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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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LA CARA DE DIOS

Artículos publicados originalmente en la sección "Rincones Bastetanos" de la Revista "El Norte", en la primera quincena de abril de 2011 


Ha estado acompañando a esta ciudad en los dos últimos  siglos; cuidada y expuesta al pueblo devoto de Baza, en un pequeño altar, tras cuyas rejas se ha venido mostrando este cuadro del  rostro de Jesús de Nazaret y que, popularmente, es conocido como la “Cara de Dios”.

De la numerosísima iconografía religiosa que nos muestra el  rostro de Jesús, es tal vez este cuadro el que tiene la enorme importancia de estar alejado tanto de la concepción pictórica de los ortodoxos griegos, como de los perfiles diseñados a partir de la Sábana Santa de Turín.

El cuadro tiene una larga historia interfamiliar. Se ha conocido que fue traído a Baza por el señor Cossio, quién lo regaló a  su amigo Martínez Pimentel, que estaba casado con doña Gracia Castellano Manzano. Este matrimonio fue quien  hizo la pequeña capillita en la calle Mesto, pasando después la propiedad a Teresa Martínez Castellano, y de esta, a doña Teresa Pimentel, casada con el D. Juan Parra; no teniendo este matrimonio descendencia, la propiedad pasa a su hija  adoptada, Lucía, que es la actual propietaria de la casa y del famoso cuadro.

La devoción que en todo momento ha tenido la población de Baza, a la Cara de Dios, como comúnmente es conocido, queda reflejada en la gran cantidad de ramos que prenden en sus hierros las novias recién casadas  en las cercanas iglesias de San Juan y La Piedad, siempre en cumplimiento de una promesa.

De la “Cara de Dios” se conocen numerosas anécdotas. Una es la del albañil que, recién cobrada la paga, pasó ante la imagen y se puso a contarle sus penas, mientras le echaba el jornal cobrado por la rendija existente para recibir las limosnas para el culto. Dejó allí toda la paga. Cuando llegó a casa y la esposa supo del hecho, ella misma tuvo que pedirle a la dueña de la casa que, por favor, se la devolviera. O aquel gitano cantaor que, en el año 1943, al salir de la cárcel en la que había entrado por un robo, lo primero que hizo fue ir con un amigo y una guitarra, a cantarle a la “Cara de Dios”; se lo había prometido si le ayudaba a salir de la trena, según explicó a los vecinos.

Ya en nuestro siglo, en el año 2008, la “cara de Dios” sufrió un importante destrozo. Fue durante el robo de la casa en la que se encuentra expuesto; un ladrón entró buscando dinero y al mismo tiempo destrozó el pequeño altar que muestra la imagen de Jesús. Por ello se optó por retirarlo de la vista del público. Aún sin estar expuesto, más de una vez hemos visto brillar las luces de unas velas y, unidos a los hierros de su reja, los ramos de muchas novias bastetanas, que se lo habían  ofrecido. Por fin, en el verano de 2010, volvió a estar abierto al creyente, tras su reparación, por la propietaria actual de la casa en la que está situado.

Históricamente ha sido la hornacina religiosa que más controversias ha generado a lo largo de su existencia. Posiblemente sea porque es uno de los elementos más queridos por la población. Es curioso observar como, basándose en la “libertad de creencias” que garantizaba la legislación de la Segunda República, dos miembros del Ayuntamiento, pertenecientes a un partido que se declaraba “ateo”, intentaron  eliminar de la vida pública y ciudadana de Baza, esta “hornacina religiosa de creyentes cristianos”. Fue una  torticera interpretación de la Ley de Libertad Religiosa, como la que suelen hacer todos los que se dicen demócratas y en realidad son tiranos,al utilizar la libertad para atacar y destruir al que no piensa como ellos y a los que consideran “enemigos”. Su propuesta no prosperó en aquellos días, por un formulismo legal, “la hornacina religiosa estaba dentro de una propiedad privada”. Y en la propiedad privada no tiene jurisdicción la autoridad municipal. Por eso, se salvó.