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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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El Regimiento de Baza
en la Guerra de la Independencia
SEGUNDA PARTE

Artículo publicado originalmente en la sección "Páginas Centrales" de la Revista "El Norte", correspondiente a la primera quincena de mayo de 2010 


Habíamos dejado la brillante historia del REGIMIENTO DE BAZA en el momento en el que, junto a otros numerosos Regimientos ubicados en Andalucía, son llamados a  salir en defensa de la Patria a los campos de Aragón y Cataluña. Fue nuestra ciudad un digno lugar de paso de estos ejércitos patrios, de lo cual dejamos constancia en la primera entrega de esta efemérides.

A partir de ahora, nos vamos a su situar como si de un corresponsal de guerra se tratara; lo haremos para narrar las dieciocho etapas en la ruta que lleva a estos militares hasta los campos de Valencia. Para llegar allí han de pasar por tantas y tantas poblaciones de camino al Levante: Cúllar, Chirivel, Vélez, Puerto Lumbreras, Lorca, Totana, Librilla, Murcia, Orihuela, Crevillente, Elda, Villena, Fuente de la Higuera, Vallada, San Felipe, Alcira, Almuzafre, y Valencia.

Una vez ya en Valencia, incorporado el Regimiento de Baza a la División de Reding, parten hacia Cataluña el día 12 de octubre. Un mes después lo encontraremos acantonado en El Papiol. Llamado y liderado por Reding, se reúne con los demás cuerpos, bajo las órdenes de este General, en Molins de Rey, actuando en varias  ocasiones en las operaciones de liberación de Barcelona, en cuyos combates perdió algunos componentes.

Al inicio del año 1809, el segundo batallón interviene en el sitio y recuperación de la plaza de Castellón de Ampurias, distinguiéndose en la persecución del enemigo francés al que hizo más de cien prisioneros.

En otra acción, conjunta con el batallón ligero de Alicante, tropiezan a los franceses y les obligan a una retirada tan precipitada que muchos perecieron por caer en su huida en el río Llobregat; otros muchos fueron hechos prisioneros.

Maqueta de la Guerra de Gerona.
Primer y segundo batallón vuelven a estar reunidos en un intenso combate, en el que la superioridad del enemigo les obliga a retirarse al monasterio de Santa Creus, donde el francés les pone sitio; a la mañana siguiente, la valentía de los componentes de este Regimiento rompe el bloqueo y se une al grueso del ejercito en la localidad de Monmaneu, ante el desconcierto y retirada del enemigo.

Logran en un principio la ciudad de Valls, pero un numeroso contingente de más de veinte mil hombres les obliga a abandonar la ciudad, y en su retirada se pierden más de cien hombres, entre muertos, heridos y prisioneros.

El Regimiento, situado en Moyá, logra desbaratar una acción francesa para sitiarles. En ella son distinguidos varios de sus  oficiales, citando como artífices de esta gesta al Teniente don Vicente Irañeta, y a los igualmente Tenientes don Manuel Ruíz, don Manuel Domingo y don Mauricio García.

Oleo donde se deja patente la crueldad del asedio de Gerona y de las batallas de esta Guerra de la Independencia.

Pero no es fuera, en la periferia, en los abiertos campos de batalla, donde la heroicidad de este Regimiento de Baza quedó para siempre señalada en las páginas gloriosas de la historia. La fortuna y la eternidad les esperada dentro de los muros de la plaza de Gerona.

Sitiada la plaza gerundense por los franceses, sus defensores se hallaban en tan apurada situación que no cesaban en pedir a la Junta Central que se les socorriese; precisaban de todo: personal, armamento, munición, alimentos, asistencias sanitarias. De todo requería esta angustiosa situación si no quería caer en manos del francés.

Bandera y uniforme utilizados por los integrantes del Regimiento de Baza. Se dispuso en Olot un gran convoy de auxilio, y se puso al frente del mismo al General García Conde, quien eligió entre otros ejércitos al Regimiento de Baza para custodiar y acompañar este gran auxilio. El día 30 de agosto llegó el convoy a Amer, por donde cruzó el río Ter dejando atrás las poblaciones de Anglés y Bescano, en las proximidades de Monfullá. Les intentó cortar el paso la división francesa al mando de Lechy, pero la pericia de nuestro ejército les hizo poner en fuga y en la tarde del primer día de Septiembre se llegó a dar vista a Gerona. Tambor del Bruch, famoso en esta contienda.

En la conferencia de Jefes, sobre el modo de entrar en la plaza sitiada por el ejército francés, se impuso y se aceptó por unanimidad, el plan expuesto por el Coronel del Regimiento de Baza, don Miguel de Haro. Puesto en práctica este plan, los sitiadores fueron arrollados y el convoy de auxilio pudo entrar intacto. Era jefe militar de la ciudad sitiada el General Álvarez de Castro, quien pidió que el Regimiento de Baza quedase allí como guarnición, a lo que se accedió, ya que el Coronel del primer batallón, don Antonio Bejines, había sido hecho prisionero en las proximidades de Gerona por una partida de caballería francesa.

Fue pues el Coronel don Miguel de Haro quien quedó al frente del Regimiento de Baza dentro de los muros de la sitiada ciudad de Gerona.

El pueblo contra las tropas francesas, un signo de exaltación nacional incuestionable Fuera de los muros estaba el invasor francés, iracundo, frenético por las derrotas sufridas, por los pertrechos requisados por los españoles, y sobre todo, por no haber podido entrar en el recinto amurallado de Gerona, durante tanto tiempo cercado por sus tropas. Tardó casi un mes el General Verdier en asimilar la victoria de la entrada a la ciudad sitiada del enorme convoy  llegado en ayuda de la misma, y en organizar un duro, durísimo, ataque a la ciudad sitiada. La fecha señalada fue el 19 de septiembre de aquel año de 1810. El Regimiento de Baza tenía a su cargo la defensa de la cortadura grande de la Plaza de San Pedro, baluarte y puerta de Francia.
Cualquier cronista patrio sería bueno para describir estos sucesos, pero creemos que nadie mejor que el Coronel del Regimiento de Baza, don Miguel de Haro, que los dejó escritos para la posteridad. Dice así: «Amanece, y el sonido triste de una gran campana, llama sin cesar al somatén ciudadano. El «toque de generala» inicia la marcha silenciosa pero viva de las tropas; el ver salir de sus casas a todos los ciudadanos, y hasta a los sacerdotes armados para defender sus vidas; el ver a las mujeres despavoridas, pero animando a los hombres; el estrepitoso sonido de más de doscientas bocas de cañón haciendo fuego a un tiempo; el incesante fuego de la fusilería; la continua caída de bombas y granadas, y la densa nube de humo de la pólvora, que envolvía y como que intentaba ofuscar a estos terribles objetos, formaban el cuadro más grandioso que se puede imaginar». Y lo que daba más sublimidad a esta terrible escena, era tener la idea fija en que, si el resultado era funesto, todos iban a perecer en aquel instante a manos de sus feroces enemigos. El ataque fue terriblemente impetuoso y duro.
Los franceses consiguen ganar las brechas de las murallas; pero encuentran impertérritos soldados de Borbón y Ultonia, que apoyados por los de Iliberia y Baza les oponen tenaz resistencia. Y más atrás, un pueblo inmenso, próceres, industriales, sacerdotes, cristianas y enérgicas mujeres, dispuestas como los hombres, a sacrificarlo todo por el propio honor y el de sus hogares y familias. Arrecia la lucha hasta que, al fin, vista por los asaltantes la imposibilidad de rendir aquella fortaleza humana, se declaran en retirada. Regimiento desfilando en dirección a la batalla

Cruel como pocos, el General Verdier hace un recuento de sus enormes pérdidas y establece un intenso cerco a la ciudad; nadie entrará ni saldrá de ella. Al mismo tiempo, continúan sus cañones machacando las murallas, pero sin arriesgar caballería ni infantería. Son tres meses dentro del mayor de los suplicios, pues la población ha agotado todo tipo de comestibles. Caballos heridos son sacrificados para abastecimiento humano, los intentos de romper el cerco francés son continuos, pero en el ejército galo no quieren prisioneros, quieren venganza y cuantos intentos de romper el cerco se vienen dando con valerosos voluntarios, los cercados ven como los asediantes les arrojan al río los cadáveres de quienes pretenden salir. Así van muriendo defensores de la ciudad, heroicos soldados y honrados ciudadanos. Han conocido, bien pronto, la decisión del francés. De allí no saldrá nadie vivo. El hambre va haciendo mella en la población y en el ejército. Se organizan, unas tras otras, intentonas de romper el asedio, pero sólo los soldados consiguen morir. Allí, en Gerona, sucumbieron 1.368 hombres del Segundo Batallón del Regimiento de Baza, que tan gloriosamente tres meses antes habían logrado romper el asedio. El hambre y las enfermedades empiezan a surtir efecto en la población y defensores, y finalmente, el día 10 de diciembre, las autoridades deciden que es forzoso capitular.

Pero el núcleo del Primer Batallón del Regimiento de Baza, que había quedado en las cercanías de Montfulla, fue agregado al segundo de Saboya hasta que el Marqués de Portazgo dio orden al Coronel Begines de reorganizar nuevamente el Regimiento de Baza, bajo su mando.

Pudo hacerlo en muy breve tiempo tomando como base los elementos supervivientes y su primer batallón. A partir de entonces, entre los años 1810 y 1811, se le localiza en acciones heroicas en las poblaciones de Mollet, Esparraguera, Tarragona y Mataró, plazas en las que se hizo honor a su brillante historial. Traspasa incluso nuestras fronteras, en el año 1812, y lo vemos que integrado en la División Sarsfiel ocupa varias poblaciones, de las que obtiene contribuciones en dinero y víveres. Regresa a España el Regimiento de Baza siendo destinado a la reconquista de la ciudad de Tarragona, en la que se daba la inversa de Gerona, allí los sitiados eran los franceses. Imagen típica del ejército en la Guerra de la Independencia, especialmente los componentes de la caballería. Una contienda que ha dado mucha escritura

Estos intentan salir del cerco, pero el fuerte dispositivo militar dirigido por el Capitán don Vicente Irañeta hace que todos los intentos sean inútiles.

Se da entonces un curioso suceso. Los franceses tenían de su lado a un renegado español, a quien llamaban Rajolet, quien en un alarde de fanfarronería llamó a grandes voces al Capitán Vicente Irañeta, desafiándole a un combate cuerpo a cuerpo; tales insultos mandaba desde las murallas, que el Capitán decidió aceptar el reto y  presentarse para celebrar tan singular lucha. Separándose de su tropa, el capitán avanzó impávido diciéndole el retador que bajase al terreno de la lucha personal; se abrió la puerta de la muralla y apareció en ella el  renegado Rajolet, quien sólo avanzó unos pasos en dirección al Capitán, pero dio media vuelta y volvió presuroso a encerrarse en la ciudad ante la rechifla general de las tropas.

Durante el año 1813 nos encontramos al Regimiento de Baza en numerosas campañas bélicas, siendo las más reconocidas las de Santa Eulalia (en el mes de septiembre) y la de San Feliú de Codinas en el mes de noviembre.  En esta última acción resultó herido el Capitán Irañeta, quien ya ostentaba el grado de Coronel.

General Mariano Álvarez de Castro.

Encontramos la historia del Regimiento de Baza en una página heroica el 14 de febrero de 1814, fecha en la que llega a Zaragoza con 2.000 prisioneros franceses.

Posteriormente, en el mes de Mayo, consta su presencia en Lérida, donde ya acabada la guerra tiene el honor de recibir al Rey Fernando VII, de vuelta de su cautiverio en Francia, y tanto la persona del Rey como la de su hijo, el Infante Carlos, son escoltadas por los oficiales de este Regimiento.

La caballería jugó un papel decisivo en esta guerra.

Ultimada la Guerra de la Independencia, es destinado a la Guarnición de Zaragoza, donde la remodelación de los ejércitos, decretada el día 2 de marzo de 1815, hace que  desaparezca el nombre de Regimiento de Baza por pasar a formar este parte del 2º Batallón de Voluntarios de Madrid, 44º Regimiento de Línea. Aquí pudiera decirse que desaparece el Regimiento de Baza, pero su pasada fama hace que no quede su nombre en el olvido.

Muchos oficiales, del desaparecido Regimiento, hacen valer sus hazañas y logran que sea resucitado el día 16 de Agosto de 1847, por medio de una Real Orden y Real Decreto de fecha anterior (5 de Julio). Se pone al frente del mismo al Comandante don Tomas Cervino, quien lo reconstruye con las Compañías de la Reina Gobernadora, y de Isabel II. Ahora se denomina REGIMIENTO DE BAZA, número 12 de CAZADORES.

Se le sigue el rastro, viendo como el 14 de noviembre de 1847 recibe su antigua Bandera con una enorme solemnidad, en los acuartelamientos de Villaverde, y pasa a la guarnición de Madrid. Interviene muy activamente en la represión de los sucesos ocurridos en Madrid en el día 22 de Marzo de 1848, mereciendo su conducta el ser condecorados Jefes y Oficiales, con la Cruz de Isabel II y la de San Fernando a la Clase de tropa.

Nuevamente fueron felicitados, tanto Jefes como Oficiales y tropa, por su actuación en otros sucesos análogos ocurridos en la capital del reino. Lo encontramos en el año de 1849 en la Residencia Real de Aranjuez, e incluso en Italia, ayudando a restablecer el orden en los Estados Pontificios.

Vuelto a España, es destinado en el año 1853 a la guarnición de Pamplona; un año después está de Guarnición en Zaragoza, y en el 1854 es llamado urgentemente a Madrid, por causa de los disturbios ocurridos en la capital.

Adscrito a la Guarnición de la Capital de España, durante un determinado tiempo, pasa posteriormente a acantonarse en las ciudades de Alcalá, Cuenca, nuevamente en Aranjuez, Torrelaguna, Burgos y Logroño. Con la reestructuración dada a nuestro Ejército, tras la Restauración, desaparece total y definitivamente este REGIMIENTO DE BAZA, que tan brillantemente llevó el nombre de nuestra ciudad por toda España, Francia e Italia.
Es un buen momento éste de la celebración del trescientos aniversario de su creación, llevada a cabo por Felipe V en 1710, para recordar a quien tan heroicamente llevó el nombre de BAZA en su estandarte.