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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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EL CORRALAZO

Artículo publicado originalmente en la sección "Rincones Bastetanos" de la Revista "El Norte", correspondiente a la primera quincena de noviembre de 2011 


Dentro del abigarrado y variopinto mundo que forma el barrio de Santiago, tiene un lugar destacado en la cultura popular bastetana el recinto conocido como “el Corralazo”, una singular placeta a la que se accede por un estrecho callejón del mismo nombre, situado en un lateral de la Iglesia, que parte de la calle Tras Campanas.

Históricamente está demostrado que en el citado lugar se realizaban representaciones teatrales y de autos sacramentales; de esta utilización parece venir su nombre, esto es, “corralazo” como “corral grande” o “gran corral de comedias”, apelativo por el que se conoce al lugar donde se representaban todo tipo de creaciones teatrales.

Por ser un lugar especial se considera un rincón bastetano con tradición y con solera. Aseguran los vecinos que viven a su alrededor que conserva sus condiciones acústicas, posiblemente las que lo convirtieron en un escenario privilegiado; para hacerse oír en cualquier punto de la plaza no es necesario alzar la voz por encima de lo normal.

En uno de sus laterales se alza una construcción del siglo pasado que ha reducido las dimensiones del recinto, a pesar de lo cual aún conserva una estructura uniforme y rectangular, características que nos vuelven a llevar a la conclusión de que estamos en un “gran corral de comedias” especialmente ideado para la representación de obras teatrales, algo típico y tradicional al estilo de los siglos XVII y XVIII, en los que el barrio de Santiago tenía una gran actividad  agrícola y ganadera… sin duda gran núcleo de riqueza de nuestra ciudad.
Insistiendo en esta utilidad teatral, las primeras representaciones que se produjeron en el siglo pasado  (siglo XX), se produjeron en los años veinte; se trataba de sainetes y entremeses con los contenidos propios del momento. Posteriormente, pasadas las dos décadas más convulsas que atravesó nuestro país, en los últimos años cuarenta se hicieron concursos de cante y bailes, con una magnífica aceptación entre la población. En el Corralazo se realizaron también numerosas actuaciones de los Coros y Danzas de la Sección Femenina. En casi todos los casos, los espectáculos venían a coincidir  con las fiestas de Santiago Apóstol, patrón del barrio y de gran tradición en todo el país. Incluso se recurría a este espacio en las fiestas del día de la Cruz de Mayo, una celebración que posteriormente se extendería por todas las calles y placetas del barrio.
Ha sido imposible obtener documento gráfico, folleto, anuncio o fotografía de los acontecimientos culturales que se desarrollaron allí; tenemos que esperar hasta años más cercanos a la actualidad para poder ofrecerles imágenes de actividades enmarcadas dentro de las Semanas Culturales organizadas por la asociación de vecinos. Hablamos de conferencias de diversa índole, casi siempre relacionadas con la riqueza patrimonial de la ciudad; recordamos una que contó con una masiva afluencia de vecinos para debatir sobre la Dama de Baza o aquella que se habló de los Baños Árabes, que se podían contemplar deteriorados unos cuantos metros más abajo. Allí hemos asistido a monólogos, a conciertos, a representaciones de sainetes e incluso a algún que otro acto electoral. Sin duda, en los primeros años de este siglo, el Corralazo experimentó una revitalización que le convirtió en un lugar clave y elegido por muchos para hacer públicas sus inquietudes.
Los mayores del barrio, que por suerte son muchos, recuerdan que era costumbre, en las verbenas de verano, que cada familia aportase, aparte de las sillas que precisaban sus propios integrantes para hacer de espectadores, lo que se llamaba “cesta de envite” en la que se incluían roscos, dulces, tortas o bizcochos y variadas botellas de “anises” que luego se repartían entre todos los asistentes. En aquellas largas noches de diversión y encuentro se recitaban coplas picantes y satíricas sobre los sucesos más comentados ocurridos en el barrio, exposiciones que recibían el aplauso unánime de los congregados.
En la actualidad la vida cotidiana sigue en el Corralazo como en el resto del barrio; alguna que otra actividad lo preserva del olvido. Entre sus paredes sigue guardando los sonidos y las imágenes que lo hicieron el escenario perfecto en tantas ocasiones. Incluso se puede comprobar aún una de las características que lo diferencian de otros espacios y rincones de esta ciudad, sus idóneas condiciones acústicas.