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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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El Regimiento de Baza
en la Guerra de la Independencia
PRIMERA PARTE

Artículo publicado originalmente en la sección "Páginas Centrales" de la Revista "El Norte", correspondiente a la segunda quincena de abril de 2010 


Numerosas poblaciones españolas han celebrado, están celebrando, o tienen próximo celebrar, los luctuosos hechos ocurridos durante la ocupación francesa de nuestro país, que se mantuvo durante varios años. Una de ellas, quizás la más señera, es Bailén, en la provincia de Jaén, que festejó las efemérides gloriosas de su batalla con una representación de la misma, sobre todo de los ejércitos que intervinieron y la vistosidad de sus uniformes, armones de artillería de la época, etc. En esta representación estaba un Regimiento que llevó nuestro nombre en tan gloriosa  efeméride: El Regimiento de Baza. Fue el 19 de Julio de 1808; frente al colosal ejercito del invasor francés, al mando del General Dupont, que si bien doblaba en la caballería al ejército español, se emparejaban en efectivos humanos. Allí, en aquellos campos, en las proximidades de la ciudad de Bailen, estaba el Regimiento que llevó gloriosamente el nombre de nuestra ciudad, encuadrados sus dos batallones bajo la dirección del General Castaños.

Pero si  el motivo de gloria al nombre nuestra ciudad fue el de su intervención en una victoriosa batalla, no cesó su interés en los años siguientes, en los que nuevamente en primer línea de batalla, intervino en las numerosas acciones que se dieron contra el invasor francés en los campos de Gerona; y posteriormente en la defensa de la ciudad de los numerosos ataques tras el asedio del ejercito francés.

De la heroicidad de los soldados que orgullosamente llevaban el nombre de nuestra ciudad en los dos batallones de los que se componía este Regimiento de Baza, dejó grato testimonio el Teniente Coronel don Miguel de Haro, militar que llevó unida a su vida militar la del Regimiento. Su obra «Relación  histórica de las defensas de Gerona en 1808 y 1809»es alabada por todos los escritores de la época. El otro Jefe Militar, Jefe del Regimiento de Baza, era don Antonio Beginés de los Ríos.

Tropas españolas del cuerpo de artillería que combatieron en la batalla de Bailén
Tras la batalla de Bailen, todos los ejércitos fueron llamados a incorporarse a marchas forzadas para incrementar las defensas de Cataluña. Teniendo en cuenta que sólo una décima parte del ejercito la constituían los de «a caballo», el plan de incorporación al ejercito del Norte (Cataluña) en tan solo 22 etapas, nos parece ya de por si una proeza. El desplazamiento de todo los ejércitos se hacía en etapas de 3 o de 4 leguas al día, dependiendo del terreno; todo un prodigio de conocimiento geográfico. Salieron de Granada a Diezma (4 leguas); de Diezma a Guadix (4); de Guadix a Gor (3); de Gor a Baza (4); de Baza a Cúllar (3); etc.

Por cierto que la tropa pernoctaba en cada uno de estos lugares. Con esta circunstancia comenzamos este artículo que vendrá dividido en dos partes; en la segunda, que publicaremos en la primera edición de mayo, les contaremos cómo le fue a los que llevaban el nombre de Baza por tierras catalanas.

El Regimiento de Baza llega a la ciudad

Habiendo resuelto la Junta Central del Reyno que inmediatamente saliese de Granada, a marchas forzadas para el Ejercito de Cataluña, toda la Tropa Nacional habilitada en esta provincia, al mando del Señor Don Teodoro Reding, y recibidas en esta ciudad las ordenes para su hospedaje y habilitación al paso de ésta, lo anunció mediante un Bando el Corregidor, excitando al vecindario a dar el más esforzado esmero en dar la mejor acogida a sus compatriotas los vencedores de Bailen, que después de haber abatido el orgullo de Dupont pasaban a entrelazar sus laureles con los de los caballeros catalanes hasta exterminar el nombre francés, y acabar de liberar a la Patria de la tiranía de Napoleón.

La Junta de Gobierno y el Ayuntamiento procedieron  de acuerdo a realizar las mismas ideas que se generalizaron en todas las clases del pueblo.

El día 12 de octubre entró en esta ciudad el Regimiento de Infantería de Ilíberis, con la fuerza de dos mil cuatrocientos hombres (equipados de armas y fornituras francesas cogidas en las acciones de Andújar) al mando de su Coronel Don Francisco de Córdoba, que fue recibido con general aplauso.

El Magistrado, Canónigos, Regidores, Caballeros, empleados y el pueblo, todo sin distinción de clases, esperaban en la plaza a tan ilustres guerreros, que a porfía los llevaron a hospedar a sus casas, donde fueron generalmente obsequiados. En la noche dispuso la ciudad un baile a los caballeros oficiales en la casa capitular.

Bandera original del Regimiento de Baza
El día 15 entró una compañía completa de Artillería Volante, compuesta de 134 hombres, con 118 caballos, 4 cañones y 2 obuses y sus correspondientes carros de municiones al mando de su Capitán Don Antonio Vázquez. Compañía gloriosa, terror de Dupont, que en media hora supo desmontarle 14 cañones, que le presentó en los ataques de Bailén, apresándole uno que trae por trofeo. Los pueblos de la comarca concurrieron a aumentar el júbilo de estos moradores en la entrada de este tren de ejército formidable, opuesto al orgullo francés.
Óleo que representa la rendición de las tropas francesas en Bailén El día 16 debía llegar el REGIMIENTO DE INFANTERIA DE BAZA, con la fuerza de dos mil y cuatrocientos hombres al mando de su Coronel Don Antonio Bejines. Se creció para ello la ciudad de Baza para honrar y distinguir al cuerpo de su nombre, que por primera vez veía llegar a sus puertas; los responsables municipales enviaron una Diputación en coches a cumplimentar al Jefe y a la Oficialidad, eso sí, a proporcionada distancia de la población.

Correspondió el Coronel a esta demostración incorporándose con la Legacía, a la que insinuó sus deseos de anticiparse a manifestar su reconocimiento a la ciudad, que con la Junta de Gobierno le recibió formada en la Sala Consistorial.

En nombre del cuerpo militar al que representaba, dio lectura a un discurso dictado por la más íntima gratitud a las demostraciones de obsequio que se le preparaban. El señor Corregidor-Presidente del Ayuntamiento respondió esas palabras en los siguientes términos:

Señor Coronel:

La batalla jienense fue una de las más crueles

Las ligeras demostraciones de júbilo y aprecio con que la ciudad señala el plausible día en que ve llegar a sus puertas por primera vez el regimiento de su nombre, son un pequeño bosquejo de las que desearía ostentar si lo permitiesen la circunstancias y la velocidad con que V. S. lo conduce a campaña; porque la verdad, desde que se enteró de la organización del Regimiento de Infantería de  Baza, en cuya nomenclatura sabe ha tenido V. S. la mayor parte, y que le forma un Jefe tan digno e Ilustre, una oficialidad tan bizarra y distinguida, y una tropa acostumbrada ya a vencer, no ha podido menos de concebir las mas lisonjeras y seguras esperanzas de que el nuevo cuerpo de su nombre, ha de redoblar sus glorias y trofeos que la ennoblecen, tantos siglos ha desde el momento a arrostrar a un enemigo reputado invencible en toda Europa, hasta que le ha precisado a medir su perfidia con el desarmado valor español.

Desea la ciudad que V. y los valerosos guerreros de su mando, vivan íntimamente persuadidos desde este feliz día que BAZA hará toda su complacencia de su mayor obsequio, siempre que tenga el honor de recibir sus insinuaciones y desea también que el único, verdadero y Todopoderoso bendiga sus armas para derrotar al impío coloso que no le reconoce  y a cuyo fin no dejará de dirigirle sus incesantes votos en honor de la Religión, del Rey y de la Patria, y de esta Ilustre Ciudad.

Concluido este acto, se despidió el Coronel; y tomando los coches salió a ponerse a la vera de su Regimiento, que ya estaba formado en la Puerta de San Antón. A la una de la tarde, el destacamento entró en la ciudad entre las más vivas aclamaciones del pueblo, y el repique general de campanas de todas las iglesias y conventos. Lo primero que hizo fue formar en batalla en la Plaza Mayor. El regimiento hizo los honores militares al retrato de «Nuestro Amado Soberano el Señor Don Fernando Séptimo», que estaba colocado en el balcón de las Casas Consistoriales, colgado como todos los demás, con el mayor decoro, en el que asistían además los Individuos de los Cuerpos de la Junta y de la Ciudad, las cuales juntamente con las demás personas de la primera distinción del pueblo.

Detalle del uniforme típico de la Guerra de la Independencia.

Se llevaron a su casa a toda la oficialidad, para obsequiarla según inspiró a cada uno el patriotismo y el júbilo que rebosaba en los semblantes de todos. Fue alojada también la tropa, a la cual se franquearon abundantes ranchos. A la noche hubo iluminación general en todo el pueblo, y se dio un lucido baile público a los Oficiales, acompañados de la primera nobleza de ambos sexos, a quienes se dio un decente y copioso ambigú, a expensas como los ranchos de la tropa, del patriotismo de algunos individuos de ambos Cabildos y otros generosos ciudadanos que quisieron tener parte en tan digno debido obsequio. Un Regidor y un eclesiástico dieron bodegas, el uno para prodigar cuanto vino necesitaron en sus comidas los soldados de Baza y los artilleros, y el otro para todo el que quisieron ir a beber aquellos.

No contenta la ciudad con estas demostraciones, quiso dar al Cuerpo de su nombre la última prueba de su aprecio y confianza. Ofreció al Coronel Dos Banderas de las del Antiguo Regimiento Provincial de Baza, que tenía depositada en el templo de su Patrona Nuestra Señora de la Merced.

Aceptó el Jefe tan generosa y obligante oferta, entendiendo que con la rapidez y la necesidad de continuar su trayecto no se permitió hacer la entrega de esos trofeos con toda la pompa y ceremonial de estilo. «Pasó la ciudad al Convento, cuya Comunidad estaba formada y se hizo de las banderas a  presencia de ambos Cuerpos por los dos Capitanes mas antiguos, a los oficiales de una Compañía de Granaderos que a tambor batido se presentó a recibirlas, y conduciendo e incorporándolas en el Regimiento formado en la Plaza, emprendió su marcha el día 17, entre los vivas y las aclamaciones del Pueblo y repique general de campanas.

En el mismo día, al anochecer, llegó el brillante Regimiento de Caballería de Húsares Reales de Granada al mando de su Coronel, Marqués de Campo Verde, con fuerza de 670 caballos perfectamente vestidos y armados y montados. Hizo descanso el 18 y salió el 19 con toda la bizarría que caracteriza a la caballería andaluza, llenando las esperanzas que estos Patricios deben concebir del valor acreditado de un Cuerpo todo escogido.

En el día 19 y en el 20 entraron los dos batallones del Regimiento de Infantería de Almería, con la fuerza de 2.400 hombres al mando de su Coronel Don Juan Creag, y del Teniente Coronel Don Josef González, que continuaron su marcha en los días 21 y 22.

En el 24 llegó el primer Batallón de Reding, número 30, al mando de su Coronel, el Brigadier Don Narciso Reding, con la fuerza de mil plazas, llevando a la satisfacción del público la presencia de tan digno jefe, viva imagen de hermano que tanto se ha distinguido en las Batallas de Mengíbar y  Bailén y demás a cuyas ordenes se habían coronado de gloria tantos campeones hijos de esta ciudad.

Todos estos Cuerpos, cuya fuerza asciende a 9.004 hombres, a impulso del infatigable patriótico celo y actividad de la Suprema Junta de Gobierno de Granada, van perfectamente vestidos y completamente equipados de cuanto necesitan para continuar sus victorias en los campos de Cataluña, a donde llevan el terror mismo que infundieron a los franceses en los de Andalucía. A todos se tributaron iguales obsequios y agasajos y demostraciones públicas y privadas que al primero, en justa recompensa del vecindario, por haberle liberado de los horrores de un ejército inhumano que tan cerca le atormentaba. La localidad de Bailén recordó en julio de 2008, los doscientos años de la batalla en la que las tropas de Napoleón fueron vencidas por la coalición española. Era el principio del fin de la invasión francesa de España.

Todos estos datos han sido recogidos de las actas del archivo Histórico Municipal en los días anteriores al 29 de octubre de 1808. No obstante, toda esta euforia patriótica queda anulada rápidamente, pues mientras que salen las tropas descritas, llamémoslas «Nacionales», por un sitio, entran en nuestra ciudad por otro las tropas napoleónicas invasoras.