|
|||||
El Regimiento de Baza
|
|||||
|
|||||
|
|||||
|
|||||
Primer y segundo batallón vuelven a estar reunidos en un intenso combate, en el que la superioridad del enemigo les obliga a retirarse al monasterio de Santa Creus, donde el francés les pone sitio; a la mañana siguiente, la valentía de los componentes de este Regimiento rompe el bloqueo y se une al grueso del ejercito en la localidad de Monmaneu, ante el desconcierto y retirada del enemigo. | |||||
|
|||||
Pero no es fuera, en la periferia, en los abiertos campos de batalla, donde la heroicidad de este Regimiento de Baza quedó para siempre señalada en las páginas gloriosas de la historia. La fortuna y la eternidad les esperada dentro de los muros de la plaza de Gerona. Sitiada la plaza gerundense por los franceses, sus defensores se hallaban en tan apurada situación que no cesaban en pedir a la Junta Central que se les socorriese; precisaban de todo: personal, armamento, munición, alimentos, asistencias sanitarias. De todo requería esta angustiosa situación si no quería caer en manos del francés. |
|||||
|
|||||
En la conferencia de Jefes, sobre el modo de entrar en la plaza sitiada por el ejército francés, se impuso y se aceptó por unanimidad, el plan expuesto por el Coronel del Regimiento de Baza, don Miguel de Haro. Puesto en práctica este plan, los sitiadores fueron arrollados y el convoy de auxilio pudo entrar intacto. Era jefe militar de la ciudad sitiada el General Álvarez de Castro, quien pidió que el Regimiento de Baza quedase allí como guarnición, a lo que se accedió, ya que el Coronel del primer batallón, don Antonio Bejines, había sido hecho prisionero en las proximidades de Gerona por una partida de caballería francesa. Fue pues el Coronel don Miguel de Haro quien quedó al frente del Regimiento de Baza dentro de los muros de la sitiada ciudad de Gerona. |
|||||
|
|||||
Cualquier cronista patrio sería bueno para describir estos sucesos, pero creemos que nadie mejor que el Coronel del Regimiento de Baza, don Miguel de Haro, que los dejó escritos para la posteridad. Dice así: «Amanece, y el sonido triste de una gran campana, llama sin cesar al somatén ciudadano. El «toque de generala» inicia la marcha silenciosa pero viva de las tropas; el ver salir de sus casas a todos los ciudadanos, y hasta a los sacerdotes armados para defender sus vidas; el ver a las mujeres despavoridas, pero animando a los hombres; el estrepitoso sonido de más de doscientas bocas de cañón haciendo fuego a un tiempo; el incesante fuego de la fusilería; la continua caída de bombas y granadas, y la densa nube de humo de la pólvora, que envolvía y como que intentaba ofuscar a estos terribles objetos, formaban el cuadro más grandioso que se puede imaginar». Y lo que daba más sublimidad a esta terrible escena, era tener la idea fija en que, si el resultado era funesto, todos iban a perecer en aquel instante a manos de sus feroces enemigos. El ataque fue terriblemente impetuoso y duro. | |||||
|
|||||
Cruel como pocos, el General Verdier hace un recuento de sus enormes pérdidas y establece un intenso cerco a la ciudad; nadie entrará ni saldrá de ella. Al mismo tiempo, continúan sus cañones machacando las murallas, pero sin arriesgar caballería ni infantería. Son tres meses dentro del mayor de los suplicios, pues la población ha agotado todo tipo de comestibles. Caballos heridos son sacrificados para abastecimiento humano, los intentos de romper el cerco francés son continuos, pero en el ejército galo no quieren prisioneros, quieren venganza y cuantos intentos de romper el cerco se vienen dando con valerosos voluntarios, los cercados ven como los asediantes les arrojan al río los cadáveres de quienes pretenden salir. Así van muriendo defensores de la ciudad, heroicos soldados y honrados ciudadanos. Han conocido, bien pronto, la decisión del francés. De allí no saldrá nadie vivo. El hambre va haciendo mella en la población y en el ejército. Se organizan, unas tras otras, intentonas de romper el asedio, pero sólo los soldados consiguen morir. Allí, en Gerona, sucumbieron 1.368 hombres del Segundo Batallón del Regimiento de Baza, que tan gloriosamente tres meses antes habían logrado romper el asedio. El hambre y las enfermedades empiezan a surtir efecto en la población y defensores, y finalmente, el día 10 de diciembre, las autoridades deciden que es forzoso capitular. Pero el núcleo del Primer Batallón del Regimiento de Baza, que había quedado en las cercanías de Montfulla, fue agregado al segundo de Saboya hasta que el Marqués de Portazgo dio orden al Coronel Begines de reorganizar nuevamente el Regimiento de Baza, bajo su mando. |
|||||
|
|||||
Estos intentan salir del cerco, pero el fuerte dispositivo militar dirigido por el Capitán don Vicente Irañeta hace que todos los intentos sean inútiles. Se da entonces un curioso suceso. Los franceses tenían de su lado a un renegado español, a quien llamaban Rajolet, quien en un alarde de fanfarronería llamó a grandes voces al Capitán Vicente Irañeta, desafiándole a un combate cuerpo a cuerpo; tales insultos mandaba desde las murallas, que el Capitán decidió aceptar el reto y presentarse para celebrar tan singular lucha. Separándose de su tropa, el capitán avanzó impávido diciéndole el retador que bajase al terreno de la lucha personal; se abrió la puerta de la muralla y apareció en ella el renegado Rajolet, quien sólo avanzó unos pasos en dirección al Capitán, pero dio media vuelta y volvió presuroso a encerrarse en la ciudad ante la rechifla general de las tropas. Durante el año 1813 nos encontramos al Regimiento de Baza en numerosas campañas bélicas, siendo las más reconocidas las de Santa Eulalia (en el mes de septiembre) y la de San Feliú de Codinas en el mes de noviembre. En esta última acción resultó herido el Capitán Irañeta, quien ya ostentaba el grado de Coronel. |
|||||
|
|||||
Ultimada la Guerra de la Independencia, es destinado a la Guarnición de Zaragoza, donde la remodelación de los ejércitos, decretada el día 2 de marzo de 1815, hace que desaparezca el nombre de Regimiento de Baza por pasar a formar este parte del 2º Batallón de Voluntarios de Madrid, 44º Regimiento de Línea. Aquí pudiera decirse que desaparece el Regimiento de Baza, pero su pasada fama hace que no quede su nombre en el olvido. Muchos oficiales, del desaparecido Regimiento, hacen valer sus hazañas y logran que sea resucitado el día 16 de Agosto de 1847, por medio de una Real Orden y Real Decreto de fecha anterior (5 de Julio). Se pone al frente del mismo al Comandante don Tomas Cervino, quien lo reconstruye con las Compañías de la Reina Gobernadora, y de Isabel II. Ahora se denomina REGIMIENTO DE BAZA, número 12 de CAZADORES. Se le sigue el rastro, viendo como el 14 de noviembre de 1847 recibe su antigua Bandera con una enorme solemnidad, en los acuartelamientos de Villaverde, y pasa a la guarnición de Madrid. Interviene muy activamente en la represión de los sucesos ocurridos en Madrid en el día 22 de Marzo de 1848, mereciendo su conducta el ser condecorados Jefes y Oficiales, con la Cruz de Isabel II y la de San Fernando a la Clase de tropa. Nuevamente fueron felicitados, tanto Jefes como Oficiales y tropa, por su actuación en otros sucesos análogos ocurridos en la capital del reino. Lo encontramos en el año de 1849 en la Residencia Real de Aranjuez, e incluso en Italia, ayudando a restablecer el orden en los Estados Pontificios. Vuelto a España, es destinado en el año 1853 a la guarnición de Pamplona; un año después está de Guarnición en Zaragoza, y en el 1854 es llamado urgentemente a Madrid, por causa de los disturbios ocurridos en la capital. |
|||||
|
|||||
Es un buen momento éste de la celebración del trescientos aniversario de su creación, llevada a cabo por Felipe V en 1710, para recordar a quien tan heroicamente llevó el nombre de BAZA en su estandarte. | |||||