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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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Apuntes históricos y sentimentales sobre nuestro
Parque de la Alameda

Artículo publicado originalmente en la sección "Páginas Centrales" de la Revista "El Norte", correspondiente a la segunda quincena de junio de 2010 


El Parque de la Alameda es, sin duda alguna, el espacio público de esta ciudad de Baza en el que más veces se han realizado obras, tanto de mantenimiento como de embellecimiento. Posiblemente, en estos últimos años, no tantas como se debería, lo que ha provocado una imagen que la Alameda no se merece por tantos buenos ratos como ha ofrecido a los bastetanos.

Pero también el Parque de la Alameda es el escenario urbano que más denominaciones ha recibido en su secular historia: en 1633 ya se la conoce como «La Alameda»; en 1905 se la nombra como «Alameda de Cervantes»; en 1934 los dirigentes municipales la llaman «Parque de la República»; en 1939, «Parque de José Antonio»; y nuevamente en 1976, «Parque de la Alameda». Como se puede comprobar, no ha estado nunca ajena a los cambios políticos.

El origen de este Parque lo encontramos en una decisión tomada por el que fuera Corregidor de esta ciudad en el año 1633, Don Pedro Gómez de Cárdenas. Tomó el acuerdo de realizar en este mismo lugar un espacio público para el esparcimiento ciudadano.

Estos terrenos, como todo lo que circundaba el Palacio de los Enríquez, era propiedad de los herederos de esta noble familia. En aquellos días, eran detentados por el Marqués de Aguilafuente, que aunque no vivía en la ciudad, mantenía en ella en su representación a un hidalgo apoderado y administrador de sus bienes. Como buen defensor de los intereses de su señor, éste manifestó pronto su oposición a la apropiación de las tierras y el establecimiento en ellas de un espacio de recreo vecinal.
No obstante, el Corregidor, acompañado de alguaciles, escribanos y ciudadanos, se personó y dejó marcado el lugar exacto que debía ocupar esta alameda para disfrute público. Y así quedó hecho. Bien porque el Corregidor era personas designada directamente por el rey Felipe IV, o bien porque la ciudad de Baza había colaborado en numerosas ocasiones con aportaciones de dinero en efectivo a la Corona, el caso es que los herederos de los Enríquez no iniciaron pleito alguno sobre tal «expropiación».
El caso es que los terrenos quedaron desde entonces como patrimonio de la ciudad. Se plantaron álamos y se pusieron unos paseos entre los mismos. Era el inicio de la actual Alameda, y su espacio abarcaba desde la rambla de San Antón hasta la ermita de los Santos Médicos.
Algunas fotos antiguas de la Alameda Algunas fotos antiguas de la Alameda Fotos antigua de la Carrera de Palacio

En el año 1824, el Regidor Don Juan de Funes propuso la reforma de este espacio público, pero no fue posible. Sería con la llegada del Corregidor Don José Villanueva y Taboada, un año después, cuando se lleva a cabo una remodelación de la citada Alameda en la parte que linda con la rambla de San Antón, hoy avenida de Andalucía.

Corre el año 1840. Los gobernantes de la ciudad de Baza proceden a desenterrar los cañones o bombardas que, para ocultarlas de la rapiña sin medida de las tropas francesas, se habían enterrado en diversos lugares de la localidad. Se decide entonces colocarlos, un total de ocho piezas, como elemento decorativo en la citada Alameda. En realidad sólo se depositan allí cuatro ejemplares, ya que después de facilitarle al Museo del Ejército los informes solicitados sobre dichas históricas armas, hubo que entregarles la mitad de las existencias. Dibujos y palabra que quedaron escritas en el empedrado que realizó la Escuela Taller en el paseo central.
En 1845, el célebre Madoz, en su conocidísimo Diccionario, deja escrito que «Baza dispone para su ocio de una frondosa Alameda, con ocho calles y tres glorietas al descubierto, en cuyos centros hay una fuente con pilón y taza sostenida. Por el año 1849, nos deja constancia de cómo la enorme Alameda llegaba hasta la misma puerta de la Plaza de Toros o «Teatro Coliseo».
Restos actuales de las dos entradas originales. La zona infantil. Restos actuales de las dos entradas originales.

Llegamos así al año 1860. Es alcalde de Baza don José María de Funes, que nos recuerda a un antepasado suyo, don Juan de Funes, que también realizó una importante remodelación de la Alameda. En el acta del Pleno Municipal celebrado el día dos de enero se dice: «que teniendo presente el deplorable estado en que se encuentra la Alameda o paseo público de esta ciudad, ya porque una gran parte de él está sirviendo de estercoleros e inmundicias con perjuicio de la salubridad y aspecto público, y también por el mal estado en que se hallan las pocas carreras y asientos que hoy existen». Emitido este informe, es aprobado por unanimidad, acordándose construir un gran salón o paseo por el centro de la Alameda, que es el lugar donde se depositaban las basuras, hacer nuevas carreras, modernizar espacios y rehabilitar fuentes.

En 1873, siendo alcalde don Juan Bautista González Ramírez, se acuerda que una de las fuentes de mármol existentes en esta Alameda, sea trasladada al centro de la Plaza Mayor, lo que al final se llevó a cabo.

En estos días se están realizando obras en la parte baja Nos referimos a la misma fuente que aún hoy permanece en el centro de la Plaza Mayor. Estamos hablando de la mayor y mejor reforma que se ha realizado en esta espacio público, una remodelación que ha llegado hasta principios del siglo XX y que en gran parte hemos conocido y disfrutado. La Alameda nos deja siempre muy bellas imágenes, como cuando nieva sobre Baza.

Casi un siglo después de aquella gran e importante reforma, y siendo alcalde de Baza don Fernando Martos Mateos, el 20 de mayo de 1968 se propone y acepta por el Ayuntamiento el cercar y vallar el recinto, poner puertas al mismo y pavimentar el paseo principal, lo cual le otorga una nueva vida a este espacio público.

Posteriormente se llevaría a cabo una nueva remodelación. Se acordó en el año 1983, siendo alcalde Don Diego Hurtado Gallardo. Consistió en el enorme acierto de realizar un muro o banco corrido que salvara el paseo principal del situado en la parte inferior, en el enlosado del paseo central, en la instalación de un parque infantil, en la incorporación de la parte superior de la Alameda al espacio público utilizable, con la instalación de pérgolas y el escenario. Una gran obra que ha llegado hasta nuestros días, con simples cuidados y mantenimiento.

Gran parte de este cambio fue realizado por una Escuela Taller dirigida por Jesús Peña, que, entre otras cosas, eliminó los numerosos restos de las instalaciones eléctricas que surcaban las ramas de los árboles o de suelo de casetas en el pavimento, restos de la celebración de varios años de Feria en este recinto, instalación de canales de riego y eliminación de acequias que hasta ese momento surcaban la Alameda a cielo abierto. Se terminaron estas obras en el año 1985, según consta en la placa de empedrado granadino que aún consta en el centro del paseo. Pérgola que hace años se construyó por encima de la zona infantil

Ahora, hace unas semanas, se ha iniciado una nueva y profunda remodelación de este espacio público. Por eso hemos querido dejar constancia de su larga vida en esta breve reseña de su historia.

Personalmente, en una de mis pocas incursiones literarias en la poesía, le dediqué, allá por mi juventud (agosto de 1948), a esta Alameda, los siguientes versos:

Alameda bastetana,
donde viví mis amores,
besos robados tras flores
y el frescor de la mañana.

No te canto en pareado,
ni tampoco en endechas.
Rehuyo de los tercetos,
de cuartetos y quintetas.
De las cortesanas quintillas,
de los eruditos sonetos
sujetos a peso y medida
cual si en ellos les fuera la vida.

Yo te elogio en versos libres,
que salen de mi corazón.

Jardín de puertas abiertas,
para jóvenes y mayores,
para sesudos varones,
para parejas resueltas.

Para niños juguetones,
para niñas con coletas,
para ancianas encantadoras,
para chicas peripuestas.

Vergeles de seto trazado
a escuadra o cartabón,
rincón discreto, coqueto, apartado
que buscan según su estado,
el soltero, el casado,
el caballero enamorado,
el don Juan y el bribón

Eres toda bella, hermosa, lozana.
Te haces sentir «más humana».
Pues siempre tiene más emoción,
en cualquier discreto rincón,
el beso robado a una dama.


Tus bancos, junto al albero,
son descanso y charla vana,
en la tarde y en la mañana
del otoñal o el quinceañero,
el niño travieso y la anciana
todos encuentran en tu seno
alegría, felicidad y vida sana.

Alameda bastetana.

Notario soy de tu grandeza:
amplios paseos, arboleda,
pájaros y trinos, cien mil
parterres de césped y flores,
fuentes que son primores,
y hasta peces que mirar
¡que son peces de colores!

Alameda bastetana.

Que más puedo de ti hablar,
si tú nos lo has dado todo,
todo con sólo ir a pasear.

 

Ruiseñores en tu floresta,
que no cesan de cantar.
Música en los domingos,
espacios donde bailar.

¿Quién tus ambientes de fiesta
será capaz de olvidar?

Alameda bastetana.

No quiero que por mi llores
si no me ves por aquí,
ni el trabajo, ni el destino
harán que me olvide de ti.

Paraíso, Edén, Jardín florido.
Tú siempre estarás en mí.

Testigo mudo y fiel de mis amores,
en épocas muy lejanas;
de mis alegrías y sinsabores,
de mis paseos por las mañanas

Llegará el día en que tú también añores
a éste que tanto te quiere a ti.
Alameda bastetana.