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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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LA PLACETA DE LA CAVA ALTA

Artículo publicado originalmente en la sección "Rincones Bastetanos" de la Revista "El Norte", correspondiente a la primera quincena de febrero de 2012 


Cenicienta urbanística para todas las administraciones municipales que han pasado por nuestra ciudad es esta placeta de la Cava Alta. Bajo esta denominación se conoce al enorme terreno que despejaba, y despeja, el frontal de la muralla que rodeaba por esta parte noreste la Alcazaba, origen y cuna del segundo asentamiento de la ciudad de Baza. Según arroja la historia, el fundador de este “nuevo” asentamiento de la ciudad fue el capitán árabe Suar ben Handun, quien tras edificar en este cerro u otero aislado una fortaleza  para que sirviera de refugio a la población de los ataques de las facciones de los persas y sirios españoles, estableció en ella a la familia de los Cathanistas, dándole a la nueva ciudad la planta de gusto árabe. Luego se encargó de atraer hacia este lugar a la población del primitivo asentamiento, que dejó abandonado y a su suerte los restos  y monumentos de la ciudad que perdonó la barbarie de los wandalos . Estamos hablando, como fecha de inicio de este nuevo asentamiento urbano, de finales del siglo IX.

Reflejo estos datos históricos,  porque en todo lugar en el que se ha conocido su fundador, por lo general,  se puede encontrar también en sus calles un monumento que recuerda tanto este hecho original como al personaje protagonista. Sin embargo en Baza no hemos tenido esa gentileza. Después de contar con una ciudad primitiva en el centro de la fértil vega, cuyo origen se pierde en la nebulosa de la historia, y conociendo el nombre del fundador del segundo emplazamiento urbano, en el que actualmente vivimos, nada recuerda a tan insigne personaje.
Esperemos, deseamos y solicitamos que alguna vez se haga justicia a la historia y a la persona que un día tuvo la idea de asentar Baza donde aún está hoy y donde esperamos que permanezca muchos siglos más; no estaría de más una estatua o monumento conmemorativo de esta efemérides y precisamente en lo que queda de la placeta de la Cava Alta sería un lugar idóneo para su ubicación.
Sin equivocación digo “de lo que queda” porque, en un principio, la Cava Alta fue cuatro veces más amplia de lo que hoy podemos ver y disfrutar. Fue a principios del siglo XIX cuando se autorizó para construir casas adosadas al muro de la Alcazaba, casitas de pequeña estructura sobre las que se divisaban las sólidas piedras de la muralla árabe. En el año 1858, el Ayuntamiento procedió a vender seiscientas treinta varas de terreno, unos 5.266 metros cuadrados en esta placeta. Gran parte de este espacio lo adquirió Luís Grisolías.  Y pese a las protestas ciudadanas, especialmente de quieres habían construido sus casas junto a la enorme muralla, delante de ellas y dejando sólo un estrecho callejón (hoy denominado calle Tras Grisolía), construyó dos grandes viviendas simétricas, una para cada uno de sus hijos varones.

Una de ellas aún conserva su estructura, aunque lleva tiempo cerrada e deshabitada (Casa de los Iglesias); la otra fue derruida y en el solar se volvió a construir, guardando en su fachada la misma estructura de balcones.

En los años 50 del pasado siglo, el Ayuntamiento quiso nuevamente hacer desaparecer esta plaza, proponiéndola como emplazamiento para un grupo escolar adjudicado a la ciudad. En este caso fueron varios los argumentos en contra.

En principio, la queja de los vecinos, a los que el proyecto plantaba delante de sus casas un callejón de la misma anchura que el referido anteriormente; además, la protesta de los maestros, porque el edificio carecía de patio para el recreo y la negativa de la Delegación de Educación de aceptar esta plaza como “solar edificable”. Entre todos se logró salvarla. La Cava Alta en 1948 con los restos de la muralla.

Por fin en los años ochenta del siglo pasado, su amplitud se volvió a ver mermada por la construcción del acceso a la Alcazaba que hoy tenemos.

Por todo lo que hemos contado, por los “daños” que se le han infringido, tantas ofensas a este espacio público, es por lo que merece la atención recordar este céntrico y abandonado rincón bastetano de tanta historia. Ahí quedan nuestras propuestas.