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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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LA CONQUISTA DE BAZA CONTADA POR LOS VENCIDOS

Artículos publicados originalmente en la sección "Memoria y Opinión" de la revista "El Norte", en la segunda quincena de diciembre de 2005. 

El pasado 4 de diciembre, festividad de Santa Bárbara [referido por el autor al año 2005], se cumplían 516 años de la conquista de Baza a los musulmanes, por parte de las tropas cristianas de los Reyes Católicos. Un hecho importante para la historia de nuestra ciudad que siempre nos han contado como algo heroico. No obstante, hemos tenido oportunidad de acercarnos a este acontecimiento desde el punto de vista de los derrotados, en los que la historia presenta otras circunstancias. Les ofrecemos un fragmento de los Reyes Nazaritas incluido en las publicaciones del Instituto General Franco para la Investigación Hispano-Árabe, sección 2ª, número 2 y editado por Gráficas Bosca, en Larache, en el año 1940.

El sitio de la ciudad de Baza

En el mes del Recheb del año 894 (1488 en el calendario cristiano), salió el enemigo con su ejército, en dirección al castillo de Muchar. Púsole sitio y a los pocos días de combatirlo reciamente logró apoderarse de él. Ocupó asimismo otros castillos cercanos al citado y a la ciudad de Baza. Por fin, dirigióse a esta última ciudad, acampando en sus cercanías. Encontrábase bien provista de  caballería e infantería, de pertrechos y de víveres, hasta el  punto de que cada vez que el sitiador se acercaba a la ciudad, con ánimo de combatir a los musulmanes, tenía que retirarse fracasado y con pérdidas.

Grande fue el número de muertos del enemigo, quien no logró, sin embargo, impedir la entrada y la salida de la ciudad, como lo había hecho con otras poblaciones.  Al contrario, tenían entrada franca todos los valientes que, de pie o de a caballo, acudían en socorro de la misma.

El enemigo permaneció frente a la ciudad los meses de Recheb, Habau y Ramadan. Pero los musulmanes se sostenían en ella, dominando al enemigo de modo que, siempre que este intentaba acercarse al poblado, los sitiados lo contenían y lo hacían retroceder, decepcionado y con pérdidas. Y así no pudo poner en batería sus cañones ni otras máquinas de guerra.

Llegado el mes Hawab, intensificaron los cristianos el cerco de  los sitiados, construyendo, para atacar la ciudad, una empalizada y un profundo foso, en los cuales pusieron hombres y centinelas, con objeto de impedir la entrada  hacia los sitiados de tropas de tropas esforzadas que vinieron a  prestarles ayuda y socorro contra sus enemigos, o de gente que les trajese mantenimientos. Tampoco se aminalaron los musulmanes con esta actividad de los sitiadores. Antes, haciendo salidas por los portillos y descolgándose por las murallas combatían a los adversarios, bien en su propio campamento, bien en los caminos por estos frecuentados. Así, no solo hacían en ellos gran matanza, sino que  conectaban con los musulmanes que hasta la ciudad llegaban para socorrerla con los víveres que necesitaba.

Siguieron los de Baza resistiendo tan apretado sitio durante los meses Hawab, Dulcada y Dulhicha. A fines de este último mes los notables de la ciudad hicieron, sin que se enterase el vulgo, un recuento de los víveres que quedaban; y como los encontraron suficientes sólo para pocos días, enviaron emisarios al Rey de los cristianos, solicitando salvoconducto bajo ciertas condiciones que le propusieron.

Habiéndole encontrado propicio se concertó una tregua entre ambas partes. Por fin, las conversaciones, que se llevaban a espaldas del vulgo, condujeron a que las proposiciones fuesen aceptadas en su totalidad.

En su consecuencia, un viernes, diez de Moharren, primer mes del año 895 (1489), los Caídes de la ciudad introdujeron a espaldas del vulgo en la ciudad, un  grupo  de cristianos que, apoderándose de la Alcazaba, llegaron a dominar al común de los habitantes  de la ciudad, los cuales quedaron totalmente desmoralizados. Luego dejaron marchar libremente a los esforzados infantes y caballeros, que habían permanecido con ellos, ayudándoles en su lucha contra el enemigo. Estos auxiliares salieron todos con sus caballos, armas y efectos, con arreglo a lo pactado con los Caídes, y se dirigieron a la ciudad de Guadix. Los reyes católicos fueron los principales protagonistas de este momento histórico

Evacuada la población y ocupada por los cristianos, salieron sus moradores para los próximos arrabales, salvos, y llevando consigo muebles y efectos. En la ciudad no dejaron más que los techos.

El enemigo puso al frente de la ciudad, como gobernador, a uno de sus capitanes. Organizó la población y la abasteció de lo necesario: víveres, provisiones y máquinas de guerra, partiendo después de Baza para Almería. En este trayecto no pasó por castillo o Alqueria cuyos habitantes no entrasen en su dominio y obediencia, sin cerco ni combate alguno.