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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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LA PLACETA DE LOS MORISCOS

Artículo publicado originalmente en la sección "Rincones Bastetanos" de la Revista "El Norte", correspondiente a la segunda quincena de abril de 2012 


Cuando hablamos de la Placeta de los Moriscos estamos refiriéndonos a uno de los espacios públicos más antiguos de la ciudad de Baza. Vulgarmente se  la conoce como “Placeta de las Tetas”, debido a la original decoración de la  fachada de la casa principal de las que dan a la plaza: medias bolas de yeso con un punto central similar a un pezón, una vivienda que ocupa el frontal y que “preside” la citada placeta entrando por el lateral de la Iglesia de San Juan. En ella dejó su impronta un rico morisco, llamado Hernando Benalvará; tuvo una fachada simétrica en puertas y ventanas al exterior, aunque posteriormente se han permitido variaciones para hacer en ella varias viviendas. Pese a todo, se nota la grandeza del diseño primero de esta gran casa.

En realidad, no fueron menos señoriales en el tiempo las casas las de los laterales del irregular triangulo que forma esta placeta en cuyo centro existe aún una fuente.

Un lateral de la misma se encontraba el gran caserón conocido como Casa de don Rodrigo, dando una de sus fachadas a la calle y plaza de San Juan. Donde se encuentra hoy la Casa Hermandad de la Cofradía de la Esperanza, más el inmueble anexo construido por Antonio Jiménez, estuvo en tiempos no muy lejanos (hasta 1973, fecha en que fue destruida) una de las puertas de este caserón, sobre la que lucía el escudo de las familias Zafra-Mendoza.

Se la conocía como Casa de don Rodrigo porque uno de sus últimos propietarios fue el matrimonio formado por don Rodrigo Díaz de Vivar y su esposa doña Maria Zafra Mendoza. Tras la guerra civil fue la primera sede del Auxilio Social, de la Obra Sindical de Educación y Descanso y de la emisora de Radio Juventud. Posteriormente otros recordaran en este edificio la escuela de doña Anita Tello. A continuación estaba la casa de Los Carpio, que igualmente ya fue destruida y sobre el solar se ha construido un bloque de viviendas. Por cierto, sobre este asunto de la destrucción histórica del rico patrimonio bastetano, permitido en todos los tiempos, me queda una pregunta: ¿Qué se hizo del escudo nobiliario de esta vivienda solariega construida por el regidor bastetano don Miguel Isidoro Morcillo, en el siglo XVII? En el lugar que ocupaba este edificio ahora está la Casa de Hermandad de La Esperanza. Del escudo no sabemos nada.
Mejor suerte han tenido las casas del lado izquierdo. Al parecer, en la vivienda central, se señaló en tiempos no muy lejanos la existencia de unos baños, uno de los tres  baños árabes que tuvo la ciudad. No se siguieron las excavaciones oportunas, por lo que hay que esperar que salgan a la luz  en el momento en el que los propietarios de esta vivienda decidan destruirla y edificar sobre la misma; entonces volverán a la vida, los pilares, las bóvedas y  las estancias de estos baños. Otros vecinos sitúan estos baños en la placeta superior.
El sobrenombre de la plaza es evidente La casa de las “Tetas”, la número 8, tiene también su historia local más reciente. Cuando llegó el tren a nuestra ciudad, dentro del tramo Lorca-Baza en el año 1894, las autoridades municipales solicitaron que se dotara a Baza del servicio público del Telégrafo, a lo que la Gobierno accedió. Se pidió entonces que se asignara una casa para su instalación y para la residencia del operador encargado. Consta en la documentación municipal que se remitió un plano de la citada casa, que se consideró idónea con el fin de que este servicio público se estableciera en la misma, en beneficio de la población. Aceptado el ofrecimiento, se instaló allí el primer servicio de Telégrafos, en el año 1896.
Desde la placeta de los Moriscos, tras un pequeño espacio de suelo empedrado y en pendiente, se accede a la calle del Cáliz, mientras que por el otro lateral se puede llegar, por una estrecha callejuela, a la calle Oscura y a la calle Luís García.
La placeta de las Tetas fue en su momento el centro neurálgico del barrio de los Moriscos, como aún se denomina a este dédalo de callejuelas que aquí se inician y ascienden hasta el Espíritu Santo.  En sus orígenes debió poseer, aparte de los baños públicos, otros establecimientos de reunión ciudadana;  hasta hace bien pocos años se recuerda en dicha plaza un establecimiento de panadería, y otros de bebidas y comidas (bodegón), actividades que los mayores recuerdan que existían desde siempre en esta placeta. La casa número ocho de la plaza de Los Moriscos es la más singular y de la que más historia se puede contar.