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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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Descubrimos una obra literaria desconocida sobre nuestra ciudad

Ensayo histórico sobre la antigüedad, honores y privilegios de la muy noble y leal ciudad de Baza y pueblos de su Abadía (1855), de Juan Bautista Cassola (II)

Capítulo segundo

Artículo publicado originalmente en las páginas centrales de la Revista "El Norte", correspondiente a la segunda quincena de junio de 2008 


Seguimos con la glosa y recopilación de datos que contiene el Ensayo Histórico sobre la antigüedad, honores y privilegios dela muy noble y leal Ciudad de Baza, y pueblos de su abadía, del que es autor Don Juan Bautista Cassola.

Sobre la Sierra de Baza, este autor deja escrito lo siguiente. «No es menos rica la Sierra de Baza en el ramo de la mineralogía; abunda el plomo en ella y de sus minas se beneficiaron los romanos, hallándose, en las viejas que se limpian, lámparas romanas de barro y medallas imperiales de plata y cobre. Hubo un tiempo en que estuvieron a cargo del Gobierno, que nombraba en Baza un administrador y otros dependientes; hoy se explotan por empresas de particulares que logran en su especulación buenos resultados.

Dícese que hay muestras de cobre en dicha sierra, en Jabal-cohol y Jamula y otros sitios; pero que no habiéndose ensayado la extracción no puede por eso asegurarse que sean ricas; la mena de hierro viene de Sierra Nevada, toca la de Baza, sigue por Filabres y Sierra Cabrera hasta el mar. En la actualidad se trabaja asiduamente para calificar la naturaleza de unas arenas auríferas, que se han encontrado en la expresada sierra, en porción tan considerable, que se extienden prodigiosamente casi sobre la superficie en una latitud vastísima».

También es rica la Sierra de Baza, bien lo sabemos hoy, en el reino animal. A ello dedica la obra estos párrafos:

Explotación minera de tiempos de los romanos.

«Los cuadrúpedos vivíparos, que aman, sirven y mantienen al hombre, se hallan, crían y prosperan en ella; entre los silvestres hay venados, corzos y machos monteses; de los carnívoros, el lobo y la zorra. Se encuentra el gato montés, el cerbal, el lince, que en otros pueblos llaman «gato de clavo», es mayor aquí que lo que han dicho los naturalistas, pues no sólo excede al tamaño de las zorras, si no que algunos llegan al de un perro perdiguero. Su hermosa piel y la cola corta le dan un carácter particular y una figura agradable. Es carnívoro, pero huye del hombre y delos perros; si las manchas de su piel estuviesen mejor terminadas parecería una pantera pequeña.

La gineta, que es algo parecida al gato de Algalia o Gibeto, se encuentra en las inmediaciones de los ríos y de los arroyos; no es rara la nutria, y abundan las garduñas, comadrejas, hurones, tejones y erizos. Hay mucha caza, y no escasean las perdices, palomas torcaces, chocha-perdíz, conejos liebres, churras, tórtolas y otras aves. Entre los cuadrúpedos ovíparos, sólo es común el galápago; pero además de los lagartos y lagartijas, entre los que hay alguno de dos colas, se halla el seps, la salamandra terrestre, la de agua, la de cola llana, y la salamanquesa. De las serpientes, sólo se ven víboras, la culebra ordinaria y la de agua. Algunos apasionados a la Entomología, y Botánica han hecho curiosas colecciones que muestran la no escasa flora bastetana, y la abundancia de tan admirables animalillos y su tamaño y propiedades».

Los paseos de la ciudad.
Como persona que ha andado por doquier y describe cuanto ha visto, el autor dice: «Tiene Baza paseos admirables, verdaderos vergeles en que luce sus galas la naturaleza ostentando por doquiera sus bellas y ricas producciones. Los más nombrados son el de Lorca, o carretera de Levante, el de Granada, que se divide en cuatro prolongadas carreras ocupando su izquierda en la primera las hermosas huertas de la Mancoba; en la segunda hay dos filas de árboles, que disponen de pretil de piedra, sobre el cauce, y que sirven para descansar; en la tercera se encuentra la entrada al Balcón de los Canónigos, prominencia desde la que se vislumbra toda la vega, con su enorme belleza; y una cuarta, que se extiende hasta el pie de las mesetas de San Pedro Mártir, teniendo a su izquierda las llanuras que dominan la Ermita del Ángel, Piedras Rodadas, Fuente de San Juan, y a la derecha, Cuevas de la Arena, huertas del Espíritu Santo, y la cercanía de Fuensanta, sitio agreste y delicioso, que perfuman las mil esencias que exhalan las aromáticas plantas de que está sembrado». «Otro paseo, el más principal y bello, es el de «La Alameda»; se compone de varias carreras con frondosa arboleda, jardines poblados de rosales y otras flores que embalsaman el ambiente; tres fuentes de mármol, con vistosos saltadores, que forman caprichosos juegos de sus aguas. La primera está rodeada de un enrejado verde. En toda la extensión de la línea que forma, hay asientos cómodos, a derecha e izquierda con respaldos de hierro, asemejados a los del famoso salón de Granada, con quien tantos puntos de comparación tiene esta carrera, que algunos llaman «salón» en Baza. A su derecha está la bonita Plaza de Toros, cuya edificación se debe al ilustrado celo del Alcalde Corregidor, don Fernando de la Cuadra, y a su izquierda el que fue Convento de San Jerónimo y palacio del Duque de Abrantes.  En el fondo de dicha carrera se sitúa una columna que sostiene el fanal que la alumbra en las noches de verano, y a su espalda por la derecha está la glorieta formada de un poyo circular con dos entradas en su diámetro; y en el centro una bonita fuente, cuya figura superior es un cono chato. A la izquierda está la Carrera de Palacio. Hay además otra carrera, llamada de los Santos Médicos, por la cercanía a la Ermita destinada a estos divinos Hipócrates, de donde nace otra lateral que dividida en varios ramales, conduce al Salón y a la de San Antón».

El comercio bastetano.
Cassola nos deja en esta obra un examen-estudio del comercio bastetano  con consideraciones sobre el mismo de este tenor. «Baza, en el ramo de industria y comercio, no ofrece tantas ventajas, después de las derrotas que ha sufrido y del alejamiento de la concurrencia de otros pueblos que a ella eran llamados en las épocas en que era cabeza de un partido rentístico, a ventilar sus negocios administrativos, e ingresar sus cupos de contribución en las arcas del Tesoro. Sin embargo, conserva algunas casas del comercio de ropas, provistas de todos los géneros comunes y de lujo; otras varias de quincalla y bisutería; un acreditado establecimiento de relaciones literarias, a cargo de don Joaquín Calderón, corresponsal de todos los de esa clase de Madrid, Barcelona y otros puntos.

Dispone de curiosos artistas en los ramos de sastrería, ebanistería, zapatería, cerrajería, herrería y calderería; excelentes fabricantes de pan, curtidores y tintoreros, y tres sombrereros. Hay además tres lindas tiendas de dulces, cuyas manufacturas compiten con las mejores de Granada; tres boticas con acreditados profesores, cuyos surtidos nada dejan que desear en la actualidad, que tanto se va perfeccionando el arte de curar: maestros de veterinaria de buen tino y acierto; galerías cosarias y transportes de herradura que hacen un viaje por semana a la capital, y otros para diversos puntos con suma equidad. Hay dentro de los muros de la ciudad dos molinos harineros, sin perjuicio de los yacentes en la ribera con piedras blancas; cuatro de aceite o almazaras, tres en las extremidades de la población, y una en el Cercado del Abad».

En el amplio repaso que nos hace de nuestra ciudad en aquellos años, se reflejan incluso las ferias existentes en la ciudad de la siguiente manera. «Se celebra todos los años, desde el 8 al 15 de septiembre, una feria a que concurren tiendas de ropas y platería, y es muy animada a consecuencia del prodigioso número de ganados caballar, mular, asnal y vacuno que de todas las provincias vienen en los días 11, 12 y 13 del mismo mes, cuya enajenación produce grandes ventajas a los tratantes. Se establece la de los efectos en la Zapatería, y la de animales en los llanos extensos que domina la Emita del Ángel, y por encima de la Mancoba, cercanos al caz mayor que refrigera a hombres y caballerías en aquellos calurosos días. Es digno de ser visitado ese espacio en ellos, para observar el concurso numeroso que va y vine y se mueve constantemente, agitado como las olas del mar, ansioso de realizar sus tratos o de presenciar los que ejecutan sus vecinos, en que se oyen pensamientos y ocurrencias chistosas en los castellanos nuevos, verdaderos protagonistas de la función».

«Se ejecuta también, en el día miércoles de cada semana, un mercado al que concurren todos los pueblos comarcanos a dar salida a sus efectos, aves e hilazas, siendo los días cercanos a las Pascuas tan animados que pueden confundirse con los de la Feria, sin escasear en ellos ningún artículo que se considere útil y necesario para la vida; se celebra en la Plaza de Santo Domingo, que también se denomina «del trigo», porque es en la que todos los días se compra y vende este cereal, y los demás que se importan al efecto».

Ofrece este «Ensayo...» estos datos sobre las instituciones existentes en la ciudad. «Hay en Baza Juzgado de 1ª Instancia, de ascenso, que comprende siete pueblos, con promotor fiscal, y seis escribanos de número. Comandancia Militar y Subdelegaciones de medicina, cirugía, farmacia y veterinaria. Administración de Rentas y de Correos. Cuenta doce abogados, que dan honor a la honrosa profesión que ejercen por sus brillantes dotes y elocuentes plumas; algunos de ellos están condecorados por S.M. y han obtenido y obtienen elevados puestos en la magistratura municipal. El Ayuntamiento se compone de diez y seis individuos, uno de ellos Alcalde, otros dos tenientes, nombrados por S.M. y un Síndico, que según la Ley Orgánica de estos cuerpos es elegido por él a pluralidad de votos.

La Secretaría la compone un secretario en propiedad, dos oficiales de plantilla y algunos auxiliares cuando se requieren, según la multitud y gravedad de los asuntos encomendados a estas oficinas: por último, dos alguaciles porteros, dotados todos de los fondos del caudal de propios, que es considerable por la intervención que ejerce en las aguas, subastando las acequias, la posada alhóndiga, y los arbitrios obtenidos sobre carnes, alcaidía del matadero, sobre el pescado y casa de la nieve. También satisface dicho caudal las asignaciones de médico, cirujano y boticario, que son los titulares, para que asistan gratuitamente a los pobres de solemnidad, actos judiciales y los de inspección de la municipalidad. Tiene escuela gratuita de Instrucción Primaria Elemental completa, a cargo del  entendido profesor don Manuel de Méndez, que ha logrado hacer arribar su establecimiento a una posición respetable».

Dedica varias páginas este documento a loar y ensalzar a la Iglesia bastetana, y a los Obispos, que según la historia ha dado su silla episcopal, y asistencias a concilios, llegando a citar  a Don Beltrán de Boyria, como Obispo de esta ciudad, asistente a la coronación de los Reyes de Navarra Don Juan de Albret y Doña Catalina de Foix, el 12 de enero de 1494, es decir cuatro años y un mes después de la reconquista de nuestra ciudad.

Son bastantes las páginas que dedica este « Ensayo....» a los problemas de esta Iglesia bastetana y a como en todo momento ha tenido la de Guadix deseo de aprovecharse de la de nuestra ciudad. Así deja escrito: «Don Fernando de Talavera, primer arzobispo de Granada, obtuvo breve de Su Santidad para administrar la jurisdicción eclesiástica de todas las iglesias de esta provincia que no estuviesen aplicadas, entrando Baza bajo su dirección.

Por el año 1495 era primer obispo de Guadix don Francisco García de Quixada, dos años después que administraba Baza el arzobispo de Granada; el cual, así por sus muchas y graves ocupaciones en los asuntos de los moriscos, que reclamaban su especial cuidado y atención, cuanto por su avanzada edad, que le impeditaba llegar a ejercer los actos pastorales y pontificales necesarios, delegó en el Ilmo. Quixada, su sufragáneo, dándole comisión amplia para todo, en cuya virtud administró la jurisdicción eclesiástica de Baza y su Hoya hasta que murió el Illmo. Talavera el 14 de mayo de 1507. Esta ocasión pareció al señor obispo Quixada la más oportuna para apropiarse así y a su iglesia de Guadix todo lo que correspondía a la de Baza, a cuyo intento vino a ella procurando ejercer en su nombre actos de jurisdicción; pero el pueblo, cabildo eclesiástico, y hasta la Abadía toda, le rechazaron con enérgica dignidad; y sin permitirle ni tolerarle el ejercicio de su pretendida jurisdicción, le obligaron a restituirse a su silla de Guadix. Se autorizó a don Pedro Montano, Abad de la Colegiata, para que pasase a Toledo, y  haciendo entender a su célebre obispo, el Ilustre  Cardenal don Francisco Giménez de Cisneros, los abusos y demasías del Ilmo. Quixada, le diese con común consentimiento de Baza y su abadía, la debida obediencia. La mantuvo el Arzobispado de Toledo desde el año 1508 hasta el 1550, en medio de continuos y reñidos pleitos ante tribunales y jueces apostólicos, en los que se exhibían los ardiles y medios para la ansiada posesión de este rico territorio. Dineros y más dineros se gastaron en estos pleitos, que incluso enojaron al Rey Emperador Carlos I, que decidió se hicieran transacciones, lo que así se llegó a realizar en la ciudad de Valladolid el día 15 de marzo de 1544, en el que se avinieron el Ilmo. Señor don Juan de Tebora, arzobispo de Toledo y su cabildo, y el  Illmo. Señor don Antonio de Ayala, obispo de Guadix.

Se avinieron a: 1º- Que Baza y su Hoya se aplicaran al obispado de Guadix, y Huéscar, con los lugares de su vicaría, quedara sujeto al arzobispado de Toledo. 2º.-Que las rentas decimales que percibiese en Baza el obispo y cabildo de Guadix, estuvieran obligados a dar la tercia parte al arzobispo y cabildo de Toledo; y por el contrario, las que percibiesen estos en Huéscar, tuvieran obligación de dar igual tercia parte a los de Guadix. 3º- Que las apelaciones de las causas de Baza y su distrito hubieran de conocer y ser juez competente el arzobispo de Toledo, con tal que no pudiera poner en Huéscar, ni en otros lugares de su vicaría, el tribunal de apelaciones. En virtud de este convenio, el obispo de Guadix se titularía a la vez de Baza, quedando sin embargo, como tal sufragáneo y dependiente de Granada.
Estos acuerdos obtuvieron la aprobación del Emperador el día 18 de agosto de 1544, si bien se incluyó en el mismo la cláusula «sin perjuicio de tercero». Adolecía este acuerdo de un hecho fundamental, y es que el daño se había realizado sin tener en cuenta a la Abadía y el cabildo de la ciudad. Baza, como una piña, acudió a defender su causa ante Su Santidad, en queja, y de ella obtuvo dos «buletos»: uno citatorio e inhibitorio, de fecha 18 de julio del año de la Natividad 1544, y otro compulsorio, del día 20 del mismo mes y año, que se notificaron a las partes Toledo y Guadix, quedando en todo suspendida dicha concordia. Como los contrarios de la Abadía y cabildo bastetano eran poderosos, y las concordias eran del gusto del Emperador, se iniciaron otros acuerdos para evitar nuevos pleitos, y con el asentimiento del Arzobispado de Toledo se llegó a la firma de un nuevo documento entre el Obispado de Guadix, y el Abad y Cabildo de Baza.

Este documento es de fecha 7 de noviembre de 1544. Esta segunda concordia se reduce a quince capítulos diferentes, en los cuales se puso en manos de los Señores don Enrique Enríquez, y Fray Pedro de la Cruz, prior del real Monasterio de San Gerónimo, la determinación de la parte de rentas que de la Abadía de Baza se habría de llevar el Obispo y el Cabildo de Guadix, con pena de seis mil ducados para la parte que no la guardare (de esto se realizaron dos escrituras públicas de compromiso en fecha 9 de noviembre de 1544, en que se comprende dicha sanción).

No acabaron aquí las cosas, pues fallecido el Obispo don Antonio del Águila, que había firmado esto, su sucesor en la silla de Guadix, don Marín de Ayala, trató de concluir estos pleitos, y presentó ante el Cardenal de Toledo, don Juan Martínez Silireo, las citadas bulas y ejecutorias, al efecto de que en Baza, y su Abadía, se le diese la consabida posesión, lo que así se efectuó el 19 de marzo de 1550, habiendo precedido el requerimiento para que se obligase a guardar la concordia y compromisos pactados por su antecesor, lo que ratificó y juró cumplir el 16 de dicho mes y año. Así finalizaban disputas, pleitos y contiendas en las que llegó a intervenir hasta la Santa Sede, y así quedó definitivamente despojada Baza de su silla episcopal, conservando no  obstante los atributos propios de una iglesia episcopal reunida, y cuanto puede constituir el orden de una verdadera catedralidad, cuyo nombre de iglesia catedral, le fue dado a la Iglesia de la Mayor por el obispo don Julián Ramírez en la visita que a la misma hizo en el año de 1578. Habían quedado cifrados las rentas y frutos que se debían abonar en la cantidad de 40.000 maravedíes, con lo que se avinieron el señor Obispo, y la Abadía. Pero no quedó conforme el señor deán de la Catedral de Guadix, por lo que incoó nuevo pleito ante la Chancillería de Granada, y logró que se le diese sentencia favorable, por la que se elevó la cantidad a 60.000 maravedíes. Esta sentencia es del 10 de marzo de 1554.

 

Tampoco quedó conforme el obispo don Melchor de Voz Mediano, e igualmente acudió a la Real Chancillería de Granada solicitando se le concediese la 4ª parte de todos los diezmos reales y personales de la Santa Iglesia Colegial de Baza, y de las demás de su Abadía. Se opuso a ello el Abad y Cabildo bastetano, sustanciándose el pleito; se dio sentencia el 8 de agosto de 1567, a favor de la Abadía y Cabildo en contra del demandante, al que se le impuso «perpetúo silencio» según sentencia. Su sucesor, don Julián Ramírez, apercibido de que no le asistía justicia, para continuar con estas pretensiones, solicitó ejecución de sentencia (17 de marzo de 1578 ), a favor del Abad y Cabildo, con lo cual quedaba finalizada la contienda. Tal es en extracto la historia de la Santa Iglesia Colegial de Baza y su relación con Guadix».

Hace el autor un lamento por la pérdida de la silla de Baza, a la vez que recuerda a  los respetables abades: Acensa, Navarro, Carrillo, Rosillo y Mellado, «que dieron brillo, luz y esplendor a la ciudad, y fueron admiración por su sabiduría de contemporáneos y  siguientes generaciones».

Menciona el que Baza tiene otras dos parroquias, la de Santiago y la de San Juan, así como que existieron cinco conventos de religiosos, a saber: el de San Gerónimo, el de la Merced calzada, dos de la orden franciscana, observante el uno y recoleto el otro, y el de Santo Domingo, de la orden de predicadores. Un convento de monjas de Santa Isabel, un beaterio de la Santísima Trinidad y un oratorio de San Felipe Neri, en cuya iglesia existe la hermosísima imagen de Nuestra Señora de los Dolores, obra del arquitecto granadino Mora. Cita que existió en otros tiempos el Convento de Canónigos seglares del Santi-Espíritus, del que sólo quedan las ruinas.

No puede menos el autor que dejar una relación de «hombres ilustres» de nuestra ciudad, reseñando  santidad, ciencia y valor de los mismos. Así: «Don Francisco de Velasco, venerable sacerdote, llamado el «Cura Santo», asombro de penitencia y dechado de virtudes, consejero  de Felipe III. Fray Luís Méndez Pardo, de la orden de San Gerónimo, visitador general de Andalucía y Castilla, embajador en Roma, en asuntos de religión, y general de la orden. Trajo a Baza las reliquias de numerosos santos y murió en 1621, en opinión de santidad. Fray Alonso Hurtado de Mendoza, de la primitiva observancia de San Francisco. Doctor en ambos derechos, provincial de Granada, definidor general de la orden, calificador de la Suprema, y célebre escritor cuyas obras están inéditas. El ilustrísimo señor don Andrés Sánchez de las Navas y Quevedo, vicario general de Indias, visitador general de las provincias de Francia y Obispo de Veragua, y después de Guatemala. El reverendo padre don José de los Santos Santaolalla, visitador general de los cartujos de España.

Don Hermenegildo de Rojas Jordán y Tortosa, famoso jurisconsulto, autor del libro «De incompatibilitate Regnorum et Mejoratum». Don Fernando de Ayala, insigne teólogo, doctor de Salamanca y escritor. El célebre Abad de esta colegiata Don Antonio Méndez Pardo. Don Fernando Salinas y Dávalos, célebre jurisconsulto y oidor de la Real Chancillería. Don Juan José Segura, insigne canonista. Don Francisco García de Villanueva, teólogo, magistral de Almería y Prior de San Hipólito de Córdoba. Don Francisco Guillen de Toledo, corregidor de Palencia y León, alcalde mayor de Toledo y de Granada, alcalde de corte, oidor y gobernador de las salas del crimen de la Real Chancillería, juez del Hospital real, profundo jurisconsulto e ilustrísimo magistrado. Don Pablo Collados, alcalde mayor de Guadix y de las nuevas poblaciones de Sierra Morena y Córdoba. Don Diego Corbera, monje de san Gerónimo, tres veces prior de este monasterio, visitador general de Castilla y capellán de Felipe V. Don Juan Enríquez de Guzmán, mayordomo mayor de la reina doña Ana, caballero del hábito de Santiago, comandante en Jefe de las tropas de Baza en la rebelión de los moriscos, donde acreditó su valor. Don Pedro y Don Diego de Luna, célebres capitanes en las guerras de Francia y Alemania, en tiempos del emperador Carlos I. Don Manuel de Luna, comendador de Santiago, y mariscal de campo en dichas guerras. El Capitán León de Robles, que perdió su vida en el asalto de Galera en las tropas de don Juan de Austria. El Doctor Don Mariano Cossio, abogado de los reales consejos, y fiscal de rentas de Baza y su partido, y alcalde mayor de Cazorla y Huéscar. Literato profundo, dejó numerosos escritos sobre diversos ramos, cuya memoria debe de ser venerada por cuantos son amantes de las letras. Doña María de Ávila, que brilló por sus virtudes cristianas y fue declarada venerable. Don Fernando Murga, jefe de caballería, y muy apreciado por Carlos II. Don Baltasar Antonio, grabador, conocido como «El Bastetano»...  lamentándose el autor de no poderse extender en las biografías de estos Bastetanos  ilustres.

Cierro por mi parte aquí este brevísimo resumen del «Ensayo Histórico sobre la antigüedad, honores y privilegios de la muy noble y leal Ciudad de Baza, y pueblos de su Abadía».

El texto lo ultima el señor Don Juan Bautista Cassola con unas fichas descriptivas de  las poblaciones de: Benamaurel, Caniles, Cúllar de Baza, Castril, Cortes de Baza, Freila, Galera, Orce y Zújar, dando de todas ellas noticia de su historia, población, comercio, industria, productos agrícolas, mineralogía, etc. Todo esto de tal precisión y  manera que se asemejan tanto a las fichas que realizaba el eminente Abad de Baza, Don Antonio José Navarro, que ya en su época este Ensayo fue tenido como copiado de las fichas del Abad fallecido en Baza en el año 1797; y el mismo autor reconoce que «de los documentos que me han facilitado las preciosas noticias que contiene… «sólo me reservo la parte que me corresponde en su coordinación». Y que si los ha dado a luz estos trabajos, sólo ha tenido por objeto las glorias de Baza, «de esa población simpática, bella y desgraciada, por cuyo engrandecimiento daría mi propia existencia: mis compatriotas deben dispensarme si no lo he hecho tan dignamente como merece (de su dedicatoria al lector).