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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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EL FRÍO DE LA MAYOR

... de los perjuicios que el cercano paso del Caz Mayor viene provocando a la iglesia Mayor y de cómo se han intentado reparar.

Artículos publicados originalmente en las "Páginas Centrales" de la Revista "El Norte", en la segunda quincena de marzo de 2009 


En los primeros días mas crudos de este invierno, con motivo de una solemne función religiosa en la que oficiaba el Sr. Vicario de la diócesis, uno de los sacerdotes concelebrantes tuvo la atención de dirigirse a los fieles allí congregados agradeciéndoles su asistencia, a pesar del frío que habían tenido que soportar en el templo.Qué cierto era. Los asistentes éramos muchos, pero en la grandeza del primer templo de nuestra ciudad, el enorme frío que nos subía por nuestros pies, era aún más grande.

Recordaba, mientras cambiaba una y otra vez de postura mis pies, en busca de calor, las enormes esteras de esparto con las que en los años atrás, en la década de los cincuenta, cubrían su suelo y las enormes cortinas que impedían un poco el paso del gélido aire de la calle a su interior.

Pero también recordaba aquel librito (separata) que había escrito don Luis Magaña Visbal (publicado por el C.S.I.C. en el año 1954), en el que recogía el dictamen dado por el gran arquitecto Alonso de Covarrubias, allá por el año de 1533, en el que ya se decía lo siguiente: “como la obra que se hacía en la Iglesia Mayor de esta ciudad, que era la capilla de ella con su trascoro, no iba la traza de ella como convenía... y que  era gastar lo que Su Majestad había  hecho merced a la dicha iglesia para su edificación de ella, y después de gastado se hallaran la ciudad e iglesia, sin capilla ni iglesia donde se hagan los divinos oficios e los vecinos lo oigan; que era su parecer: que se derribase lo hecho y se hiciese una muy buena capilla, ancha y honrosa; que mejor era  aventurar a perder mil ducados que costaría hacer lo que estaba imprincipiado e después de gastados se hallaran sin capilla e sin iglesia.” En esta foto se puede apreciar cómo estaba la parte trasera de la iglesia Mayor, junto a la Alcazaba, con el paso del Caz Mayor y la misma tierra que bajaba del monumento.

Este informe técnico, del considerado en su tiempo el mejor arquitecto de  iglesias y catedrales, que trabajaba para al Arzobispado de Toledo, a cuya mitra estaba sujeta nuestra Iglesia, parece ser no cayó en saco roto, pues en parte fue atendido por nuestro Cabildo, quien resolvió dejar las capillas absidales de mayor antigüedad y arcos de origen gótico y columnas entorchadas y haciendo tras el altar una girola o deambulatorio, con lo que se resolvía otro de los problemas de espacio que había encontrado el eminente arquitecto en la obra que se hacía de la Iglesia Mayor.

Estas obras, así retocadas fueron las que luego se  adjudicaron al  Maestro Rodrigo de Gibaja, experto cantero montañés, uno de los mejores que ha tenido España, y artífice de la obra que hoy vemos.

Pero tanto uno como el otro nada nos dicen del viejo caz (el Caz Mayor),que  se deslizaba lamiendo en toda su longitud las bases de los muros, en este lateral de la Iglesia en construcción. Vistos los restos arqueológicos de las murallas de la Alcazaba, estos se hallarían en aquellos tiempos alejados de las bases de la Iglesia, pero el derrumbe de los mismos hizo que este lateral de la Alcazaba, viniese a ser una ladera que moría en los muros de la Iglesia. En definitiva, una verdadera esponja de aguas en los tiempos de lluvia, que unido a las filtraciones del caz, perjudicaban día a día las sólidas bases del magnífico templo. Así pues, desde remotos tiempos se ha visto perjudicada esta gran obra por su proximidad a las ruinas de la  Alcazaba y por el paso de la acequia mayor de la ciudad, a todo lo largo de su lateral.

Hay constancia de que las capillas contiguas a la del Bautismo, entre ellas la  primitiva  del Sagrario, había sufrido los estragos, tanto de la humedad, como del derrumbe de muros de la Alcazaba. Habían sido incluso cerradas al culto y  tapiadas. Podemos leer sobre ellas: estas capillas, precisamente las de mayor mérito: tienen paredes destrozadas, así como sus retablos y manan agua en abundante cantidad.

Ante este panorama tan lamentable, es en el año 1925, en plena Dictadura del General Primo de Rivera y siendo alcalde de nuestra ciudad don Servando Segura Fernández, se decide poner remedio a estos males y se crea una Junta, para la reparación y  consolidación del cauce de agua que pasa junto a la Iglesia Mayor, y para evitar las filtraciones que el mismo produce a la Iglesia y tanto daño ocasionan en la misma.

Algunas páginas de la obra de Luis Magaña Visbal a la que aludimos

Esta Junta es presidida por el Sr. Obispo, don Ángel Marquina Corrales, y los bastetanos don Francisco Morales Santander, don Luis Alcón Nomdedeu, don Juan de Dios Castellano, don Manuel García García, don José García de la Serrana, don José María Funes Sánchez, y don Emilio Castellano Vita. Todos ellos, de común acuerdo, deciden nombrar como Secretario de la citada Junta a don Luis Magaña Visbal

Como la empresa superaba los límites de cualquier aportación voluntaria de los fieles, se apela por todos los medios a la aportación de capital para esta obra y se logra el  poder efectuar el recubrimiento en todo su recorrido del Caz mayor, en el lateral de la Iglesia.

Para que el pueblo de Baza, conociera la gran obra a la que aportaba su colaboración para que tan grandiosa Iglesia no desapareciese con las filtraciones y humedades, se editó un libro, hoy día joya bibliográfica bastetana para quien lo posea, de lo que  había sido  esta grandiosa Iglesia Mayor de Baza. El texto es de don Luis Magaña, y las fotografías del eminente fotógrafo Avilés.

Se decidió entonces atacar la raíz del mal, el Caz Mayor, y con mucho sentido.

Portada de la obra de Luis Magaña Visbal a la que aludimos
Se habían efectuado varias catas en el suelo de la Iglesia y se encontraron bajo el mismo numerosas tumbas, ya que durante los siglos XVI,  XVII, XVIII y XIX, no solamente se enterraron en esta Iglesia Abadía un Obispo, varios Abades, numerosas dignidades eclesiásticas, sino también numerosos fieles que deseaban que sus restos reposaran en lugar sagrado. Pues bien, estas tumbas, se habían convertido en depósitos de agua acumulada por filtraciones, tanto del Caz, como de la lluvia. Numerosos de estos restos humanos fueron acumulados en lo que seria una fosa general, dentro del recinto de la Iglesia, se rellenaron estas tumbas y se elevó el suelo sobre  todas ellas. Finalizaron las obras de revestimiento del Caz en el mes de febrero del año 1926. El día 15 de ese mes, con asistencia del Señor Obispo, se procede a la bendición de las mismas, de cuyo acto nos deja un magnífico testimonio el fotógrafo Avilés.
Setenta años después de esta obra, hay que hacer nuevas actuaciones en la base del templo, por casi idénticos motivos: la humedad, ocasionada  por nuevas filtraciones del Caz. Se cierra el templo, y se inician las obras; aparecen nuevas tumbas llenas de agua, e incluso se realiza un drenaje, pero no se va a la raíz del  problema. El Caz Mayor sigue tal cual lo dejaron en el año 1926, con las grietas que el paso de los años han hecho en él, y por las que se sigue perdiendo el agua que llega a la base del templo.
Sobre el entierro en lugar sagrado (restos  humanos bajo su solería) es de reseñar el hecho de que la familia García de la Serrana, logra  en pleno siglo XX, ser enterrada en una  cripta bajo la capilla colindante a la Alcazaba, por haber sido uno de los máximos colaboradores a la reparación del Caz. (Recordemos  igualmente que tras su casa, hoy Comisaría de Policía, pasa el Caz Mayor). La Alcazaba es un lugar privilegiado para contemplar los detalles de nuestra iglesia Mayor
Estas filtraciones, tan dañinas a la Iglesia Mayor, también lo eran y siguen siéndolo a las casas de la Calle Alhóndiga que dan a la Alcazaba, pero al derribar algunas de estas casas y hacer viviendas nuevas, el tramo del Caz fue totalmente  impermeabilizado y recubierto en el tramo correspondiente, con lo que se evitó el problema de las humedades. Llegó este trabajo hasta lo que es la Heladería Los Valencianos, por lo que en la unión de este tramo nuevo con el viejo, se vuelven a producir humedades dañinas para los siguientes edificios, incluida la Iglesia. Cuando a mediados del siglo XX, D. Manuel Granero construye su casa, deja en el tramo que le corresponde totalmente entubado, pero una obra posterior  del Ayuntamiento construye un sifón que inunda nuevamente el antiguo cauce, con lo que  le persisten las humedades al igual que a otras casas colindantes con este Caz Mayor.
Este es el lateral de la iglesia Mayor por donde transcurre el Caz Mayor. Por este motivo, y por la cercanía de la ladera de la Alcazaba, ha sido siempre la parte más perjudicada del templo. Es difícil de entender como no se ha llegado en el tiempo en que vivimos a colocar tubería de diámetro suficiente para su caudal, con los materiales de plástico, poliuretano u otras resinas artificiales, que dejarían resuelto para siempre este problema de la humedad en la solería de la Iglesia Mayor, lo que se traduce en frío, un enorme frío que emana desde su suelo, y de paso quitar las humedades a las casas afectadas, que es lo que motiva estas líneas.
Esta fotografía se realizó el día en que se clausuraron las obras realizadas por el encauzamiento del Caz Mayor a su paso por el lateral de la Iglesia Mayor. Realmente esta actuación comenzaba en las escaleras de la calle Aduana, donde todavía hoy se puede apreciar el paso de esta acequia principal. En la foto podemos conocer a algunas personalidades de aquella época y que participaron en la Junta para la reparación y consolidación del Caz. Estamos en el año 1927, dos años después de que se hiciera este proyecto.

De entre los asistentes a este acto conocemos a (de izquierda a derecha y de arriba abajo) dos maestros albañiles (con sombrero), el secretario de esta Junta, don Luis Magaña Visbal; el maestro albañil del Ayuntamiento, don Santiago Martínez Cumbé (con bigote); don Ramón Molina; don ramón Pérez plaza (albañil); don Ramón Olivares Pérez (albañil); don José Plaza Sánchez (albañil); don Ramón Lorente García; don Antonio Olivares Falla; don Joaquín Sánchez Camacho; don Esteban Jiménez Panza; don Emilio Castellano Vita (con barba), tesorero de la Junta; don Juan Castellano Vita; don Manuel López Alcaraz; don José Bédmar Lozano; don Juan de Dios Castellano Vita, miembro de la Junta; don Eulogio Ruíz, capataz de la obra; don José García de la Serrana (con abrigo de grandes solapas), miembro de la Junta; don Servando Segura Fernández, Alcalde; don Ángel Marquina, Obispo de la diócesis Guadix-Baza; don Enrique Ortega, militar delegado gubernativo; don Ramón Martínez Morcillo, párroco de la iglesia Mayor; don Felipe Mérida, párroco de San Juan; don Ángel García Argente; don Luis Aparicio, sacerdote beneficiado de la iglesia Mayor; don Juan García García; don Carmelo Castellano Alcón; don Francisco Peña Jiménez (albañil); don José Pérez Peñalver (albañil); don José Aguilar Domínguez (peón); don Antonio Ortiz; don Mariano Espín; don Luis Castellano Alcón; don Pedro Jiménez Montoya; don Diego Sánchez Mínguez; don Alfredo Ortega (farmacéutico); don Joaquín Sola Sánchez (albañil); doña Carmen Muñoz Bernabéu.