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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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La navidad en la literatura  

Artículo publicado originalmente en la sección "Páginas centrales" de la Revista "El Norte", correspondiente a la segunda quincena de diciembre de 2010  


Durante el siglo XIX, e incluso en el XX, ha sido muy frecuente publicar en las fechas navideñas el llamado “Cuento de Navidad”, un relato breve que suele llegar al corazón de los lectores, y que incluso provoca un aldabonazo a sus conciencias. Tanto en uno como en otro sentido les hace reflexionar si  la conducta con sus semejantes ha sido todo lo buena que se debe de esperar de una persona, o si su vida ha sido causa de dolor de otros seres humanos que él considera inferiores.

Ni que decir tiene que todos estos pequeños relatos, si bien se han dirigido casi siempre a una población infantil, la moraleja o conclusión moral es la que ha hecho recapacitar a más de un mayor. Se ha utilizado en estas publicaciones la ingenuidad de la infancia y los pecados y virtudes que anidan en el hombre: la avaricia, la generosidad, la pereza, la diligencia, la soberbia, la humildad, la ira, la serenidad, la gula, la templanza… en definitiva, se han reseñado en sus páginas la mayoría de los pecados capitales que ocupan el corazón de los hombres. Y todo ello para que, luego, un hecho acaecido en estos días navideños ocasione la reflexión de la conducta y el cambio a mejor de la persona.

Otras muchas de estas pequeñas narraciones, o “Cuentos de Navidad”, han derivado a la fantasía como elemento motor o ingrediente máximo de su contenido, tal y como lo leímos en  “Maese Pérez, el Organista”, de Gustavo Adolfo Bécquer.

En él se mezclan los elementos reales y los fantásticos en el tratamiento de esta noche tan significativa para los cristianos en la que celebramos el nacimiento del Niño Dios.

Todos los escritores españoles de los dos siglos pasados, reitero, han escrito Cuentos de Navidad. El escritor más cercano a nosotros, Pedro Antonio de Alarcón, dejó escrita “La nochebuena del poeta”, así como otros varios textos alusivos a estas fechas; al igual que lo hizo Benito Pérez Galdós, de quien recordamos  “La Mula y el Buey”, animales imprescindibles en un portal de Belén, que se precie de serlo. Leopoldo Alas (Clarín) toca también al portal de Belén con su cuento fantástico “La mala noche del diablo”. Escritores no dados a la fantasía, como Eduardo Zamacois, se dejan llevar por el “espíritu navideño” cuando escriben sus narraciones breves, “La Nochebuena de don Juan”, y el bellísimo cuento moral “Boda eterna”.

Algunos escritores, que eran plumas asiduas en revistas españolas de gran tirada en su época (“Blanco y Negro”, por ejemplo), llegan a escribir  hasta 18 cuentos de Navidad, entre los que destacan Emilia Pardo Bazán, que casi llega a publicar uno por año como colaboradora en la citada revista, destacando entre todos: “Cuento de Navidad y año Nuevo”, “Cuento de Navidad y Reyes”, “La cena de Navidad”, “Lo que los Reyes traían”, etc.  Al igual sucede con “Azorín”, seudónimo de José Martínez Ruiz, que nos lega hasta un número mayor de estos relatos, entre los que destacaremos “Lo que lleva el rey Gaspar”.

Otros escritores “columnistas”, como Isidoro Fernández Flores, nos legaron para deleite de los lectores en estos días relatos tan infantiles y sensibles como “La nochebuena de Periquín”.

Lo mejor de este “espíritu navideño” es que no son indiferentes al mismo grandes pensadores como Unamuno, que nos lega varios “Cuentos de Navidad”, o el insigne dramaturgo Echegaray, que ungido de este mismo espíritu escribe “La lotería del diablo”. Otros grandes escritores españoles, pero menos conocidos que los citados anteriormente, como lo es José Ortega Bunilla, con este mismo sentimiento nos legó “Noche de Reyes”. Y no debo cerrar esta referencia a escritores españoles sin reflejar que también homenajearon la Navidad tanto gallegos, como Ramón del Valle Inclán, andaluces, como Juan Ramón Jiménez, o vascos, como Pío Baroja, por tanto se puede decir que el “espíritu de la Navidad” en las letras llega a toda España.

Sin embargo, es en el ámbito de la cultura anglosajona desde donde más se ha difundido mundialmente un Cuento de Navidad debido a las numerosas versiones cinematográficas que del mismo se han hecho; el “A Chritsmas Carol”, publicado en el año1843 por Charles Dikens, una novelita en la que se conjugan los fantasmas interiores de su espíritu con la realidad del avaro comerciante Scrooge Ebenecer. Al final el personaje le hace a éste reconocer sus errores hasta encontrar la bondad y la generosidad, que son los integrantes del Espíritu Navideño. Ese espíritu ha llegado a través de las pantallas del cine a toda la humanidad.