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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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La integración del inmigrante

Artículo publicado originalmente en la sección Temas para la Tertulia (nº 7) de la revista “El Norte” correspondiente a la primera quincena de febrero de 2015.


Los recientes y despreciables sucesos acaecidos en Francia, con el resultado de casi una veintena de muertos, han originado numerosos temas para el debate que, en la mayoría de los casos, han sido tratados en profundidad y desde distintas perspectivas tanto por los partidos políticos como en gran parte de los estados occidentales. Una de las cosas más destacables ha sido el hecho de que en Francia la oposición haya estado a la altura del concepto de Estado y se haya unido en bloque al gobierno. La palabra «unión» ha sido una de las más destacadas en los mensajes que han emitido tanto socialistas como los republicanos. Muy distinto a lo ocurrido en su momento en España con los atentados sufridos por el terrorismo islamista. Merece la pena recordarlo y dejarlo aquí para el debate de nuestros lectores.

El atentado del restaurante «El Descanso», en 1985, fue reivindicado por la Yihad islámiza. Se atacó este local frecuentado por militares de Estados Unidos con base en Torrejón de Ardoz y en aquellos momentos, el 12 de abril de 1985, España no estaba en ninguna guerra exterior. Por tanto, intentar extrapolar y achacar el otro gran atentado sangriento de Atocha a la presencia de España en Irak, fue una maniobra política en la que los partidos de Izquierda se volcaron contra el gobierno de la nación, entonces de Derecha. En definitiva, no hubo acuerdo ni unión contra el asesino terrorista, solo hubo un aprovechamiento cainita y partidista del lamentable suceso.

Nos recuerdan las hemerotecas como en aquel 1985, siendo ministro el socialista Barrionuevo, se reconocía «el ejemplar apoyo recibido de la oposición en estos momentos tan delicados en los que han muerto en el atentado 18 personas y se han producido 82 heridos». Vergüenza da leer los ataques que recibió el gobierno de Aznar por parte de todos los partidos de la Izquierda parlamentario en 2004. Nada de unión en defensa de la Nación. A sacar tajada política de la horrible masacre de aquel 11 de marzo de 2004, «la masacre de Atocha», en la que fallecieron 192 personas y en la que quedaron 1.858 heridos.

De nada sirvió el buen trabajo de localización, identificación y abatimiento de los terroristas. Unidad en Francia frente a un hecho, el terrorismo islámico, que en España dejó acreditado el cainismo entre facciones políticas de derechas e izquierdas.

Como siempre sucede tras estos sangrientos sucesos, los líderes religiosos y el pueblo creyente en el Islam, salen en masa a decir públicamente que condenan estos hechos y que lo ocurrido no tiene nada que ver con el pacifismo que su doctrina proclama. Sin embargo, lo que en el año 1988 proclamó en la sede de la ONU el líder musulmán Jatami, con el nombre de «Diálogo entre civilizaciones», y que después plagió nuestro presidente Zapatero en su famosa idea de «Alianza de civilizaciones», en su discurso del 21 de septiembre de 2004, no ha pasado de ser una mera manifestación de buenos deseos, pues en Europa, y ahí puede estar la clave, no ha existido INTEGRACIÓN DEL INMIGRANTE. Si en el momento actual languidece esta idea de «diálogo» entre las distintas civilizaciones que existen en el mundo, y que ha logrado que se inscriban en esta Alianza 119 naciones, la última de ellas EEUU el 13 de mayo de 2010, no es por culpa de los países receptores de inmigrante, sino por el hecho de que los que llegan pretendan imponer sus creencias, usos y costumbres a las sociedades que los reciben.

Frente a los políticos transigentes de Europa, he aquí lo manifestado por el ministro australiano Kevin Rudd, unas palabras que merecen una seria y profunda reflexión: «Son los inmigrantes y no los australianos los que deben adaptarse. O lo toman o lo dejan. Estoy harto de que esta nación tenga que preocuparse de si estamos ofendiendo a otras culturas o a otros individuos. Nuestra cultura se ha ido desarrollando durante siglos de lucha, tribulaciones y victoria por parte de millones de hombres que buscaban la libertad. Hablamos principalmente inglés, no libanés, árabe, chino, español, japonés, ruso o cualquier otro idioma. La mayoría de los australianos cree en Dios. Esto no es una posición cristiana, política o de la extrema derecha. Esto es un hecho, porque hombres y mujeres de principios cristianos fundaron esta nación. Esto es históricamente comprobable. Y es ciertamente apropiado que aparezca en las paredes de nuestras escuelas. Si Diós le ofende a usted, le sugiero que considere el vivir en otra parte del mundo, porque Dios es parte de nuestra cultura. Aceptamos sus creencias y sin preguntarle por qué.

Todo lo que le pedimos es que usted acepte las nuestras, viva en armonía y disfrute en Paz con nosotros. Este es nuestro país, nuestra patria, y estas son nuestras costumbres y estilo de vida, y permitiremos que disfruten de lo nuestro, pero cuando dejen de quejarse, de lloriquear y de protestar contra nuestra bandera, nuestra lengua, nuestro compromiso nacionalista, nuestras creencias cristianas, o nuestro modo de vida. Les animamos a que aprovechen otra de nuestras grandes libertades australianas: «el derecho de irse». Si usted no está contento aquí, entonces váyase. Nosotros no le obligamos a venir. Usted lo pidió, así que ya es hora de que acepte el país que les acogió».