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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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LA PLACETA DE TENERÍAS Y LA TABERNA DE IBARRA

Artículo publicado originalmente en la sección "Rincones Bastetanos" de la Revista "El Norte", en la segunda quincena de junio de 2011.


Tras la casa de lo que hemos conocido hasta hace pocos años como la Farmacia Velázquez de Castro, hoy también desaparecida, en la conocida calle Zapatería, se encuentra la calle Tenerías. Y en ella podemos visitar una coqueta placita que dispone de dos elementos singulares: un caño, que tomaba su agua del Caz Mayor y una hornacina devocionario. Su nombre le viene dado porque en la citada calle se procedía a la preparación de las pieles  que se obtenían en los mataderos próximos. A ese negocio se le denominaba de esa manera, “Tenería” o “Curtiduría”, de modo que terminó predominando la primera nomenclatura para esta plaza y calle.
Se cuenta que un capitán  de origen bastetano, licenciado  tras la Guerra de la Independencia  y que tenía derecho al regresar a unas tierras y otros bienes para su radicación en la ciudad, compró el molino existente en esta calle. Un hijo de este señor procedió a la construcción de la hornacina con la cruz y, sobre la misma, se puso un azulejo en el que consta: Se edificó esta tribuna de La Santa Cruz, a devoción de don Lorenzo Padilla. 1857. Hasta hace muy pocos años la cruz ha estado colocada en dicha hornacina y, ante la misma, depositaban flores los creyentes,
Es curioso que cuando buscaba datos para este rincón bastetano todos  hablaban de lo mismo, de la “taberna de Ibarra”, así  que es de justicia hablar de la citada taberna en la mencionada placeta.
Fue célebre por sus vinos, por su buen ambiente y, sobre todo, por su cocina. Centro y lugar de tertulia de Alcaldes, concejales, profesores, maestros, abogados, oficinistas y, cómo no, carpinteros, albañiles, comerciantes… todos tenían cabida en ella y a todos les atendía amablemente su propietario, Manuel Ibarra. Todos alababan la buenísima cocina de su esposa, Nacimiento Martínez.
Se cuentan numerosas anécdotas sobre lo bien que se estaba en la citada taberna, y una de ellas nos dice que, en los días de mercado, había un servicio de transporte hasta Freila, que era prestado por un viejo autobús de los hermanos Suárez y que tena su  punto de  salida en la Plaza de la Cruz Verde. Casi siempre eran las mismas personas las que lo utilizaban. Sobre las cinco de la tarde de cada  miércoles, se arrancaba el motor del autobús en el que se acomodaban las señoras que  regresaban a Freila, ya que sus maridos pasaban por la Taberna de Ibarra, a tomar un trago antes de marchar.

Dicen los vecinos de la Cruz Verde que,  muchos días, el chófer, cuando ya había pasado más de una hora de tener el motor arrancado, subía a la taberna de Ibarra a recoger a los viajeros que faltaban; y solía quedarse con ellos, de tal manera que pocos fueron los miércoles en los que el autobús salió antes de estar más de cinco horas con el motor en marcha.