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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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Baza en la literatura nacional de la primera mitad del siglo XX

Artículo publicado originalmente en las páginas centrales de la revista “El Norte” correspondiente a la segunda quincena de febrero de 2008.

Nuestra ciudad en la vida y obra de Carmen Conde, la primera mujer nombrada Académica en la Real Academia Española de la Lengua.

Así como la presencia de Baza en la obra de su esposo, el poeta Antonio Oliver


La dilatada historia de Baza, tal y como viene quedando patente en los escritos que venimos  publicando en El Norte, ha dejado numerosas personas ilustres, muy destacadas en los diferentes sectores en los que han desarrollado su trabajo. Algunas de ellas, para desgracia de la sociedad bastetana, no han terminado sus días entre nosotros, a pesar de lo cual merecen nuestro más entrañable recuerdo y homenaje. Porque aquí han tenido a sus amigos, porque han paseado por las mismas calles por las que hoy caminamos diariamente todos, porque han sufrido los fríos inviernos y los calurosos veranos de esta tierra, porque han sentido en su piel el viento, los frescos atardeceres y las nieblas mañaneras. En definitiva, ellos conocen bien esta ciudad y, por tanto, son también parte de ella. Han disfrutado la variedad gastronómica, han participado de sus costumbres, de sus fiestas, llevan dentro nuestra forma de ser… su marcha, por distintos motivos, ha dejado en Baza una huella imborrable, una imagen que no podemos olvidar. Ni debemos.

Hace meses escribíamos aquí sobre los viajeros que nos visitaron en el siglo XIX, ahora lo hacemos sobre otros, otros que no han sido “viajeros” sino “vecinos” durante meses o años, pero en el siglo XX. Una de esta spersonas es carmen Conde, escritora y poeta.

Carmen Conde Abellán nació en Cartagena el 15 de Agosto de 1907. Tras los estudios elementales, se graduó en Magisterio, donde comenzó a destacar por  sus aficiones literarias, tanto en la narrativa como en la poesía. Los primeros años de su vida, los pasó  en Marruecos, en concreto entre 1914 y 1920. Este periodo quedaría reflejado posteriormente en su obra, poemario en prosa, “Brocal”.

En el año 1931 contrajo matrimonio con su paisano, el poeta Antonio Oliver Belmás que, iniciada la Guerra Civil, se incorpora al frente. Hombre culto, se le encomienda la misión de Dirección de Propaganda, junto al Estado Mayor del Ejército del Sur, en concreto, se le pone al frente de la Emisora Frente Popular, numero 2 (E.F.P.-2),siendo nombrado director de la citada emisora. Su primer destino fue en tierras de Jaén, (frente de Andalucía), desde donde intentará contrarrestar la propaganda que el General Queipo de Llano realiza desde las ondas de Radio Sevilla.

La misma Carmen Conde, en sus escritos narrativos, refleja muy claramente estos años tan fatídicos de 1936, 37 y 38. En ellos comenta como  llegó a estas tierras andaluzas siguiendo la llamada de su esposo, aunque también deja entrever que no se encuentra a gusto en el ambiente militar en que este vive. Ella, suficientemente independiente, optará por vivir otra vida, muy suya, en la que nadie puede mandar. Ya entonces demostraba su carácter y la voluntad de ser ella misma. Tras el  bombardeo de Cartagena, decide regresar a la costa mediterránea, donde encontraría a toda su familia sana y salva.

El cambio de estrategia dentro de tierras andaluzas de la emisora F.P.-2 del Estado Mayor, que se convierte en “Emisora móvil” hace que vuelva con su esposo a Andalucía, si bien por poco tiempo, un periodo en el que tiene nuevamente disidencias con los militares que acompañan a su marido. Debido a estos desencuentros, dura bien poco su estancia en tierras de Jaén, pues su marido recibe órdenes de instalar esta emisora móvil en el Campo de Baza.

Como había vuelto a tener problemas, tanto en el aspecto de la “comida” como en el de la “limpieza” de su ropa personal, a su llegada a nuestra ciudad toma habitación en una pensión, llamada “Pensión Bastetana” regida por  Doña Paca, viuda de Cañadas, de la que había obtenido buenas referencias.

La emisora del estado Mayor del Ejercito del Sur  F.P.2. fue instalada en el campo de Jabalcón, en el lugar conocido como “La Colonia“, desde la que empezó a emitir a primeros del año 1938.  Pero la distancia de este lugar a la ciudad, hizo que el matrimonio Oliver-Conde decidiera  vivir en un cortijo muy próximo al lugar en que estaba la emisora; era un lugar intermedio entre “La Colonia” y el amplio y famoso cortijo llamado de ”Misitón”. Carmen disponía de tiempo para pasear por estos bellos parajes de la falda del cerro Jabalcón. Para intentar sobrellevar de mejor forma su estancia en este espacio, invitó a vivir con ella a una amiga y compañera que le acompaña en sus paseos por todo el campo de Baza. En este bucólico ambiente tiene el matrimonio Oliver-Conde numerosas desavenencias conyugales; la influencia de la amiga de Carmen (según su biógrafo Amanda de Junquera) tiene mucho que ver en esta vida de amor y desamor de la pareja.

 
Como inciso y nota informativa, hay que aclarar que este lugar conocido como cortijo del “tío Misiton”, no es otro que “La Tejera”, aunque por su nombre no se cita en casi ningún escrito. Y es que en aquellos días el lugar es propiedad de Mexitón Sánchez Requena, y de su esposa  Maria Álvarez Aznar. El cortijo en cuestión disponía de unas 558 fanegas de tierra, muy buena comunicación con Zújar, Baúl y Baza; sus senderos llevaban con facilidad al Barranco del Agua, a las faldas del Jabalcón y a La Colonia; en él trabajaba una cantidad de personal, entre muleros, acequieros y labradores, de más de 15 personas fijas.
El cultivo en cereal y ganado que tenía el mismo, quitó mucha hambre en estos aciagos días de la Guerra Civil. Mexitón era de los hombres llamados “de palabra”, cumplidor, honrado a carta cabal, y de buen corazón, según la estimación de quienes le conocieron en vida. Todos coinciden en el hecho de que antes, durante y después de la guerra civil, su cortijo fue refugio seguro para todas las personas que buscaron amparo en el mismo.
 

Tanto Carmen Conde, como la amiga que le acompaña desde su regreso de Cartagena, encuentran que en estos cortijos se disponía de abundantes provisiones alimenticias; los va visitando y conociendo, con lo que toman contacto con la rica gastronomía de la zona, que luego reflejará en sus escritos de narrativa.

Del cortijo de “Misitón“ nos dejó estas magnificas líneas: “Entre ellos se encontraba el Cortijo de Misitón, joven padre de familia, honrado a carta cabal y trabajador. Con dinero contante y sonante se le podía comprar todo cuanto la sobraba y no le era imprescindible: corderos, patatas, tocino, incluso cerdo. Uno de estos le encargamos para llevárnoslo al regresar a Valencia, en donde yo vivía, para asistir a la Universidad. Mis amigos más íntimos y queridos tenían  familiares en el Madrid del hambre, y siempre que era posible les enviábamos, ya por medio de militares, que iban en rápido viaje, ya por medio de bultos que llevaban los autocares, que iban a Madrid, lo que nos era posible obtener en su beneficio. Misitón nos enseñó un buen ejemplar con su nombre y todo, “Patiblanco”, y concertamos con él su compra, se lo pagamos, como todo, y le pedimos que nos lo conservara hasta la Navidad. Entonces vendríamos a buscarlo.

La matanza se efectuaría en casa de unos conocidos en el anejo de El Baúl. Allí se realizaría el sacrificio de “Patiblanco”, y su descuartizamiento para que nos cupiera en una inmensa maleta de fibra, que me había prestado el marido de la hermana del mío. Antes de Navidad y sabedores ya del regalo que les tenía, vinieron a Valencia dos hermanos de mis amigos, para llevárselo.

La narrativa de Carmen Conde se extiende sobre este asunto del “Patiblanco”, describiendo como en diciembre de aquel año de 1938 volvió, desde Valencia a Baza, en busca del cerdo. “Y con él en una furgoneta nos fuimos a Baúl. En Baúl hacía un frío horroroso. Verdad que íbamos desnutridas mi amiga y yo, y que la falta de reservas nos hacía más vulnerables. El matrimonio nos alojó en una habitación que parecía una nevera, y hubimos de acostarnos vestidas y hasta creo que calzadas”.

De este matrimonio que les descuartizó y preparó el cerdo y todos los productos del mismo en una maleta, recuerda que eran buenos cocineros y que llevaban víveres y ayudas a los presos de las cárceles cercanas. Confiesa que ella no presenció el sacrificio del pobre “Patiblanco”, pero que descuartizado ya el cerdo, y hechas las manipulaciones con sus sabrosos elementos, tocó encerrarlo todo en la maleta y otros bultos.

Sigue escribiendo: “Entonces vendría lo mas duro. Los medios de comunicación que utilizábamos como seguros y de confianza eran oficiales. Ya antes de salir de Valencia para Baza, precavida, me abastecí de salvoconductos variados, así como de los billetes del transporte. Como alguien me advirtió, de lo difícil, si no imposible, del acarreo alimenticio, me proveyeron de cierto documento que informaba a las autoridades de cada provincia relacionadas con el tránsito de que yo era portadora de una misión especial relacionada con los Archivos.. Esta afirmación autorizaba el peso nada baladí de “Patiblanco”.

Partimos de Baza por la madrugada. Todo en regla. Mi marido estaba ausente, pues de haber estado se habría opuesto a lo que estábamos tramando. Al llegar a Huércal Overa, surgió necesidad de cambiar de autocar (el que nos llevaba se volvía a Baza inmediatamente). El vehículo era más pequeño, no admitía tantos viajeros ni equipajes. Quedaron eliminados los más pesados de estos. Mi compañera y yo nos quedamos espantadas. Mas habíamos aprendido que la audacia era el documento mas infalible. Entre todo aquel montón de maletas, bultos y cestos destacaba nuestro maletón. Me acerqué al responsable del viaje entre Murcia y Valencia, y le abordé con ánimo. Le expuse la necesidad de salir en el primer vehículo. Y este es mi equipaje dije. “¿Éseee...?”.  Nos miramos con malas caras. Entretanto mi acompañante ha se había instalado en el autocar reservándome un asiento.

Saqué  mis papeles. “Fíjese en este documento y comprobará que llevamos una misión urgente, ya cumplida y que he de entregar hoy mismo en Valencia”. Giró una larga mirada a todos los bultos amontonados. “¿Qué lleva en esa maleta?, señalando la nuestra. “Un peso enorme: papeles de un archivo, libros…”. “Tome”, me devolvió los papeles que yo le había enseñado, “y súbase al coche que saldrá inmediatamente”. “¿La maleta?”. “Se la subirán inmediatamente delante de usted”. Respiré aliviada viendo a un mocetón subir al vehículo la maleta. Finalmente llegó a Madrid y fue repartido entre varios compañeros, quedándonos nosotras con una pequeña parte de “Patiblanco”.

Con esta fresca y espontánea forma de narrar, deja Carmen Conde reflejadas varias historias de su estancia en nuestra ciudad; sus andares y excursiones por la Hoya de Baza y faldas del Jabalcón, por los senderos que unían el cortijo en que vivió “a igual distancia de la Colonia que del Cortijo del tío Misitón” y el Barranco del Agua, Baúl, y La Colonia. Y, como no, su estancia en nuestra ciudad  y pueblos colindantes en el año 1938.

Toda la belleza de esta  tierra, tan cercana a Murcia, quedo reflejada en su obra “Con la voz de las aves” que figura en su libro de relatos “Soplo que va y no vuelve”, editado en Madrid en el año 1944. Entre su variadísima obra destacan “Réquiem por nosotros dos” y “ La noche oscura del cuerpo”

Carmen Conde, considerada por la crítica como una de las mejores prosistas y poetas del  siglo XX, fue la primera mujer nombrada Académica de número de la Real Academia Española, ocupando el sillón letra “K” en el año 1978. Murió el día 8 de enero de 1996.

 

Todos los escritos, biblioteca e incluso vivienda y muebles, fueron legados al Ayuntamiento de Cartagena, por disposición testamentaria. Esta ciudad ha constituido, el Museo Carmen Conde-Antonio Oliver, dirigido y velado por un Patronato, desde el año 1995.

NOTA DEL AUTOR: Mi agradecimiento al padre franciscano Francisco Gómez Ortín (padre Javier), por darme a conocer la magnífica narrativa, prosa y poesía de este matrimonio cartagenero.

 

Antonio Oliver, nacido en Cartagena el 29 de enero de 1903, fue poeta, crítico literario, e historiador del arte español. Falleció el año 1968.

El esposo de Carmen Conde, Antonio Oliver Belmás, dedica su tiempo libre a su principal afición. Ya sabemos que fue, durante su estancia en nuestra ciudad,  el Director de la Emisora FRENTE POPULAR N.º  2, instalada por el Estado Mayor del Ejército del Sur en el Campo de Jabalcón, en La Colonia. En sus obras deja traslucir su espíritu poético, componiendo versos  en los que nos dejó estos  recuerdos.

 

EL JABALCÓN

Frente a ti, sierras lunares;
Arcaicas orografías;
sílices; alegorías
de yedras y de hontanares.
De la hoya bastetana
Eres castro, promontorio;
Por tu evidencia lejana
Cruza un viajero ilusorio,
Jabalcón de la mañana.
Te mira con sus yerbascos,
tus barrancas, tus riachuelos,

tus horizontes, tus cielos,
tus laderas, tus peñascos.
Con Zujar, tu amiga, fiel
Como una blanca cordera.
Y también de otra manera
Surges con Benamaurel.
En tus cumbres, Jabalcón,
el águila,  el huracán,
el cuervo y el aquilón.
Y a tus pies, campos de pan
que pueblan la evocación.
 

EL BAÚL

Perteneció este Baúl
a la gente de Mahoma;
pero la que ahora lo toma
no es tampoco de Saúl.

Yo miré tras la nevasca
Sus rápidas humaredas;
sus casas, sus arboledas
de pino, chopo y carrasca.

 

Es humilde esta Baúl,
mas contiene buen reparo.
Que tenga tanto no es raro,
Que no es su dueño gandul.

Guarda fruta, leche, pan,
fuego, repletos corrales,
Y unas serranas juncales
que, en vez de pedir, nos dan.

Se halla abierto este Baúl,
pues no lo cierra el avaro,

Para el viajero es amparo
bajo la intemperie azul.

Guarda queso, miel, aceite,
manteca que al gusto es suave.
Y aunque no les pones llave
guarda sonrisa, deleite.

La ausencia, que es malla, tul,
lo separa de mi anhelo,
Pero rememoro, vuelo
y me meto en el Baúl.

 

CANILES

Caniles-  ¡ Sierras de Baza¡-
no es un pueblo granadino,
no es una villa, una plaza
es un pan, es una hogaza,
sobre una mesa de pino.
Ganas me dan de besarlo,
de partirlo, de cortarlo,
de comerlo con tocino.
Y ante todo de mirarlo
Otra vez, junto al camino.