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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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Esos detalles que llenan la historia… de nuestra ciudad

Artículo publicado originalmente en la sección "Última Página" de la Revista "El Norte", correspondiente a la primera quincena de febrero de 2013 


Solemos caer en el error de considerarnos buenos conocedores de la historia porque sabemos cuáles fueron los sucesos más importantes, las fechas más destacadas e incluso los nombres de los personajes que han protagonizado esos momentos más sobresalientes. Pero eso que llamamos historia nos oculta infinidad de detalles y de anécdotas que seguramente se consideraron entonces muy importantes aunque el paso del tiempo las ha rebajado en su interés. Hoy les contamos uno de esos pasajes de la historia de nuestra Baza que han pasado los siglos eclipsados por el rancio abolengo de las obras más prestigiosas.

No hace mucho, un buen bastetano, José Esteban Martínez Jiménez, amigo mío, me envió un ejemplar del periódico local de El Espinar, en la provincia de Segovia. Es el número 213 de esta publicación mensual, correspondiente al mes de agosto del pasado año. El origen de este envío se localiza en las páginas centrales de la revista, en las que aparece una referencia a nuestra ciudad; bien conoce este bastetano cuánto me gustan a mí estas cosas, por lo que no dudó en remitírmela para que la conociera.

Se trata de un artículo firmado por Carlos Parrilla que se presenta con el título «1489. Los espinariegos en la toma de Baza…, sin cobrar».

Recorte con el artículo al que hacemos referencia en esta página, incluido en el periódico local de la localidad El Espinar, del mes de agosto de 2012

En él se hace referencia a un hecho ocurrido a un grupo de vecinos de esta población castellana, que ha sido encontrado por el autor en el Archivo General de Simancas (RGS 1490004, 18). Un «detalle» curioso que el periodista utiliza para argumentar que en todos los tiempos han existido crisis, algunas más graves incluso en periodos bélicos.

El hecho en sí es que 27 vecinos de El Espinar prestaron sus servicios a los Reyes Católicos cuando estos cercaron la ciudad de Baza. En concreto, estos castellanos sirvieron de transporte con sus carretas de bueyes, algo que no debería haber pasado a la posteridad si no llega a ser por la circunstancia de que los ínclitos reyes no les pagaron sus servicios tras la toma de la alcazaba bastetana.

Hacen entonces estos vecinos espinariegos un detallado escrito de reclamación de la deuda por los trabajos realizado para «el transporte con sus carretas de bueyes, por lugares y sendas apenas trochadas, saltando peñascos y vadeando ríos sin puente, transportando enormes cañones (bombardas) que podían pesar más de tres toneladas y que lanzaban bolaños de piedra de gran poder destructivo en las murallas de la fortaleza», una obra que parece más bien de titanes que de hombres y animales. A pesar de todo, no cobran. Vista general de El Espinar

Ya rendida la ciudad, es cuando estos 27 esforzados carreteros presentan a los Reyes un escrito fechado en Sevilla el 6 de abril de 1490, alegando que «al acudir al cerco hubieron de contraer, a su vez, cuantiosas deudas para adquirir animales y pertrechos, por lo que el impago de los acordado suponía que ellos no pudieran afrontar sus propias obligaciones». Y es que la intendencia real tampoco estaba boyante en aquellas fechas. La Real Chancillería emite una carta dirigida a los Corregidores, asistentes, alcaldes, alguaciles y otros justicias, así del lugar de El Espinar, como de cualquiera otras villas y lugares de nuestros reynos (sic) y señoríos, en la que se ordenaba a los acreedores de estos 27 vecinos espinariegos (con nombre y apellidos identificativos), «que no ejecutasen los bienes o actuasen contra sus fiadores, ya que, en el fondo su insolvencia procedía de la apurada situación de la Hacienda Real». Los 27 transportistas de la época logran, además de detener estos posibles embargos de sus bienes, que la Corona se comprometa a abonarles lo debido en el plazo de seis meses, por octubre.

El periodista de la publicación local finaliza indicando que no existe constancia alguna de que recibieron el importe de sus servicios en el plazo acordado por la Corona, aunque tampoco se ha hallado documento posterior de reclamación.

Haciendo una traslación de estos hechos a los tiempos actuales, como ya habrán concluido muchos lectores, ¡cuántos vecinos están viendo peligrar sus bienes por embargos procedentes de créditos recibidos que no pueden satisfacer al no cobrar de la Administración los trabajos prestados! ¡A cuántos está llevando a la ruina la deuda que alguna administración tiene con ellos! Curioso pero ni mucho menos «fuera de tiempo» este caso sucedido a un puñado de vecinos de El Espinar; y que tiene a Baza, simplemente, como escenario histórico. Menos mal que la deuda no se la piden a los bastetanos, porque tendrían que esperar otros cuantos siglos para cobrarla.