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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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LA INVASIÓN FRANCESA de 1810 EN BAZA

Primera  Parte

Artículo publicado originalmente en la sección "Páginas Centrales" de la Revista "El Norte", correspondiente a la segunda quincena de mayo de 2010


Conocidos los gravísimos acontecimientos que estaban produciéndose en nuestro país a lo largo de todo 1808, en Baza se había creado la Junta de Defensa Local, que era el organismo encargado de mantener el orden ciudadano. Así mismo, esta Junta tenía entre sus competencias la recepción de los batallones que pasaban por esa ciudad de camino a los diferentes frentes de batalla que ya se estaban estableciendo dentro del todo el territorio peninsular. Con esta constante intranquilidad pasaron nuestros paisanos todo el año 1809, un estado de guerra en la lejanía, a cientos de kilómetros de Baza.

Pero llegó un momento en que aquella inestabilidad se acercaba irremediablemente hasta nuestra zona, cada vez más. Hasta que en la mañana del 22 de febrero de 1810, hace ahora dos siglos, se produce la primera entrada y la toma de la ciudad de Baza por las tropas francesas.

En realidad no era la primera vez que los ejércitos galos habían cruzado por nuestro término municipal, incluso varias veces; en todas ellas se les había entregado cuanto pedían sus jefes, pero siempre habían seguido su camino. No obstante, esta vez la cosa parecía más seria. Venían para quedarse.

A estas alturas, ante los continuos reveses de las tropas nacionales, que empiezan a ser tantos y tan frecuentes, se da la circunstancia de que los que llevan la iniciativa no son los ejércitos regulares en grandes batallas y en campo abierto, sino los grupos de guerrilleros, que empiezan a hostigar y molestar al ejercito invasor, causándole muchas bajas en  personas y pertrechos.

Así eran los franceses que tomaron Baza
Famoso cuadro de Goya con la familia del rey Carlos IV. Baza es un punto obligado en el transito de los ejércitos, un nudo de comunicaciones muy importante para los invasores; de tal forma que el General Horacio Sebastián, Conde Sebastiani, que mandaba en Granada, ordena que esta ciudad sea tomada militarmente y se establezcan en ella las tropas imperiales. Y mandan como General Gobernador, con mando en esta Plaza, a un carnicero de las guerras de centro Europa, al General Milhaub. Las dos veces que Baza ha estado dominada por los franceses, lo ha sido por el mismo General.

Su ejército llega a Baza en la madrugada del 22 de febrero de 1810 y lo primero que ordena es:

«Que le traigan arrestado y escoltado al Corregidor de la Plaza.
Luego, que  aportara la ciudad raciones de vino, aguardiente, carne y queso para la tropa así como cebada para sus caballos.
Ordena el que todos los soldados españoles que haya en la plaza, se presenten y entreguen a las tropas francesas de ocupación, que de no hacerlo, y fueren hallados, serian fusilados en el acto, así como también los vecinos que los ocultasen.
Ordena el que se reúna el Ayuntamiento al completo, y por medio de intérprete, les  obliga a escribir una carta, en la que este Ayuntamiento y ciudad de Baza, reconocen como único Rey de España a José Bonaparte, prestándole sumisión».

Igualmente, les obliga a escribir otra carta para el General español Blaque, que estaba por los alrededores, en la que se le advierte de que si intentaba acercarse a nuestra ciudad, serían sus habitantes los que pagarían, siendo pasados por las armas quienes colaborasen con el mismo.

El General Milhaud era un veterano de las guerras napoleónicas y sabía cómo dominar a un pueblo. Lo hace bien y seriamente y consigue asustar a la población; otra de sus primeras órdenes fue convocar a los principales personajes de la ciudad en el Ayuntamiento para hacerles saber que si alguna de sus órdenes no es acatada, caerían sobre ellos las sanciones.  Serían fusilados y confiscados sus bienes. Ordena, por ejemplo, poner centinelas en las puertas de la ciudad, que avisen de la llegada de los llamados «guerrilleros» o que avisten y avisen la llegada de tropas.

Así podía estar el edificio del actual museo en aquella época

Después y puesto que viene a quedarse, se procede al desalojo de todos los conventos de la ciudad, expulsión de sus frailes, y saqueo sistemático de todos los bienes de iglesias y conventos, cuadros, joyas, coronas, y campanas, pillaje en las casas principales de particulares, y envío de todo ello en largas y protegidas caravanas a su «amada Francia». Allí estos tesoros arrancados a España causaron tal admiración que hizo a numerosos generales del imperio francés pedir destino en la «bárbara» Andalucía. Todos los conventos e iglesias anexas, fueron ocupados por las tropas francesas con lanzamiento de los frailes y monjas.

Hay constancia de que el Estado Mayor del Ejército francés de ocupación se estableció en el Palacio de los Enríquez; los Húsares Polacos, en la Iglesia de los Santos Médicos, y el Cuerpo de Ejercito de Caballería, en el Convento de Santo Domingo.

Recreación de las tropas napoleónicas que tomaron el país y que también llegaron a Baza. Los regimientos se alojaron en los conventos de San Jerónimo, San Francisco, San Antón y de los Mercedarios. Los armones de caballería en la Plaza de Toros de la Alameda, y la oficialidad fue alojada en las principales casas de la ciudad. También fue incautado por el ejército invasor el convento de los Dominicos para alojamiento de la oficialidad.

Fue una ocupación militar de toda la ciudad, y sin miramiento alguno. Lo primero que hacen es tomar a todas las autoridades como rehenes y so pena de muerte, obligarles a cumplir lo que dictan estas leyes de ocupación. Una de las cosas que caracteriza a los franceses, y que luego harían los alemanes con ellos durante la Segunda Guerra Mundial, es que no destituyen a las autoridades civiles, sino que permiten que éstas sigan siendo los que parecen mandar en el pueblo; pero el Comandante Militar está sobre ellos, y es quien decide lo que tienen o no tienen que hacer. Es decir, las autoridades son meros títeres a su disposición.

Hay en el libro de actas una nota muy curiosa de fecha 7 de marzo de 1810, que dice: «El Señor Comandante del Ejercito Francés ordena que a las siete de la tarde estén prevenidos cuatro caballeros capitulares de este Ayuntamiento, y dos Eclesiásticos, para  marchar a la ciudad de Granada y felicitar al Rey Josef Bonaparte».

El temido General Milhaud

Veremos después como este Ayuntamiento y la ciudad felicitan al rey usurpador francés, pero ya vemos en realidad cómo se les ordena hacer este acto de pleitesía. Así funcionaba la ocupación francesa.

Mientras que todo esto se produce, de manera silenciosa son numerosos los vecinos que están abandonando la ciudad; sin ir más lejos en un acta se encuentra el dato de que el Corregidor don Antonio Santaolalla se ha marchado «a ignorado paradero». Los patriotas que se sienten humillados por la despótica conducta del tirano francés, escapan de la ciudad, incorporándose a los guerrilleros, o a los ejércitos nacionales.

Todas las actas giran en estos meses sobre las peticiones de alimentos, granos y fondos que se les exigen para el ejército de ocupación, hasta que se llega a una en la que se lee: «El cabildo dice que no hay fondos». Entonces el Comandante Francés ordena pedir alimentación (grano) para la tropa a los pueblos de Caniles, Benamaurel y Zújar, y estos niegan tener grano para socorrer a la tropa. Otra de las actas, la del 12 de abril de 1810, sólo reseña que han regresado desde Granada los Comisionados que habían ido a presentar sus respetos a José Bonaparte I. Y otra acta se refiere al nombramiento de Don Ginés Milla de las Heras y Jara como nuevo Corregidor de la ciudad, impuesto por los ejércitos de ocupación.

Ordenan los franceses que en el Ayuntamiento se expongan todas las órdenes y disposiciones emanadas por el Rey José Napoleón Primero. Hay dentro de estas leyes francesas bastantes cosas que agradan a los españoles de aquellos días. Tan es así que un numeroso grupo colabora voluntariamente con el invasor por estas normas e ideales de igualdad y libertad. Estas personas, bajo el sobrenombre de «afrancesados», sufrirían luego las persecuciones de Fernando VII, quien fusiló a muchos y a otros los obligó a marchar al extranjero.

De entre las Leyes publicadas por el invasor francés, que fueron bien recibidas por el pueblo español citaremos una por la que queda abolida la contribución a la Iglesia del llamado Voto de Santiago. Otra, por la que se deroga la inmunidad local de los templos. O en la que se ordena la construcción de cementerios y se impida el enterramiento de cadáveres en las iglesias.

Caballería «polaca»
O por la que se suprime la Jurisdicción Eclesiástica, y sólo pueden entender de pleitos los Magistrados seculares. Y otra más de estas Leyes es la supresión de la Pena de Orca, y la ejecución de los reos por medio del Garrote. Por lo visto, la mayoría de las leyes promulgadas tienen por finalidad suprimir el estado de prepotencia de la Iglesia sobre el poder civil. Están concebidas por el estado laico. Recordamos que el «voto de Santiago» era una contribución impuesta al pueblo por la Iglesia, reminiscencia de la Batalla de Clavijo. La inmunidad de los templos era la ventaja de que cualquier malhechor podía acogerse al derecho de Asilo de la Iglesia; los guardias que le perseguían no podían entrar en ella a detenerlo, así que luego salía de la Iglesia y se largaba por la puerta de atrás, por muy criminal que fuese.
Ataque de la infantería francesa contra las tropas españolas. El entierro en «sagrado» era un negocio especulativo que producía grandes beneficios a las iglesias, por enterrar en su suelo a los fieles. La jurisdicción eclesiástica funcionaba como justicia paralela a la estatal, teniendo sus propios tribunales y cárceles (recordamos aquí la Inquisición de la que hemos hablado en otras ocasiones). En cuanto a la pena de Orca, es simplemente el cambio en una forma de matar por el Estado.
Con la ocupación francesa en Baza, se ha establecido un Tribunal Militar, que de forma sumarísima procede al fusilamiento de los paisanos que son sentenciados por los delitos de espionaje o de colaboración con las partidas de guerrilleros, no acatamiento de bandos o disposiciones e incluso por simples injurias al ejército francés. Se ha impuesto un régimen de terror. Y encima se ha de sostener a los invasores.

El pueblo de Baza carece de fondos para atender a las continuas peticiones de alimentos y enseres por parte de las tropas de ocupación francesa; su dilatada permanencia ha agotado todas las existencias; cuando en el mes de agosto de 1810, el Comandante Jefe del Ejercito de Ocupación Francés le pide al Ayuntamiento 8.000 reales para comprar 300 pares de zapatos para su tropa, este Ayuntamiento le dice que «carece de fondos».

Intentan lograr estos recursos los franceses de los pueblos vecinos, como antes hemos citado, pero no se atreven a salir del casco urbano de Baza pues en su vega y alrededores ya están actuando los guerrilleros, que con sus escaramuzas, les están produciendo al ejercito invasor más daño que en una batalla al estilo clásico.

Caballería francesa en la puerta de un edificio noble, posiblemente de alguna ciudad conquistada
Los guerrilleros están a las mismas puertas de nuestra ciudad, y gozan de la ayuda de la población, por lo que el Comandante Francés apremia a las autoridades, so pena de vida, como dice el oficio, a que  pongan guardias y vigilantes en las puertas de la ciudad para repeler y dar aviso a las tropas regulares franceses de la llegada o avistamiento de estos numerosos grupos de guerrilleros, que ya están por las inmediaciones de la ciudad.
El guerrillero José Villalobos Cabrera. Obliga el ejército de ocupación a que sea el propio pueblo de Baza el que sirva de centinela para avisar de la llegada de guerrilleros.  Son las consecuencias de una ocupación; es el propio Corregidor, nombrado por las autoridades francesas, quien tiene que pedir permiso para desplazarse a Granada, por causa de una enfermedad. Aprovechando este viaje, expone al General en Jefe, Conde de Sebastiani, cómo la ciudad de Baza carece de fondos para organizar estas defensas ciudadanas contra los guerrilleros, pues el ayuntamiento carece de dineros, tropa, armas y municiones para cuidar al pueblo.

Pero de nada valen estos argumentos ante el francés. El día 14 de  septiembre hay un acta del Ayuntamiento en la que se deja constancia de que «el General Conde de Sebastiani ha sancionado a los componentes de los Cabildos, Eclesiástico y Secular, con 100.000 reales, por permitir que entrasen en la ciudad una «cuadrilla de facinerosos». Estos facinerosos no son ni más ni menos que los guerrilleros al mando de Don José Villalobos Cabrera, quien sorprendió con su partida de patriotas a la guardia de la caballería Polaca, que estaba estacionada en la llamada Ermita de los Santos Médicos, junto a la Alameda de Baza, habiendo dado muerte a 38 de los 40 componentes de dicha caballería Polaca, incluyendo en esta muerte la de su Comandante. En esta acción guerrillera quedaron en poder de la partida de Villalobos muchos caballos, lanzas, maletas, sables y carabinas. Un hecho memorable, que aparte de la sanción económica que hemos citado de 100.000 reales, trajo una mayor dureza a la población sometida al francés. Por suerte, la ciudad fue liberada por el General Freyre el día 10 de mayo de 1811. Pero no acabaría la presencia francesa en Baza.