algunos actos vandálicos le han producido diferentes roturas y desperfectos, como los que se pueden ver en los dedos y en la cachiporra. La figura se ha convertido en una parada obligada cada seis de septiembre en el recorrido del personaje festivo; a ella accede el Cascamorras de cada año y desde allí tremola su bandera. Un nuevo arbolado y una nueva barandilla han sido algunas de las últimas mejoras introducidas en este pequeño espacio. Por cierto que otra de las obras encargadas por aquel Alcalde popular, la Dama de Baza en mármol, y que debía haberse colocado en la Plaza de San Francisco, se terminó instalando en el fondo de  la Alameda, un castigo por su fealdad  y falta de proporciones con la escultura ibérica. Siempre hemos considerado que nuestra Dama merece un lugar mejor. Ojalá con la remodelación de este céntrico lugar se dignifiquen también sus monumentos. Esperamos que con la remodelación de estos lugares, se dignifiquen también sus monumentos.