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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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LA OPINIÓN DE QUIENES NOS VISITAN

Artículo publicado originalmente en la sección "Última Página" de la Revista "El Norte", correspondiente a la segunda quincena de marzo de 2012


Con motivo de haber comentado en mi charla semanal en Onda Cero la opinión que hace cincuenta años manifestó el periodista de A.B.C de Madrid, don Antonio Díaz Cañabate (4-61-960), en este prestigioso diario de difusión nacional sobre su visita a Baza, coincidiendo en un día de mercado, han sido varios los amigos que me han confirmado que, efectivamente, las cosas eran tal cual este cronista los describe; en definitiva, que no hay que sentirse molesto porque este hombre dijera la verdad de lo que vio. Y es que la verdad sólo tiene eso, que escuece, como decían los viejos.

Iniciaba el escrito el Sr. Díaz Cañabate con un recuerdo de la Historia de nuestra ciudad: “Entramos en una de las ciudades más antiguas de España. Basti se llamó primitivamente. ¡El trabajo que les costó a los Reyes Católicos entrar en ella el 4 de diciembre de 1489! Largo asedio y enconados combates. El Rey Fernando apeló a la diplomacia, en la que era maestro...”

Deja en su artículo una lección de nuestra historia y cuando llega a la estación y se baja del tren dice: “Ya no hay murallas en Baza, de la estación se desciende por unas escaleras. Al pie de ellas una plaza, la Plaza de las Eras. Sus copudos árboles y sus desiguales casas, que le dan cierto encanto”. Allí se encuentra con un mercado de ganados, “rodeado de mulas y de muletos; las mulas pacíficas, los muletos brincadores y retozones. Corderos, cerdos, cabras”. Luego recorre la Carrera de Palacio, igualmente ocupada por el mercado de ganados. Se adentra por la calle Alhóndiga y, en la Plaza Mayor, encuentra el Ayuntamiento, la Iglesia Mayor, el Instituto Laboral, el Casino y el Café comercial, pero también allí está el mercado de frutas y verduras, en el que predomina el olor de las cebolletas que inundan sus narices. La página de ABC con el artículo
Describe minuciosamente el vuelo de las palomas que sus nidos en los bajos de la Iglesia Mayor. Hace mención de los modernos Almacenes San José, del gran comercio en la calle Cabeza, de las hermosas casas de la calle Agua, de sus pequeños y variados comercios. Regresa y conoce la hermosa fachada del edificio del Instituto de Previsión, en el Arco de la Magdalena y busca donde comer y dice encuentra un “figón”, en el que “el cordero sabia a sebo y las patatas no sabían a nada”. Regresa en un autobús lleno de mujeres con cinco o seis capazos cada una y abundantes cebolletas de penetrante olor; nos apunta que estas mujeres descienden, afortunadamente, en la primera parada. Finaliza el visitante diciendo: “La antiquísima ciudad de Baza no retiene nada de su pasado esplendor. Baza es una ciudad donde su historia es preciso soñarla”.
La Plaza de las Eras con el Mercado Semanal Nuestros visitantes hoy día, tras estos cincuenta años transcurridos, hay muchas cosas que no encontraran en Baza. Ya no podrán llegar en el tren, como este señor lo hizo. Pero sí pueden bajar aún por las mismas escalerillas que este periodista. Al llegar a la Plaza de las Eras, encontrarán algunos copudos árboles de los de entonces que rodean una inútil e ineficaz fuente que rodea una inacabada base de la Cruz. La fuente que solo funcionó un momento en el día de la inauguración el pasado año, la base de la cruz que no llegó a ultimar su reparación y focos de iluminación destrozados sobre el césped que sustituyó a jardines.

No encontrarán el mercado de ganados, pero si una hermosa fuente y un monumento a Cascamorras, una moderna acequia en la que si el agua discurre está  tan mal proyectada desde el principio que su caída en verano salpica a los viandantes y en invierno es fatal porque se hiela y ocasiona sustos y resbalones. Una Carrera de Palacio y Alameda magníficamente restauradas. Una calle Alhóndiga en la que gozará de un gran Museo Arqueológico, pero una calle en la que el ochenta por ciento son comercios cerrados. Una Plaza Mayor en la ya no encontrará palomas, pero sí un suelo totalmente resquebrajado. Siguen el buen comercio en la Calle Cabeza, las casas de la calle del Agua, bastantes abandonadas y desaparecidos los pequeños comercios. Podrán regresar al centro y admirar la fachada que le agradó del antiguo Instituto de Previsión, hoy dependencias municipales. Y finalmente, para comer no encontrarán las antiguas casas de comida que existían junto a la Plaza de Abastos, y que él como buen madrileño denominó “figón”; hoy encontrarán en Baza varios y buenos restaurantes donde quedarán bien atendidos y se llevarán un grato recuerdo gastronómico.

Sean siempre bienvenidos a esta ciudad. Le reconocemos a nuestro visitante de entonces que Baza es una ciudad donde su Historia es preciso soñarla, frase con la que el viajero finaliza su crónica.