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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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Ricardo Sánchez Yeste

Artículo publicado originalmente en la sección "Semblanzas Bastetanas" de la Revista "El Norte", correspondiente al mes de enero de 2013

Ricardo Sánchez Yeste

El Norte Inicio una tranquila charla con este conocido bastetano hablando de una de sus múltiples facetas por las que es bastante popular en la ciudad: la de organizador de viajes. Yo he participado en varios de ellos; he sido uno de los muchos que con él han recorrido la variada y diversa geografía española. Unos viajes que unas veces ha organizado en nombre de la cofradía de la Soledad y otros en nombre de agencias especializadas. Andalucía, Galicia, Asturias, Castilla, La Rioja, País Vasco, Cataluña, Valencia… desde la plaza de Huelva a la Costa Brava, desde las Rías Gallegas a las tierras murcianas, norte y sur, este y oeste patrios han sido lugares de destino de los «Viajes Ricardo», con quien hemos llegado incluso hasta Portugal, Francia e Italia.
Ricardo y un compañero subiendo la merienda a la presidencia de una corrida de toros. Pensé que no iba a ser capaz de recordar el número de viajes que había organizado hasta el momento, pero su respuesta fue rápida y certera: «al día de hoy han sido ciento cincuenta y tres viajes». «Empecé con esta actividad en el año 1990 y han sido unas ocho mil personas las que estimo que me han dado su confianza en este tiempo». Está claro; hablamos hoy con el buen amigo Ricardo Sánchez Yeste. Sus padres: Ricardo y Gabriela.
Este bastetano donde los haya, amante de las tradiciones más arraigadas en nuestra ciudad, persona emprendedora y vitalista, fue el último hijo del matrimonio formado por Ricardo Sánchez, carpintero y músico (violín) y por Gabriela Yeste, ama de casa y costurera. Nació el 8 de septiembre de 1940, festividad de la Virgen de la Piedad, en el número dos de la calle Barahonas. Recién venido al mundo, una amiga de su madre lo asomó al balcón de la casa para que viera pasar la procesión de la copatrona, que en ese momento cruzaba por la calle Monjas, exactamente por el local de la panadería Doblas; la intención era que la virgen lo bendijera y lo tuviera siempre bajo su protección, una anécdota que el cuenta muy orgulloso cuando puede.
Antes de él, en la familia ya habían nacido sus hermanos Pedro, Manolo, María Teresa, Angustias, Luís y Antonio, total, siete hermanos, una familia numerosa de aquella época en la que el padre alternaba sus trabajos de buen carpintero con los de músico tocando el contrabajo en la Capilla de don José Bédmar, junto a Jesús Donato, Blas Cervell, Donato «El Barbero», entre otros, como los cantaores Juan Pedro y Eusebio. El Café Comercial en el año 1956, con los camareros de refuerzo que venían de Granada para la feria de Baza.

Sus primeros conocimientos escolares los recibe en la escuela de don Antonio Gallego, en la misma calle de las Monjas. Sin dejar la escuela, ejerció de monaguillo en la iglesia Mayor con el Arcipreste don Enrique Vázquez y los párrocos don Manuel Mesas, don Francisco Cobos y don Jesús Revuelta.

Revisando el servicio para una boda. Aún no tenía los nueve años cuando entró a servir mesas en el bar «Siglo XX», de donde recuerda a los propietarios de entonces: Tomás y Antonia. De allí pasó a trabajar al recién abierto bar «Club», que era de Cecilio Burgos, también en la calle de las Monjas. «Dejé definitivamente la escuela a finales del año 1951, pues pasé a trabajar en el Café Comercial, en la Plaza Mayor; entré con once años y cuando lo dejé había cumplido los veintiséis, una larga etapa de mi vida de la que conservo numerosos recuerdos, anécdotas y un buen conocimiento de las personas más influyentes en la ciudad de Baza de aquellos años».
Me cuenta que los primeros en llegar eran siempre don Miguel Santaolalla y don Pablo Jiménez Barandalla, que era Director del Instituto de Previsión; recuerda incluso la situación de las mesas en el local: la primera mesita a la entrada estaba ocupada para la venta del periódico Patria, en la mesa bajo el reloj eran asiduos el notario don Ángel Casas y los hermanos don Jesús y don Hilario Domínguez, en otras mesas eran fijos don Antonio Bustos, Santiago «El sastre» y don José Torres; en la mesa del pasillo jugaban largas partidas de ajedrez el Cartero de la Sierra y don Justo Ros, y en la de más al fondo de todas era en la que Eduardo establecía su puesto de cambio y alquiler de novelas. Ricardo quiere dejar un recuerdo especial a los limpiabotas Narciso e Hilario, que compartían trabajo en aquel entrañable Café Comercial. En su memoria hay tantas anécdotas y tantos personajes de la historia local que sería posible escribir más de un libro con ellas.
Chiringuito de la cofradía de la Soledad en las fiestas del bastetano ausente, en la Plaza Mayor. Allí aprendió nuestro protagonista a trabajar en la hostelería; siempre agradecido, recuerda a los muchos y buenos compañeros que tuvo, entre los que destaca a Pepe Martínez Sánchez, con el que mantuvo alquilado este establecimiento durante muchos años. En la feria de Sevilla con unos amigos.

Por cierto que el servicio militar obligatorio, «la mili», no le interrumpió en su vida laboral, «me libré ya que era hijo de padre sexagenario».

En el relato de su vida, Ricardo Sánchez retrocede algunos años para contarnos que en 1965 celebró su boda con Mari Carmen, su esposa, para la que solo tiene palabras de amor y gratitud «por ser la persona a quien debo todo lo que he hecho en mi vida… es más valiente que yo a la hora de tomar decisiones y me ha apoyado en todos los proyectos. Gracias Mari».

El primer proyecto conjunto que abrieron fue «Club Ricardo», en la calle de las Monjas. «Lo inauguramos el 19 de marzo de 1967, día de San José y Domingo de Ramos, y lo mantuvimos abierto hasta el año 1980, mi esposa en la cocina y yo en el mostrador. Mientras que teníamos este local, Mari y yo alternamos otros proyectos; con mi hermano Luís y mi cuñada Francisca, abrimos una mercería en la calle Zapatería. Por aquellas fechas se hacía la Feria en la plaza de las Eras y montamos la que yo creo que fue la primera caseta de Feria en Baza. Junto a su esposa y algunos amigos en un encuentro organizado por la Cofradía.

Al año siguiente, también en la Feria, la monté en la cochera del Hotel Mariquita, y al otro año en Rabalía. Cuando la Feria pasó desde la Alameda a la antigua estación, todos los años he regentado una caseta bajo el nombre «Caseta del Rocío». Así pasé varios años con tres negocios a la vez. Claro está que no hubiera sido posible sin la ayuda de mi esposa Mari y de mi hermano, cuñados y sobrinos… a todo ellos, desde aquí, mi gratitud».

«Años después traspasé tanto el Club como la mercería, y tomé, en el parque de la Constitución, el bar «Rueda», al que llamé bar «Ricardo». Lo mantuve unos años y después también lo traspasé pensando en cambiar de oficio. Pero no fue así, pues tras abrir una tienda de alimentación en la calle Alamillos, la dejé a los pocos años para reintegrarme en el gremio de la hostelería. En este caso abrimos al público una cafetería y churrería en la plaza de abastos. Pero la plaza decayó y la cerré». Finaliza Ricardo su vida tras el mostrador con la apertura en las antiguas Bodegas Bastetanas, en la calle Dolores, de un «vino del país». Recuerda con nostalgia aquella etapa: «era un local idóneo, con patio, toneles, cubas… el mejor ambiente; pero el edificio precisaba obra y los propietario no la hacían. En los días de lluvia caían goteras en todos los rincones.

Año 1987, representantes de la cofradía de la Soledad en la procesión. De izda. a dcha.: Ricardo, Gabriel Manzano, José Soria, Pepe Sola y Manuel Gea. Una pena, pues el lugar era inmejorable para la temporada de vino del país, céntrico y ambientado en bodega». Así hemos llegado a 1990, cuando inicia Ricardo la actividad ya mencionada de organizador de viajes, en la que aún sigue trabajando. En el huerto del convento de la Merced con el padre Ángel, Antonio Vallejo, Mari Carmen y Ricardo.

Además de todas las actividades referidas, hay otra ocupación paralela a su vida profesional que le ha ocupado mucho tiempo y mucho interés, y por la que es, aún, más conocido en la ciudad. Hablamos de su paso por la cofradía de la Soledad.

Nos cuenta que tanto él como su mujer iniciaron su relación con esta hermandad  en 1982, siendo Hermano Mayor Gabriel Manzano.

«Cuando fue nombrado Hermano mayor Pepe Sola, entré en la directiva y me hice cargo del Resucitado; Mari, mi esposa, la nombraron Camarera Mayor y vestidora de la Virgen de la Soledad. En 1987 me eligieron Hermano Mayor y desde esa fecha hasta el año 2012 lo he sido con orgullo; en todos esos años, veinticinco, han sido muchas personas las que han pasado como directivos y colaboradores; para todos ellos no tengo sino palabras de agradecimiento por el buen trabajo en la cofradía y por el apoyo que encontré en todo momento. En la visita a Roma el 20 de julio de 1993.
Me gustaría citar aquí sus nombres, tanto de los hombres como de las mujeres que han dejado su huella en la cofradía y, sobre todo, en nuestros corazones, pero han sido tantos como cofrades tiene la Soledad. A todos, mi gratitud». Durante tantos años, de lo realizado por la cofradía se podría escribir mucho y muy provechoso. Solo citaremos algunos hechos conmemorados como el cincuenta aniversario de la fundación de la cofradía, en 1996; el veinte aniversario de la creación de las cuadrillas de horquilleros y costaleros, en 2007; el setenta aniversario de la llegada del Cristo de la Misericordia, en 2011; el setenta aniversario de la llegada de la Virgen de la Soledad, en 2012, cuando también se celebró el veinticinco aniversario de los horquilleros y costaleros. «No quisiera cerrar este capítulo de la cofradía sin resaltar el hecho de que en uno de los viajes a Roma tuve el honor de ser recibido en audiencia y entregar personalmente al Papa Juan Pablo II un ejemplar de los Estatutos de la Cofradía de la Soledad». «Ahora hay una nueva Junta Directiva, encabezada por Antonio Vallejo, que logrará mantener y ampliar la devoción a nuestras queridas imágenes y a nuestra Cofradía. A todos los que son y han sido cofrades, gracias, pues sin vuestra ayuda no hubiera estado estos años en el cargo». Quiere dejar Ricardo reflejado en estas líneas finales un recuerdo especial a los Padres Franciscanos, «pues ellos fueron los que nos enseñaron a ser buenos cofrades y a saber respetar a los demás. Gracias a todos».
Dos imágenes de uno de los viajes organizados por Ricardo. A la izquierda, el grupo y a la derecha, algunos de los integrantes de ese viaje en una bodega riojana. De izda. a dcha: Jaime, Manolo, Antonio, Pepe, Ricardo y Luís. Dos imágenes de uno de los viajes organizados por Ricardo. A la izquierda, el grupo y a la derecha, algunos de los integrantes de ese viaje en una bodega riojana. De izda. a dcha: Jaime, Manolo, Antonio, Pepe, Ricardo y Luís.
Cena homenaje a la Junta Directiva de la Cofradía, el 13 de mayo de 2010.
Ya que habíamos dado por finalizada esta semblanza, pregunto a Ricardo qué tal le va a un espíritu inquieto como es el suyo, la tranquilidad de una bien merecida jubilación. «Es que ni Mari ni yo nos consideramos jubilados; ahora pertenecemos al Coro Rociero «Benzalema», compuesto por numerosos amigos, algunos de nuestra edad, y eso nos aporta muchas satisfacciones.
Son horas y horas de convivencia y ensayo, actuaciones dentro y fuera de Baza. Hemos actuado ya en varias ciudades. Entre eso y continuar con los «Viajes Ricardo» tenemos nuestros días muy ocupados». Pues una gran suerte les digo y les deseo a este querido matrimonio bastetano. Coro Rociero «Benzalema», al que pertenecen, desde hace años, tanto Ricardo como Mari.