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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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Vida y obra del insigne Antonio José Navarro, Abad de Baza (II)
Baza en la literatura del siglo XVIII
LA SOCIEDAD ECONOMICA DE AMIGOS DEL PAIS EN BAZA

Artículo publicado originalmente en las páginas centrales de la Revista "El Norte", correspondiente a la primera quincena de febrero de 2008.


Entre los muchos logros obtenidos por el Abad de Baza, Antonio José Navarro, para beneficio de nuestra ciudad, cabe señalar la creación de la Sociedad Económica de Amigos del País de Baza. Para muchos personajes de la Ilustración (corriente intelectual propia del siglo XVIII ) éste era el máximo a que se podía llegar en una población, ya que se trataba de una institución que incentivaría su desarrollo al abarcar y promocionar campos tan diversos como la educación, la agricultura, ganadería, industria, minería y transformación de materias primas. ¿Que cómo se lograría esto en una población?. Simplemente con la aplicación de las directrices que emanan de los «DISCURSOS» del ministro de Carlos III, Campomanes.

Se interesa  Antonio José Navarro, en aquellos días Lectoral de la Iglesia de Baza, y  socio de la  Sociedad Económica de Amigos del País, establecida en Vera, para la creación de esta Sociedad en nuestra ciudad. Logra convencer al Corregidor Don   Antonio de Francia, de la necesidad que tenía nuestra población de una entidad de progreso, como lo era  la Sociedad Económica, y hace socio numerario de la de Vera al citado Corregidor, con lo que obtiene no sólo su beneplácito, sino el encargo en firme del logro del establecimiento de la Sociedad en Baza.

Se aplica a esta tarea Antonio José Navarro, y lleva a cabo un exhaustivo estudio de la sociedad, geología, paleontología, climatología, agricultura, ganadería, minería, industrias, etc., de la ciudad de Baza.

Todo este conocimiento queda plasmado en un documentadísimo expediente llamado «Idea General», que él mismo se encarga de presentar en la corte de Madrid, donde dispone de buenas e influyentes amistades.

La referida «Idea General» se inicia con  un cuidadoso elogio al ministro Campomanes, por sus ideas de progreso que han logrado el resurgir de la nación española, en la que la cultura, agricultura, industria y comercio, al progresar, hacen prosperar a sus hijos, y por ello los hacen más felices. Tras este preámbulo reconoce «que basta que sea conocidamente útil este establecimiento para que tenga oposiciones» reconociendo que es el Cabildo Eclesiástico el que sería más resistente, aún cuando en el mismo existe división y por tanto habría que basarse en este influyente núcleo que anhela el cambio para formar la Sociedad. Mapa de las Sociedades Económicas de Amigos del País establecidas en España

Pasa a manifestar después que nada se hará si falta el medio económico base, y para ello se cuenta con la aportación de los socios (por ejemplo, cita que para la formación de la Biblioteca de la Sociedad serían socios los que regalaran a la misma un lote de libros). Reconoce que la cuota o «propina», sería  incapaz de crear un «fondo rico», por lo que  indica cómo se podría aplicar a este fin el «cuantioso legado dejado por el abad fallecido Don Félix de Acuenza y Marongio, para socorro de los pobres».

Hace inciso en este punto, aclarando que con ello se evitaría la holgazanería, pues no se daría a quienes están en periodo de rendir con su trabajo, comida diaria; estos pedirían trabajo, y este trabajo se les podría facilitar en trabajos en beneficio de la población, y esto  sólo lo puede realizar una sociedad que dispusiera de «fondos». Aclara que él no descarta la caridad, pero que ésta ha de ser «bien entendida» y en este idea alega que debe ser la Sociedad quien reciba las limosnas y dádivas que van a parar al Cabildo. Así como la administración de obras Pías, Limosnas y Dotes de huérfanos.

Ataca el gasto, en suntuosidades, del Cabildo Eclesiástico al que pertenece, indicando que el mismo podría reducir gasto y aplicar éste a reales obras de caridad cristiana. Tampoco deja libres de examen a las «numerosas Cofradías que existen en la localidad», ya que se pierden medios jornales en la asistencia a juntas, entierros y otras fiestas.

Incluso él mismo se autoexamina, y se dice «¿qué dirá el pueblo no muy ilustrado, o más bien vulgo ciego, de un eclesiástico que aconseje cercenar alguna cosa de sus gastos?. El mejor partido es callar.

Disponiendo de fondos, «La Sociedad Económica»  puede  realizar el amplio proyecto que resume el lectoral Antonio José Navarro, en tres grandes apartados: Agricultura, Industria y Comercio y Enseñanza.

La agricultura es la principal fuente de riqueza de la ciudad de Baza, y uno de sus obstáculos es que «un labrador abraza hazas grandes, con escasos medios para trabajarlas, por lo que no siembra o siembra con pocas rejas (arados)».

Ante esto, propone varias soluciones, entre las cuales destacan: A) Fomentar ciertos cultivos, como el olivar, la morera y la granza. B) Promover las industrias derivadas de la agricultura, especialmente mejorar la calidad del vino, y apoyar la industria del cáñamo y del lino. C) Dar a conocer métodos más racionales de cultivo, la siembra y el abono, y sobre todo, luchar contra la rutina y la tradición.

En esta materia, la Sociedad de Amigos del País pretende, mediante charlas divulgativas, en las que se invita a los propietarios y a los jornaleros o trabajadores agrícolas, acometer una revolución en el sistema tradicional de sembrados. Les son expuestos los nuevos sistemas, que con éxito se han instalado en otros países, y se les hace ver la necesidad del abono, de la rotación de los cultivos, ya que unos productos toman de la tierra unos aportes y otros los totalmente distintos, de forma que si siempre se siembra el mismo, al final la tierra queda mermada en determinados productos,y entonces se dan débiles o malas cosechas, no debidas a la climatología, sino al desgaste natural de la tierra a la que no se le han aportado, mediante abonos, los elementos orgánicos que de la misma se han extraído.

Estas charlas, impartidas por expertos, van acompañadas de la entrega a los asistentes de libros, en los que la experiencia agrícola ha quedado plasmada, así como folletos sobre los nuevos inventos y máquinas agrícolas.

Es favorecida también la agricultura desde el momento en que se autoriza el «cercado» de las fincas. Hasta entonces, por disposición legal, deberían estar «abiertas», pues a lo que se pretendía favorecer era a la ganadería y mayormente a la transhumante. Estos cercados o muros de piedra, impedían el paso del ganado, que en su gran mayoría era de la propiedad de los conventos religiosos. Con ello se logró que los frutales crecieran libres del acoso del pastoreo. En nuestra ciudad aún son bien visibles los muros en piedra de los huertos y «cercados» que llegaron a ser verdaderos vergeles, por el agua que disfrutaban. Maquinaria agrícola propuesta por la SEAP.

Sobre la Agricultura llegó a crearse en nuestra ciudad la Escuela de Agricultura, de la que se tienen numerosas noticias de ella; allí se daba instrucción a los propietarios y labradores, sobre los capítulos útiles y necesarios para el progreso de sus tierras, llevándose esta enseñanza a la realización práctica de sus conocimientos.

Hay datos de que en el año 1785, siendo director de esta escuela Don Pedro Carrillo, se aprovechó la Ermita de San Lázaro para esta enseñanza teórica sobre las instrucciones de adaptación de cultivos al clima y calidad del terreno de las tierras cultivables de la ciudad. Se implicó en la enseñanza a todos los estamentos sociales, que pudieran dar algo de cultura y enseñanzas prácticas en todos los niveles. Tanto se hizo por el pueblo, que incluso las hermanas de Don Pedro Carrillo, llamadas Dª Rosa y Dª Rita, colaboraron desinteresadamente en esta labor de enseñanza. Ellas, en su propia casa, dispusieron de un moderno torno de hilar para adiestrar, tanto a las niñas pobres como a  numerosas mujeres de esta localidad. Enterado de ello el Consejo de Castilla, ordenó a la Sociedad Económica que se les concediese el título de Socias Honorarias de esta noble institución. Era el 29 de agosto de 1788.

Sobre la Industria y el Comercio, la «Idea General» de José Antonio Navarro manifiesta que Baza debe ser el centro comercial e industrial de una amplia comarca, que no sólo se autoabasteciera, sino que mediante su mercado pudiese suministrar a los cercanos pueblos de la Sierra de Filabres y del Río Almanzora, cuyos habitantes, asegura Navarro, son un mercado seguro. Más allá de esta idea, el que fuera Abad de Baza destaca que por esta ciudad pasan más de tres mil peones, que van a segar a Andalucía, y de vuelta invierten en paños pardos, bayetas, lienzos, monteras, polainas, etc., dejándose en nuestra ciudad una parte del dinero que han ganado. Aprecia y denuncia el redactor del documento que, en aquel momento, en nuestra ciudad sólo queda la utilidad que saca el revendedor, por la corta industria de piezas hechas, cuando si en Baza se hicieran estos tejidos, toda la población ganaría más y la ganancia quedaría toda.

Aclara Navarro que sería bueno implicar a las familias en esta producción, que en principio sería artesanal, pero que con la ayuda de los fondos de la Sociedad llegaría a ser casi industrial. Aquí podemos encontrar la base de los primeros «telares» que se instalan en la ciudad, que se inician como familiares y al poco tiempo se amplían a «gremios « en trabajo comunal.

Son también estas ideas iniciadoras de la pequeña industria de «alpargatería», que llegó a florecer espléndidamente en Baza, en la que la utilización del lino, procedente de Galera y Orce, queda acreditada. Se realizaba en Baza el proceso completo para la transformación y comercialización de esta planta textil.

La Sociedad logra el que se publiquen leyes en el sentido de que el artesano fuese considerado «oficio noble», con lo que su dedicación al mismo dejaba de ser considerada «servil».

En cuanto al Comercio, todas las leyes emanadas en el tiempo de la Ilustración, que es la época de las Sociedades de Amigos del País, les son favorables e incluso se fundan las entidades bancarias predecesoras del Banco de España, como fue el Banco de San Carlos, una primera iniciativa para la reunificación monetaria del país, que favoreciese el comercio en libertad y seguridad.

Antonio José Navarro, sobre la Enseñanza, también expone sus ilustradas ideas, expresando que la ignorancia, que es el «origen de todos los males», debe ser desterrada.

Distintas disposiciones que favorecen el despegue agrícola, ganadero, mercantil, minero y comercial de España, medidas emanadas de la administración a instancias de las Sociedades Económicas de Amigos del País. Con ellas se avala en todo momento la idea de progreso que propugnaban

Destaca la mala influencia que reciben los hijos de los padres que carecen de ella, ya que el niño está aún sin formar y es mala la formación familiar que recibe. Para ello la Sociedad Económica haría que se cumpliesen las leyes del reino, que existen para terminar con este estado de cosas, en las que hay que poner una primera piedra para hacer un edificio de conocimientos sólidos.

Para ello se han dado numerosas leyes, como la obligatoriedad de que los Ayuntamientos dispongan de «maestros que enseñan la gramática, la geografía, y las cuatro reglas de los números, haciendo hincapié en la «Caligrafía», sin la cual difícilmente se pueden trasmitir con claridad las ideas a nuestros semejantes, y nuestros conocimientos de hoy a las personas del futuro».

Edita la Sociedad de Amigos del País numerosos y gratuitos libros, que son distribuidos por todas las sociedades creadas en la nación.

Hace mención aparte del caso de los gitanos, de  los que existe una numerosa población en esta ciudad, y en los que para que pasen a ciudadanos hay que romper la idea de clan o casta, por la que ellos mismos así quieren diferenciarse del resto de los españoles.

Este es, a grandes rasgos, el contenido de la «Idea General» que prepara Antonio José Navarro y que se dirige al Consejo General del Reyno, a través del Corregidor de esta ciudad, pidiendo la creación de la Sociedad Económica en Baza.

Original de la «Idea General» presentada por el Abad Navarro.

Se reflejan en un apéndice los socios hasta ahora inscritos, en los que en primer lugar figura Antonio José Navarro, seguido de los regidores de la ciudad, Don Francisco Salazar, Don Juan de Miranda, Don Pedro Robledillo, Don Francisco Guillen de Toledo, Don Tomás de Argamasilla, y Don Juan Morcillo, regidores perpetuos, así como Don Miguel Morcillo, caballero Hijodalgo, y Don Pedro Serrano, síndico personero del común, entre otros.

Tiene esta «Ideal General», que es un afinadísimo y amplio estudio de la Baza de su tiempo, fechado el 30 de abril del año 1779, una muy buena acogida en la capital de España. Fue informado por los fiscales del Reyno, en fecha de 10 de junio de 1779, con un elogioso comentario, en el que no obstante hacen constar «que la aplicación de fondos que proponen el Corregidor y el Lectoral, para fomentar y sostener las artes, no es adaptable al objeto de estos establecimientos, antes de formar Estatutos, y arreglarlos al régimen que deba observar la Sociedad, después de formada.»

La implantación de la Sociedad en Baza no prospera, en un principio, por la oposición frontal del Cabildo Eclesiástico. Sin embargo, se sigue trabajando por la Sociedad, y el Corregidor recibe con fecha de 14 de abril de 1784 (cinco años después) las cartas en las que le autorizan el hacer los Estatutos, teniendo presentes los de Madrid, mandando para ello una edición de los mismos.

Hay una contestación a estas cartas, en la que el Corregidor informa «que sólo viven ocho de los doce que en un principio se habían alistado como socios, y que se había acordado celebrar la primer junta en las Salas Consistoriales el día 3 de mayo, fiesta de la exaltación de la Santa Cruz, a la vez que prometía la asistencia de un mayor número de socios alistados en virtud de sus oficios.

En dicha sesión es nombrado Secretario de la Sociedad Económica Antonio José Navarro, principal impulsor de esta gran obra, cayendo sobre el mismo la responsabilidad de su puesta en funcionamiento y obtención de fondos con los que realizar su actividad en la ciudad.

Las actas de creación son enviadas a Madrid en fecha de 19 de enero de 1785, y en cuanto a los fondos, se solicita que el Consejo permita, y para ello arbitre, lo conveniente «el cortar y beneficiar dos mil pinos, por una vez, que formarán un fondo de dos mil ducados, con los que se empezará a llenar los objetos de su instituto» aclarándose que los pinos serían los inútiles a la Marina Real, y se sacarían de los montes dilatados de esta ciudad, propios de este vecindario, que los compró a S.M.

En estas cartas queda también aclarado que los socios no aportarán cantidad fija, sino la que voluntariamente quieran dar, lo cual sería más acorde con las comodidades de sus vecinos. Hay también en estas cartas, escritos de agregación de esta Sociedad a la de Madrid, lo que les fue aceptado.

Edición de un libro conteniendo las actas de una junta de la SEAP en Granada.

Las ideas avanzadas de Antonio José Navarro son aceptadas por el Consejo del Reyno, en cuanto a la administración de los bienes dejados para hacer caridad, y así se crea una Junta General de Caridad, que sería la encargada de estos bienes, y que en su organismo rector ya entraría la Sociedad Económica. Fueron creadas las «Juntas de Caridad de barrio», para el socorro de los legítimos y verdaderos pobres, comunicándose todo esto al Reverendo Obispo de Guadix.

Éste es, precisamente, el verdadero escollo que hace fracasar, en principio, a la Sociedad en nuestra ciudad, la férrea y durísima oposición de parte del estamento eclesiástico, que veía disminuir su influencia en los legados y mandas de caridad, una circunstancia que ya se había supuesto en la «Idea General», expresada por el canónigo lectoral.

Sin embargo la presión y oposición disminuye cuando los eclesiásticos pasan a formar el núcleo más importante de la Sociedad de Amigos del Pais en Baza.

Hay pues una política de defensa del estamento eclesiástico, que consiste en equilibrar la balanza de poderes: poder de la sociedad civil-poder eclesiástico.

Azulejos que muestran los oficios tradicionales en el siglo XIX.

La clave del asunto en Baza estuvo en la formación de la Junta General de Caridad, y en la que se logra que la Sociedad quede simplemente como «asesora», sin facultad de decisión alguna. El domicilio social de la Sociedad Económica de Amigos del Pais, en Baza, se establece en un edificio de los más emblemáticos de esta ciudad, como es el Pósito de Labradores, monumento civil erigido durante el reinado del Carlos III (1762).

Empezó a funcionar la Sociedad bien, pero lastrada.

Las grandes ideas, como el reparto de la tierra en minifundios, «de forma que el labrador pueda tener la propiedad de aquello que pueda cultivar y le rinda para el sustento familiar, con la holgura de dejarle un beneficio que invertir en mejoras de su propio terreno, aplicando al mismo las nuevas técnicas de cultivo,riego y mecánica (maquinaria) agrícola, con lo que siempre el progreso, en todos los ordenes, estaría de su parte», pasaron pronto a la historia. La idea de que el labrador fuese, a la vez, «innovador» y no se dejase llevar por el rutinario «así lo hacían mis padres y mis abuelos, junto con otras propuestas mucho más progresistas... todo quedó olvidado con la invasión francesa. Tras el periodo de expulsión de las tropas napoleónicas, el Rey Fernando VII impuso un absolutismo en el que estas magníficas ideas naufragaron; más de un ilustrado fue tachado de «afrancesado», teniendo que abandonar su ciudad, y en numerosas ocasiones España

Sin embargo, el deseo de prosperidad y ampliación de conocimiento de los españoles no quedó en el olvido, y aun con otros nombres siguieron funcionado estas Sociedades Económicas de Amigos del País, que se desglosaron en Reales Academias, que han mantenido su vigencia y la tienen y son activas en nuestros días.

Podemos resumir sin miedo a equivocarnos que todo lo que el Abad, Antonio José Navarro, pudo hacer por Baza, lo hizo. En esta nuestra ciudad quedó el fruto de su obra.