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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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CONCHA FERNÁNDEZ-LUNA SÁNCHEZ, Escritora

Artículo publicado originalmente en la sección "Semblanzas Bastetanas" de la Revista "El Norte", en la primera quincena de julio de 2011 


 Aún se le recuerda en nuestra ciudad como lo que fue,  una joven adelantada a su tiempo.  Era normal verla en los veranos de  los años 1945 a 1960, en los que pasaba largas temporadas en la finca de su tía doña Clementa Fernández-Luna, esposa de don Jesús Domínguez Valdivieso, en el huerto Jinalmedín, que esta familia tenía en las proximidades de la carretera de Caniles, en lo que hoy es calle Virgen del Saliente, junto a la avenida José de Mora.

Delgada, elegante, siempre con pantalón o falda pantalón y chaqueta, y el pelo recogido en un pequeño moño, así la recuerdan numerosos bastetanos, en sus paseos por la Alameda, o por la carretera de Caniles, hasta el paso a nivel del tren, desde el que siempre regresaba. Otros la recuerdan acercándose al atardecer a la Fuente del Acrebite. Siempre muy elegante.

Concha era una intelectual comprometida con su tiempo. Vivió en Roma y era bibliotecaria en el Vaticano, aunque eso no fue obstáculo para que reconociera que la afición literaria le había venido durante sus largas estancias en nuestra ciudad. Siempre reconoció a Baza como la cuna y el inicio de su obra literaria.

Ya en los años 50, en la revista de la Feria de Septiembre, se le publicó un artículo en el que elogiaba, el agua, la vega y lo que acecha tras las serranías. Es un canto poético a estas tres circunstancias de nuestra ciudad, en las que encuentra duendes y fantasía, infinidad de colores, blancos, azules, morados y un nocturno de soñada e imposible belleza. Cuanto admira de la ciudad, de la vega y de su sierra, se nota en todo el artículo enamorada de ella y de su historia.

Con esta obra consiguió el Premio Lazarillo en 1962

Escribe en Baza su primer novela, “Martín Nadie”, y al ser publicada se traslada a Madrid, entrando en el circulo de intelectuales comprometidos con la libertad y con la cultura (Dolores Medio, Concha Lagos, Maria Luisa Romero, la Duquesa de Medina Sidonia, José Paredes, Rolando Campos y otros muchos intelectuales de la época que por sus manifestaciones, como por ejemplo la de solidaridad con los mineros asturianos, estuvieron fichados y sancionados por le Dirección General de Seguridad). Publica en las revistas literarias y edita “La Zarzuela en el año 1959.

Tras enviar a la editorial Anaya su cuento infantil “Fiesta en Marinalandia,” por el que le es concedido el Premio Lazarillo en 1962, y después de haber sido Premio Nacional de Traducción 1963 por “Las Gafas del León,” de Charles Vildrec, se decanta por la literatura infantil y es nombrada Directora de esta Sección  Infantil en la Editorial Anaya. Ven entonces la luz sus obras infantiles más importantes: “Pito va a la escuela” (1963), “Aventuras de Pito y Pico” (1964), “ La rana que canta” (1965), “Pececito volador”  (1966),  “Cristobica y el payaso Casablanca” (1967)… y así podemos citar muchas obras que le fueron publicadas.

Mujer de sólido carácter, tenía un  gran concepto del trabajo bien hecho y del estudio riguroso, escritura fácil y, sobre todo ello, la superaba un corazón tierno con la infancia, a la que dedicó gran parte de su obra literaria.

Colaboradora de la  revista “Estafeta Literaria”, se codeó con la intelectualidad de estos  años, aunque siempre regresaba a Baza, en busca del descanso y de la inspiración que le daba el recoleto huerto de su tía bastetana, doña Clementa. Aquí, en el huerto llamado Jinalmedín, hasta su desaparición bajo la picota del progreso que construyó en su solar  un bloque de viviendas, vivió sus mejores y mas creativas horas.

Allí, en Jinalmedín. tenía una joven sirvienta de la casa, Emilia Lozano Martínez, que le acompañaba a ella y a un pequeño sobrino, Eduardo,  en los juegos, y escondites en los que se usaba el “refugio antiaéreo” que se había construido en el huerto durante la Guerra Civil.

De ella son las mejores frases de alabanza a esta gran escritora que, aunque nacida en Águilas (Murcia), tuvo la valentía de reconocer a Baza como el lugar del nacimiento de sus aficiones literarias.

Emilia Lozano vivió con ella sus mejores años en Baza

Reconozcámosle nosotros a ella este mérito.Son muchos los libros, narraciones y cuentos, que ha dejado escritos mientras estaba en nuestra ciudad y en bastantes de ellos ha dejado reflejado “algo de Baza”. De su largo catálogo de obras, me es grato dejar constancia de algunas portadas de sus cuentos infantiles, cuyos personajes tienen hoy tienen plena vigencia.