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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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¿Antitaurinos?

Artículo publicado originalmente en la sección “Última Página” de la revista “El Norte” correspondiente al mes de agosto de 2010


Observo las coloridas e impactantes estampas en las que un grupo de jóvenes y no tan jóvenes damas, se nos muestran tal cual vinieron al mundo, pero con un buen par de banderillas colocadas en sus delicadas pieles, e incluso algún que otro caballero de no tan buen ver, lleno de pintura roja en sus espaldas. Todos ellos se manifiestan contra las corridas de toros “a la española” e incluso, dicen, en defensa de estos animales, nacidos y criados exclusivamente para la celebración de estos acontecimientos, que no espectáculos, en los que al enfrentarse al hombre muestran su bravío, pudiendo llegar a ser indultados de su fin natural. Y es entonces cuando me pregunto si, a estas personas, les son deconocidos los “otros” aspectos de la celebración de las corridas. Creo que no. Que no iban contra las banderillas, ni contra la puya, ni contra la muerte a estoque. Iban contra una fiesta  que se dice “nacional”.

Aprovechando esta corriente de defensa del animal, dos partidos políticos catalanes, Convergencia y Unión y Esquerra Republicana de Cataluña, con la complicidad de Izquierda Unida, han alentado e inflado el globo de tal forma que han visto en este movimiento a favor del animal, el viento propicio para asestar un golpe a la unidad del país y obtener un nuevo punto a favor de sus intereses diferenciadores. Aquí y ahora, lo que se ha producido en el Parlamento Catalán, el pasado 28, es un atropello a la libertad basado en la “legalidad vigente”. Curioso y a la vez indignante para cualquier persona sensata, que esta prohibición no se refiera a la muerte de cualquier animal por métodos violentos.

No, tampoco que los animales sean sometidos a vejaciones en festejos populares, no. Aquí lo que ha pasado es que se ha utilizado por determinados grupos políticos este movimiento de defensa del animal para lograr una resolución en la que lo que se pretendía era resaltar el hecho diferencial: si el toro representa a España, aquí en Cataluña no nos representa. Pero este hecho lo es por imposición a las libertades de decisión de la población catalana. Han votado sus representantes, acatémoslo.

Triste favor a una joven democracia, en la que basándose en triquiñuelas jurídicas y parlamentarias legales se obtienen estos resultados tan políticamente decantados a un movimiento predeterminado. Es un ataque a la libertad de elección, eso sí, que se ha realizado con toda la corrección política que una decisión de tal calado merecía: “la fiesta nacional queda prohibida en Cataluña”. Sesiones en las que se han tomado  la palabra del animal sesudos varones, que le han puesto su voz y graduado su sufrimiento en la plaza durante la lidia.

Defensores a ultranza de la “fiesta nacional”, toreros y escritores a los que se les ha permitido exponer sus opiniones. Empresarios que han evaluado el impacto de la decisión en términos económicos, trescientos millones de euros. Se ha intentado por parte de estoas grupos políticos proceder a una movilización ciudadana a favor de la abolición de la fiesta, pero haciendo hincapié en que la fiesta es una  “identificación con España”. Porque también es curioso que sea nuestra joven democracia y la Constitución que nos rige, la que admite la existencia de partidos nacionalistas o segregacionistas. Ninguna democracia europea admite en su seno tales partidos alimentados con el erario público.

Como país estamos regresando siempre en el tiempo; suenan hoy en los periódicos los conceptos y los fantasmas del siglo XIX. España: unitaria o federal. Hemos visto con esta votación un paso más de “hacer país”, lema de los políticos catalanes, marcar distancias, defender lo identitario (aunque se permita maltratar a los toros y otros animales; pero no permitir la lidia a la “española”).

Es un acto el de hoy de atropello legal contra las libertades de un pueblo, contra miles y miles de aficionados, que son muchos más que los detractores, defensores de los animales y políticos segregacionistas, que se tendrán que desplazar cruzando esta frontera simbólica, que hoy ha sido creada, para ver y aplaudir a sus ídolos y asistir a la fiesta. Las dictaduras tienen eso: el desprecio del individuo y su libertad de opción (quien no recuerda cruzar la frontera para ver cine o comprar libros aquí prohibidos).

En esto, como en otras cosas, esta hermosa Cataluña está cayendo bajo la tiranía de unas leyes impuestas. La votación ha sido 68 a favor, 55 en contra. Como siempre hay personajes que imitan a Vellido Dolfos… y otros a Pilatos, lavándose las manos.

Los monarcas absolutos, tiranos de su pueblo, hacían lo mismo que hoy ha hecho el Parlamento Catalán “suprimir las corridas de toros y novillos de muerte”, según podemos ver en esta Real Cédula de 1805 que acompañamos en este artículo. ¿Tendremos que esperar muchos años para ver el real alcance de esta decisión? En este caso, esta Real Cédula firmada por  Carlos IV, fue abolida por su hijo Fernando VII.