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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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ESCLAVITUD E  INQUISICIÓN EN BAZA (II)

Artículo publicado originalmente en las páginas centrales de la revista El Norte, en la segunda  quincena del mes de noviembre del 2007


Para combatir las herejías de los cataros y los albigenses en el sur de Francia, se establecieron tribunales eclesiásticos auspiciados por la Iglesia Católica. Tanto la pena de muerte, como la de ejecución de la misma en la hoguera, fueron establecidas por el Papa Gregorio IX, en el año 1231. Estos tribunales luego se extendieron por toda Europa, donde con el estallido de la reforma protestante tuvieron mucha actividad.

En España si bien la autorizó el Rey Jaime I en la Corona de Aragón, sin embargo no fue efectiva hasta que en el año 1478 el Papa Sixto IV la autorizó para que España pudiera resolver el problema judío. Es en  1483, con los Reyes Católicos cuando toma plena oficialidad.

Tuvo su máximo apogeo en el reinado de Felipe II; empezó a decaer con los reinados de los Borbones y fue abolida por primera vez en las Cortes de Cádiz (1812). Pero Fernando VII la restableció en 1814 (periodo absolutista). Finalmente fue abolida en el año de 1834, ordenando que se quitasen y quemasen todos los símbolos y emblemas de la misma en los pueblos de España en los que estaba establecida. En Hispano-América quedó abolida en distintas fechas. Igualmente, se quemaron numerosos archivos de estos procesos para evitar posibles represalias. Entre los quemados está el archivo existente en nuestra ciudad. Y es que este tribunal eclesiástico, en principio auspiciado para perseguir y castigar la herejía, considerada como  delito, funcionó en todas las principales ciudades y pueblos de España.

En Baza, el primer dato de su instalación lo tenemos en 1526, el mismo año en que se establecieron los tribunales de Ganada, Guadix y Loja. Nuestra ciudad no era un centro importante de judíos, por lo que es de suponer que no fue por culpa de ellos por lo que se procedió a su instalación. Más bien podemos considerar que se hizo con motivo de los nuevos conversos (cristianos nuevos), que son los moriscos que quedaron tras la conquista de la ciudad y  que, en apariencia, deciden aceptar y adoptar la religión cristiana, para luego seguir en privado practicando la islámica y mofándose de los dogmas de fe cristianos, y de sus prácticas religiosas.

Hay bastantes datos en los que queda reflejado como la Inquisición no persiguió la verdadera fe islámica y a quienes la practicaban, sino que se persiguió sólo a los que decían haber renegado de ella, simulando pertenecer a otra de la que luego se burlan.

Es decir, que estos nuevos cristianos (moriscos o judíos conversos) practicaban lo que en los escritos se denomina la Taqyya, el arte del disimulo como autodefensa, pues quedaron en esta ciudad después de los decretos de conversión o expulsión, y figuraron adoptar el cristianismo para seguir viviendo en sus pueblos. En el año 1492, el 31 de marzo, se dieron 4 meses a los judíos para convertirse o emigrar, y se cifra en 400.000 los que emigraron y 50.000 los que se convirtieron. Después de la sublevación de los moriscos que habían quedado en el reino de Granada (revueltas que duraron desde el año 1568 hasta el año 1570), es cuando se nota actividad en el Tribunal de Baza. Representacion pictórica de un Auto de Fe


Pero este Tribunal también persigue los casos de brujería, y estos fueron muy numerosos en una España en la que la ignorancia y la credulidad eran consustanciales con la población. Estos casos fueron los más llamativos y los que han quedado reflejados también en los documentos de los tribunales ordinarios, pues con frecuencia, se practicaba algún asesinato ritual, lo que ya entraba dentro de la jurisdicción ordinaria, y por tanto han quedado en sus archivos estos juicios.

Hay un aspecto muy llamativo en el funcionamiento del Tribunal, y es que este “se financiará con los bienes confiscados a los reos” y es en esta materia en la que se nota que sólo se procesa a personas que disponen de bienes que pueden ser embargados por los inquisidores.

Lo que también aparece en todos los escritos es la organización del personal que  interviene: inquisidor, fiscal, calificador, secretario o notario de secuestros (bienes embargados), notario del secreto (de las declaraciones obtenidas a los encausados) y un escribano general. Otros elementos imprescindibles fueron el alguacil, el vocero y el alcalde de la cárcel. Existían aparte otras figuras, tales como los “familiares”, que eran colaboradores seglares o laicos que tenían interés en pertenecer al Santo Oficio, bien buscando posiciones en el mismo o bien en defensa de sus intereses particulares, pues la aceptación de los mismos en el grado de familiares, les conllevaba una serie de privilegios ( inviolabilidad para él y su familia, garantía de sus bienes y opción a cargos, entre otras muchas ventajas). También estaban los Comisarios, que eran normalmente sacerdotes.

El funcionamiento del Tribunal de la Inquisición seguía un Procedimiento elaborado por Torquemada, Deza y Valdés. Cuando se tenía noticia (por delación secreta) de que en una población  había herejes, se daba en la misma un “Edicto de gracia” para que voluntariamente declararan sus pecados los que se consideraban herejes, lo cual nunca se realizaba. Existían muchas delaciones por intereses materiales, por odios y por rencillas personales. Se examinaba al inculpado, y lo primero que se le hacía era el embargo total de sus bienes, que servirían para pagar su gasto en prisión y el trabajo a realizar por el Tribunal. Los signos eran: La cruz verde, la rama de olivo y la espada, que figuran en su escudo o emblema.

La segunda parte del proceso se inicia con  los interrogatorios, y se daba un abogado de oficio al reo, el cual solo podía negar o reconocer. Su negación le llevaría a la tortura, que no siempre se utilizó, pero que era un medio de obtención de declaraciones. Entre los instrumentos de tortura utilizados estaban: La Garrucha, La toca y el Potro. Tras el final del proceso había varias circunstancias: el reo podía ser absuelto, el proceso podía ser suspendido, el acusado podía ser culpable y el acusado podía ser reconciliado.

Además de estos veredictos, se podían producir otros signos externos que decantaban el fallo, tales como Los sambenitos, cucuruchos o escapularios, así como sus nombres y penitencias impuestas en las puertas de las iglesias. De la ejecución de estos signos nos ha llegado el vocablo “sambenito”, como la mala nota que queda de una acción determinada.  En el último eslabón de las consecuencias que podía deparar un proceso inquisitorial estaba la Relajación al brazo secular que consistía nada menos que en la quema en la hoguera, con varias variantes: en muñeco, vivo o ya muerto. Estos, precisamente, son los espectáculos inquisitoriales que han llegado hasta nosotros.

La Inquisición ejercía también una labor de concienciación de cara a posibles “herejes”. La manifestación exterior más conocida, en este sentido, fueron los autos de fe, que eran unas representaciones teatrales con luctuoso final, en las que se pretendía llevar el temor a la población.

Quema de libros incluidos en el “Índex”

Entre las imágenes que nos quedan de la actuación realizada por la Inquisición destacan las procesiones hacia el estrado del “auto de fe”; la iniciaban los leñadores con la leña que se iba a quemar en las hogueras, le seguían soldados o miembros de la orden de San Pedro Mártir, la Cruz Verde, el estandarte y armas del Santo Oficio, el sacerdote portador del Santo Sacramento, el sacristán con su campanilla, más soldados, los reos acompañados de dominicos, y al final unos portadores de muñecos, a los que acompañaban cajas con los restos óseos de los fallecidos en prisión y que iban a ser incinerados en la pira. Finalmente unas mulas sobre las que iban montados los Inquisidores y oficiales del Tribunal.
Otro de los métodos empleados en Europa para obtener la confesión de los acusados de herejía En nuestra ciudad, el último domicilio que se le conoció al Tribunal del Santo Oficio, se situaba en la calle Alhóndiga, frente a la fachada lateral del Ayuntamiento viejo y a la puerta principal de la posada de la misma calle, la Alhóndiga. Es decir, colindante a la sacristía de la Iglesia Mayor. Era una enorme casa, que disponía de unas grandes puertas; en su interior, un patio con columnas que sostenían una galería, y  en su parte inferior estaban las celdas pegadas a la Alcazaba. Al fondo pasaba el Caz Mayor, que trasmitía humedad a las lóbregas cuevas que servían de cárcel; una pequeña puerta en hierro y una reja igualmente en hierro forjado daban a las mismas aire y luz.
En dicho edificio se hacían tanto los interrogatorios como las torturas y encarcelaciones. La Cruz Verde estaba en la placeta en la que sigue estando en la actualidad. Uno de los instrumentos de tortura más utilizados por la Inquisición, “el potro”

Quemada toda documentación referente a la Inquisición en nuestra ciudad,  en la busca de datos por otros archivos, he obtenido una serie de  resultados interesantes. En el Archivo Histórico Municipal, en los libros de “Cédulas de Nombramiento 1586 a 1650”, y en el de ´”Cédulas Reales. 1706 a 1762”, aparece reflejado el Título de nombramiento de familiar del Santo Oficio a favor de Jerónimo de Hinojosa, como representante del mismo en la Villa de Caniles. Dice así: “Nos los inquisidores contra la herética pravedad (maldad) apostólica en las ciudades y obispados de Cuenca y Siguenza, y en los partidos con la autoridad apostólica, confirmo a vos Jerónimo de Hinojosa, vecino de Tebar, jurisdicción de la villa de Alarcón, que en las cosas que se os encomendaren tocantes al gobierno de la Santa Inquisición, entenderes con toda diligencia, fidelidad y secreto. Considerando las calidades que concurren en vuestra persona y que sois quieto y pacífico, poseídos de la presente, os creamos, nombramos y depuramos Familiar del Santo Oficio [...] Queremos que gocéis de todo privilegio exenciones e inmunidades que tales familiares han [...] os debemos dar y damos licencia de familiar para que podáis tener armas con fines ofensivos como defensivos, de día y de noche en todo tiempo y lugar”. Sigue este título con la certificación del linaje (pureza de sangre) desde su cuarta generación de antepasados. Más tarde refleja cómo se le autoriza a la confiscación de bienes y apercibimientos de las penas pecuniarias a quienes se opongan a sus actos. Tal documento es testimoniado por los Ilustrísimos Inquisidores de Granada, firmando en nombre de ellos Agustín Dueñas. Tiene fecha de 10 de enero de 1592.

Aunque variando de quien lo expide, aparecen posteriormente testimoniados los siguientes nombramientos: A favor de Juan Martínez Tovar, vecino de Baza, expedido el 18-diciembre de 1596; de Luis Pretel Jurado, vecino de Baza el 22 de diciembre de 1597; de Luis Sánchez López y de Vicente Martínez Muñoz, en las mismas fechas; de Ginés de la Bastida (1623) y de Garci Bravo de Laguna (11-09-1623); de Mateo de Cossio Colmenares (5 de Agosto de 1696); de Juan Ignacio Miranda, el 10 de mayo de 1697; de Juan Gómez Cos y de Manuel Gómez Cos, el 7 de agosto de 1698. Aparece registrado el título de Juan Martínez de Zaragoza, Canónigo de la Iglesia Colegiata de Baza, en el año de 1719, también como Familiar del Santo Oficio. En el año 1729 aparece inscrito al auto de nombramiento de don Juan Zaragoza y Robles, Magistral de esta Santa Iglesia Colegial de Baza, por su nombramiento como Juez del Tribunal de esta ciudad de Baza y su Abadía, por el fallecimiento del anterior que lo era don José Obregón. Está dado en Madrid a 7 de mayo de 1729, por el Obispo Inquisidor General, y lo firma por mandato de su Iltrma, don José de San Martín.

En los Archivos de Indias (Sevilla) he encontrado estas dos referencias sobre bastetanos en el Nuevo Mundo, que optan a cargos inquisitoriales: Información genealógica sobre don Juan Bautista García Jiménez, presbítero pretendiente a Comisario, y de su hermano, Pedro García Jiménez, pretendiente a Familar y Alguacil Mayor del Tribunal de la Inquisición de Corte. Año de 1776.

De los documentos encontrados podemos deducir que se entendían como herejías: la incredulidad en la Inmaculada Concepción, el orinar en la puerta de la Iglesia, comer carne en día de abstinencia y manifestar que la fornicación no es pecado. Normalmente eran los dogmas de la Iglesia los que más se rechazaban por los nuevos conversos (judíos o moriscos)

“Brujas”, óleo de Goya

No se ha detallado aún ningún “auto de fe” celebrado en nuestra ciudad, por lo que hasta que no aparezca documento que lo acredite, no puede afirmarse el que lo hubo. Sin embargo queda acreditado como en el “Auto de Fe” celebrado en la Plaza de Bibarrambla en Granada, ”hubo quince vecinos de Baza encausados, así como cinco de Caniles”.

En los estudios de, profesor González Alcantud quedan reflejadas bastantes detenciones de personas acusadas de profesar clandestinamente el Islam (pese a estar bautizadas). Son de los años 1604 y 1605; en esos documentos se cita: “catorce vienen de Baza”, y en el año  de 1608, en que se practican nuevas detenciones se refleja: “que once moriscos vienen de Baza y siete de Caniles”.

Lo que sí queda acreditado era como la Inquisición perseguía a los moriscos, especialmente a los moriscos ricos, pues sus bienes eran muy apetecibles. Este contraste de hechos se debe a que en aquellos días había una correspondencia entre los moriscos murcianos, legalmente instalados en el valle de Ricote, y los que residían en nuestra ciudad. Nuestros vecinos les cuentan en sendos escritos cómo se ven impedidos de celebrar sus fiestas religiosas y prácticas habituales de su religión. De cómo han sido condenados algunos hermanos a recibir doscientos azotes y confiscación de bienes por mentiras y denuncias falsas, y cómo sufren toda seria de vejámenes por su condición religiosa.

Estos moriscos murcianos cambian toda serie de experiencias con los moriscos de nuestra ciudad para el mantenimiento de sus costumbres y medios de vida. En estos escritos se confirma también que no se persigue a quien cumple con los preceptos de su religión, sino a quien se ha cambiado por conveniencias (bautizado) y luego se burla de la religión que ha adoptado. Hubo tolerancia de la religión islámica hasta que los moriscos se sublevan y se da el decreto de expulsión, firmado por Felipe II en el año 1609. Durante dos años abandonan España unas 300.000 personas con destino al norte de África, con el consiguiente empobrecimiento de la artesanía, agricultura y ganadería de la nación. Todos los trabajos agrícolas y oficios de artesanía estaban ejercidos por estos moriscos y aunque se pretende sustituirlos por esclavos, esto nunca funcionó y arruinó las poblaciones. Tomando declaración a una inculpada con el método de “La Toca”, conocido también como “el agua”

Empiezan en estos días las persecuciones, no ya religiosas, sino contra las supersticiones y brujerías; de estos procesos sí se dispone de documentación, ya que en gran parte acaban en la jurisdicción ordinaria, por tanto, en archivos distintos (reiteramos que los del Tribunal de la Inquisición fueron en su mayoría quemados tras su abolición).

Hay constancia de procesos en los años de 1606 y 1714 en Baza, en ambos casos, de varias beatas condenadas por herejía y brujería. En ellos consta como se decían conjuros tales como... “con dos te miro, con tres te mato, la sangre te bebo y el corazón te parto”. Otros citan como ponían  “Rayas en el suelo poniendo pan y una muñeca punzada con alfileres, invocando al demonio”, para curar el mal de orina.

En general eran embaucadoras que vivían de la ignorancia y credulidad de sus clientes, que en su mayoría fueron seres desahuciados por la medicina.

El acto de brujería más conocido en nuestra ciudad

El acto de brujería celebrado en Baza que se encuentra mas detallado en todos sus puntos, es en realidad un infanticidio, por lo que su expediente pasó a la Jurisdicción ordinaria, y por tanto su legajo al Archivo Nacional en Madrid. Lo estudió la Profesora de Historia Moderna de la Universidad de Provence, Valerie Moreno, y  el resumen del mismo es el siguiente:

En el año de 1751, un grupo de hombres, dirigido por el Maestro de Capilla de la Colegial de Baza, llamado Ventura Torriens, inició unos trabajos para la localización de un fabuloso tesoro en la Alcazaba. Uno de los buscadores, llamado Francisco Carrera, manifestó el que en la noche de Todos los Santos, habían organizado los trabajos, pero que para ello se había matado un perro negro, pero no se pudo degollar.  A la noche siguiente fueron más los que se juntaron para excavar y entonces sí se degolló un perro negro y se iniciaron las excavaciones, se ahondaron bastantes varas y como nada aparecía se les echó encima el invierno y se hubo de dejar. Pero esta historia de la busca del tesoro en la Alcazaba y de los maleficios para localizarlo se vio de pronto involucrada con la aparición de la manecilla de un bebé en dichos terrenos excavados. Entra en acción la justicia ordinaria y tras investigaciones varias encarcela a varias mujeres gitanas, que tras hacerle muchos actos de crueldad a este infante acabaron por descuartizarlo y matarlo. Intenta la justicia aunar los hechos del Maestro de Capilla Sr.Torriens con la mano del bebé, y se ha de descartar la involucración de este Señor en tal infanticidio, por lo que se centra la investigación en las gitanas.

“Tras varias declaraciones falsas, las inculpadas se avienen a decir, la que dicen ellas es la verdadera confesión: que un poderoso vecino de la Villa de Orce, llamado Don Andrés de Segura, sujeto de poca salud, pero con mucho manejo de caudales por ser administrador de los bienes del Conde de Aguilar, por adquirir la salud que le falta y para alargar la vida en treinta años más, como se lo ofrecían, compró la sangre y las babas de la criatura. Y que para ocultar la verdad había gastado más de trescientos mil reales entre la justicia y personas que anduvieron en el enredo”.

De esta declaración y otras sucesivas sale a la luz el nombre de Álvaro Vicente de Mendoza, administrador a su vez de los bienes de don Andrés de Segura, siendo este, según otra testigo, quien se presentó en la cueva en que residían la gitana Maria Antonia Moreno con su madre Antonia Guillén y dijo: “Tía Antonia ¿está compuesto aquel recado?”. Y como se le contestó que aun no estaba. Quedó en volver a la mañana siguiente. Dice la testigo, que vio darle a su madre un puñado de pesos duros, y que el hombre se fue.Esta misma testigo dice: “que vio entrar a Josefa Romero, y Bernarda Vizcaíno con María Josefa Tudela llamada la murciana, diciendo esta ultima “tía Antonia, ya está aquel recado” y su madre respondió ¿qué recado? Y la murciana dijo “El niño, véalo usted aquí”; y se lo puso a su madre sobre las rodillas boca abajo...   y dijo a una de las otras dos que pusieran una cazuela para recoger las babas y las lagrimas y así lo ejecutaron”. Uno de los instrumentos de tortura, el tormento

Describe con todo detalle la testigo el descuartizamiento del menor, y como ella no pudo aguantar el llanto; asegura que le dijo la murciana “mira no haga contigo otro tanto”. “Le dio con el cuchillo dos golpes y le cortó la mano, luego lo rajó y le sacó el mondongo, la asadura, el corazón y todos los despojos, y  todo esto con la mano. Luego abierto lo puso como los cochinillo en una caña cuando se abren”.

No deja de anotar el secretario escribiente los datos macabros de esta declaración y cómo a la mañana siguiente el llamado Álvaro de Mendoza llamó a la puerta y le entregaron el capacho y la redoma con la sangre y baba del menor, y de cómo tiraron los restos a los barrancos, donde fueron hallados y a través de ellos prendidas las mujeres.

De esta declaración se detuvo al señor Mendoza, y se supo que el mismo también había ordenado la castración de un francés, para medicinar a su administrado. Así mismo se supo que era morisco falsamente convertido. Tiene luego el proceso su curso legal, con indagatorias y documentales, mas estando fuera el Alcalde de Baza, pasaron estos trabajos a Pedro Bustanovi, en su calidad de Teniente del Corregidor, y a Juan Antonio Guillén, como asesor.

Restos de la Alcazaba de Baza

Se logra exculpar a Torriens de todo cargo contra el mismo, pero se diluyen los cargos contra los poderosos vecinos de Orce, e incluso hay una aportación documental, en la que se hace parte en el auto el albañil Pascual Fernández, padre del niño asesinado, de quien se dice que habiendo acudido a pedir justicia contra el llamado Mendoza, fue apaleado por  los instructores por considerarlo un borracho y un pícaro y que como volviese a poner en su boca el nombre de Mendoza lo iban a poner en presidio. “...después de varios meses, se conocen las sentencias pronunciadas por el Tribunal, la Murciana fue gravemente reprendida, advertida y conminada, absuelta ad cautelan y condenada a la confiscación de la mitad de sus bienes, desterrada de la ciudad de Baza y de la de Madrid”.

Todos los implicados fueron sentenciados, y el que más lo fue el Administrador Mendoza, que fue tachado de mahometanismo, y conducido a las cárceles secretas de la Inquisición, con secuestro total de bienes.( 10-05-1753). Nada se supo de si el instigador Andres Segura, fue o no encausado por la Inquisición bastetana. Sin embargo de este  horrendo crimen de infanticidio pocas condenas se dieron a pesar del impacto causado en la sociedad bastetana de la época, quedando muy en duda la imparcialidad de la justicia de la época.

Sobre procedimientos inquisitoriales por lectura y tenencia de libros incluidos en el “Índice de libros prohibidos”, a personalidades bastetanas, no he encontrado referencia alguna, lo que es de suponer que no existieron personalidades o intelectuales de la época que dispusieran de los mismos.