ÚLTIMA PÁGINA

Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

Para remitir sus comentarios, clique AQUÍ

Algunos apuntes históricos sobre la población bastetana durante la Edad Media… y algunos años más

Segunda parte

Artículo publicado originalmente en la sección "Páginas Centrales" de la Revista "El Norte", correspondiente al mes de agosto de 2010 

En este artículo veraniego, Sebastián Manuel Gallego nos remonta a los truculentos años de la dominación musulmana de nuestra ciudad, partiendo incluso de lo que había aquí antes de llegar las tropas del norte de África. La evolución de la población bastetana, especialmente de los mozárabes, las idas y venidas de las tropas cristianas y lo que vino después, tras la reconquista, son los argumentos que nuestro colaborador nos relata en dos partes, la que les ofrecimos en la segunda quincena de Julio y la que llega en esta edición de agosto.

El  destino de los mozárabes que siguieron a Alfonso «El Batallador» fue el que correspondía a su abnegación y celo cristiano; fueron llevados a sus estados de Navarra y Aragón, dónde no sólo se les dio tierras y heredades, sino que se mandó que sus hijos fueran hidalgos infanzones, disfrutando de todos los privilegios concedidos a éstos, con exención de los mismos pechos y cargas y a ser regidos por sus propias leyes.

Años después, los habitantes de la ciudad de Baza pide auxilio al rey cristiano, Alfonso, conocido como «El Emperador de España», quien el año 1152 gana las ciudades de Guadix, Baza y Almería, poblaciones que estaban regidas por reyezuelos moros independientes entre si. No obstante, fue muy corto el tiempo en que estas ciudades estuvieron en poder cristiano. Desde África vino otro poderoso ejército dirigido por Juceph, consiguiendo que le prestasen obediencia todos esos reyezuelos que había en Andalucía. En el mismo año, 1152 fue conquistada de nuevo Baza por los árabes. Estas efímeras reconquistas de esta parte de Andalucía, hicieron que los Papas Urbano III y Celestino III, hicieran concesión y gracia de la jurisdicción espiritual de Baza, para cuando fuere definitivamente recobrada a los moros.

Otro intento de recobrar Baza lo realizó el arzobispo de Toledo, Don Rodrigo Jiménez de Rada, quien guerreando contra los infieles conquistó las poblaciones de Cúllar, Cortes, Orce, Galera, y otras del distrito de Baza. Era el año 1230. Esta incursión sólo retuvo nuestra ciudad en poder de los cristianos durante dos años.

Existe una escritura otorgada por el Rey Fernando III al arzobispo, según la cual, si se lograse la conquista de Baza definitivamente dentro de los cuatro años siguientes,  serían entregadas la ciudad de Baza y todas las fortalezas de su comarca al Arzobispo de Toledo; está fechada el 20 de abril de 1243.

El Rey San Fernando, pieza clave en la reconquista
Reinando en Castilla Alonso el Undécimo, el rey moro de Granada, Ismael, el primero de su nombre, hizo una incursión al reino de Murcia, con ayuda de los benimerines y ganando en el año 1321 la ciudad de Huéscar y las villas de Orce y Galera en la comarca de Baza, que estaban en poder de cristianos y eran pueblos de la Orden militar de Santiago. Para la Sede Apostólica de Toledo, la jurisdicción sobre la ciudad y distrito de Baza era una prenda de mucho valor, por lo que de una u otra forma pretendían el hacerse con la misma. Con estas esperanzas, Don Gil de Albornoz, Cardenal Arzobispo de Toledo, puso cerco a Baza en el año de 1330. Este asedio hizo mucho daño a la ciudad y a sus habitantes, por lo que éstos enviaban continuos avisos al rey moro de Granada, Mamad, a quien llamaban «El ferrachen», el cual, temiendo que era muy grave la pérdida de Baza, pactó con el rey cristiano Don Alonso el Undécimo que si se levantaba el cerco a Baza, cedería en la población de Abenzayde (Alcalá la Real) que la tenía sitiada. Se hizo este acuerdo y por parte del Rey cristiano, una vez ganada Alcalá la Real, la entregó al Arzobispo de Toledo, quien erigió en ella una Iglesia Colegial, autorizándole a instaurar en la misma una dignidad con el título de Arcediano de Baza, con lo que el Arzobispo de Toledo se aseguraba los diezmos que pudiera dar en su día esta ciudad.
Dibujo de la época medieval, posiblemente realizado por algún mozárabe Es en el año de 1360 cuando, siendo caudillo de nuestra ciudad y de la de Almería, Jusuf Aben Huz, descendiente de sangre real de los reyes moros, ayuda a apoderarse de la corona de Granada a Mahomad Alhamar, llamado «el bermejo», despojando de la misma a Mahomad Lagus. Muerto el  caudillo Jusuf, le sucede en el gobierno de Baza, y Almería, su hijo Omar Ben Ayar. A éste le sucede su hijo Cid Yahya Aben Abracen, quien casó con una hija del rey bermejo, teniendo un hijo, Jusaf Benalmao, que fue coronado rey de Granada en el año de 1432.
Era por estos días frontera con los moros el reino de Jaén, ya reconquistado, y Don Fernando Álvarez de Toledo, en una incursión hacia Baza, conquistó el Castillo de Benzalema y su villa (Zújar). En esta misma incursión se ganó la villa de Benamaurel.

En el año 1436, los alcaides moros de Guadix y Baza envían embajadores al rey de Castilla, Juan II, suplicándole que les impusiese otro rey porque eran muy maltratados por Mahomad Abenazar «el izquierdo», contra quien se ofrecían a hacer cuanta guerra pudieran.

Reina en Granada, en el año 1446, Mamad Aben Hozmin «El cojo», quien decide recobrar las poblaciones que estaban en poder cristiano en su reino. Entra con todas sus huestes en la Hoya de Baza, tomando tras escaso combate Benamaurel, que pese a ser población importante estaba poco guarnecida; luego de aprisionar a su alcaide, Juan de Herrera, dio muerte a muchos cristianos y aprisionó a todos los demás. Parte entonces contra Benzalema, de la que era alcaide Álvaro de Pellecín, quien no se quiso rendir; tras asedio y combate, los moros pasaron a cuchillo al alcaide y a cuantos cristianos encontraron en ella.

Aspecto típico de una iglesia de estilo mozárabe
Estas poblaciones estaban unas veces en manos cristianas y otras en manos moras, lo cual pasaba en todo el límite de la frontera entre el reino moro de Granada y los reinos cristianos. Acrecentados con estas victorias, un caudillo árabe, Abidbar, de la familia de los Gomérez, decidió realizar una gran incursión al reino cristiano de Murcia. Para ello contó con el alcaide de Guadix y sus gentes, con el de Baza, que era Abenhacid, logrando que se le unieran las huestes de Almería, Huéscar, Vera, Purchena, y otros muchos pueblos de frontera.
Con un numeroso ejercito, pasó por Vera a los campos de Lorca y Cartagena, donde hicieron muchísimo daño y apresaron enorme cantidad de ganado (cuarenta mil cabezas de ganado mayor y menor). Siguieron ufanos sus victorias hasta que decidieron volver; pero en los campos de Lorca fueron sorprendidos por el Adelantado de Murcia, Don Alonso de Fajardo, quien iba acompañado por el Corregidor, Don Diego de Ribera. Los sitiaron en una rambla en la que habían puesto baterías que hicieron muchísimo daños a los moros, entablándose combates en los que perdió la vida Abenhacid, caudillo de Baza. Declarada la victoria por los cristianos huyó muy triste a Granada Abidbar, donde su rey, Aben Hozmin, le mando quitar la vida por haber perdido la batalla. Era 1452.
Vemos que han sido constantes las luchas por recuperar nuestra ciudad, desde la invasión agarena del 711. Todos los reyes castellanos, y aragoneses lo intentaban en uno u otro momento. Sin embargo, esto no se logra hasta1489.
Gráficos y mniaturas de la época

En estos siete siglos, la población ha cambiado continuamente de opresor, los árabes oprimen a los cristianos, los cristianos oprimen a los árabes. Sólo en el Califato, con Abderraman III, hubo un periodo de convivencia, lo que fructificó en el esplendor de la península; los demás periodos, guerra tras guerra.

El pueblo judío no es tal población ni impone su cultura, vive encerrado en sí, perseguido por unos o por otros. Por tanto, hablar de tres culturas en Baza es pretender dar un protagonismo a un pueblo que no la ha tenido en nuestra ciudad. La presencia judía en Baza es sólo testimonial.

Gráficos y mniaturas de la época La toma de Baza, por los Reyes Católicos el año 1489, hace que sus habitantes caigan en este momento dentro de la hegemonía cristiana; se da, como se suele decir, la vuelta a la tortilla y el pueblo llano queda sometido mediante los Tratados y Acuerdos  firmados para la entrega de la plaza al fuero cristiano. Las familias residentes en la ciudad pasan a ser denominadas moriscas, y si bien en un principio se les respetan todos sus derechos, según el tratado de vasallaje firmado por Cid-Hiaya y los Reyes Católicos, no tardarán mucho en sentirse objeto de discriminación. Paulatinamente ven disminuidos estos derechos a uso de lengua, vestimentas, religión, justicia ejercida por sus autoridades, y un sin fin de pequeños y cotidianos detalles les van haciendo la vida más imposible. La cerámica fue una de sus ocupaciones

La sublevación de los moriscos de la Axarquía de Málaga, y luego la de las Alpujarras granadinas, hace que muchos moriscos crean que es posible restaurar un nuevo reino árabe en esta zona de Andalucía; sin embargo nos encontramos que los moriscos de Baza, salvo unas pequeñas excepciones de residentes en la vega, o en la sierra, no se suman a esta idea, haciendo sólo pequeñas escaramuzas. Mucho menos se unen a Aben Humeya, que les envía emisarios para unirlos a su causa.

Tras el primer fracaso de apaciguamiento de la rebelión y viendo que ésta iba a más, se toma el acuerdo de enviar a Don Juan de Austria, ya que el Marqués de los Vélez se había visto obligado a iniciar el cerco de Galera, aunque sin fuerzas para el ataque. Espera en Baza a que llegue D. Juan de Austria, quien sale de Granada el día 29 de diciembre de 1569 con trescientos infantes y cuatrocientos caballos. Llega a nuestra ciudad al cuarto día de viaje; sus etapas fueron Iznalloz, Guadix, Gory Baza, encontrándose con el Marques de los Vélez, quien ya se había provisto de artillería, armas, munición y abastecimiento. Estuvo en nuestra ciudad Don Juan de Austria esperando gente y proveyendo de más cosas, a pesar de la prisa que llevaba. Estimó que para atacar Galera, el lugar de la máquina de guerra debía de ser Huéscar, y allí mandó dos días antes parte de las tropas. Corrían el riesgo, tal y como había ocurrido en la retirada del cerco de Galera, de perder toda esta maquinaria y avituallamiento bélico. Ante esta situación, Juan de Austria ordenó la espera en el llamado Cortijo de Malagón, sobre el río de Benzalema, y amparado por dos compañías que estaban alojadas en Benamaurel y una de caballos que envió Don Juan, se pudo llegar a Huéscar con todos los carros y bagajes. Luego, en un solo día, Don Juan de Austria hizo la jornada a Huéscar, que son siete leguas por el camino derecho y nueve por el carril.

Dibujo alusivo a la expulsión de los judíos Durante todo este tiempo que duró la guerra de represión de los moriscos sublevados, los habitantes de Baza estuvieron apacibles, lo que no fue obstáculo para que fueran incluidos en el decreto de expulsión dado por Felipe II en el año 1609. Nuevamente nuestra ciudad fue abocada a la ruina económica, tanto en la agricultura como en la artesanía, un hecho parecido al que en el año 1126 realizaron los mozárabes, abandonando todo cultivo agrícola y trabajo artesanal siguiendo a las huestes de Alfonso «El Batallador» hasta tierras de Aragón y Navarra. Muchos historiadores hacen notar que en el «cerco de Baza» intervinieron gran cantidad de descendientes de estos mozárabes bastetanos, quedándose luego a vivir en ella
En cuanto a los moriscos bastetanos, que en todo momento se les consideró pacíficos, los historiadores sitúan a su mayor contingente en la Sierra de Baza, en el poblado de Benacebada.
La rebelión de los moriscos en Las Alpujarras granadinas, secundada por los del Marquesado del Cenete, y su derrota final en Galera, hace que poco a poco estas familias vayan desplazándose hacia los terrenos de la costa almeriense, desde la que embarcaban hacia el norte de África, dando lugar a que la Real Cédula de 1507, dictada a petición del Concejo Bastetano, prohibiera tales desplazamientos a los moriscos de la Tahá de Baza y sus tierras, pues suponía el abandono de las tierras cultivables. Mapa con las principales revueltas moriscas en lo que fue el Reino de Granada

Concluimos pues que la población bastetana no se puede considerara autóctona, sino una acumulación de raíces y de culturas distintas, pero bien avenidas en esta tierra de paso. No somos un pueblo aislado ni endogámico, sino abierto a todos.