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Buenas noches. No soy persona de rima, ni poesía y por eso, he querido empezar de esta manera mi pregón. Porque ésta, mi corneta, fue el elemento de unión, entre mi Hermandad y yo. Y es que con “ella” me brotan sentimientos y emociones que no sabría expresarlos con palabras. Y por lo tanto es la mejor manera que tengo, de rezarles, hablarles, pedirles y expresarme a Ellos.
Muchas gracias por acompañarme en un día tan importante para mí. Pero sobre todo quiero dar las gracias a mi familia, la cual tengo hoy aquí. A mi mujer Vero. Muchas gracias cariño por todas y cada una de tus palabras en mi presentación. Pues sé de sobra, que te salen del corazón. Quisiera agradecerte delante de todo el mundo, tu apoyo incondicional y tu prestancia conmigo, durante los días en los que le daba forma a este pregón y me quedaba atascado y tú me ayudabas a seguir escribiendo. Darte las gracias por ser mi otra mitad y por quererme tanto y por enseñarme lo que es amar incondicionalmente. Pero sobre todo, GRACIAS por lo que para Agosto, me vas a dar. A nuestro bebe. TE QUIERO Y TE AMO CARIÑO. Y muchas gracias también a la niña de mis ojos, mi hija Marta. Por despertar en mí sentimientos que jamás había sentido. Por quererme como a un padre y por despertarme siempre una sonrisa en cada momento. Y gracias también a mis amigos más allegados, por apoyarme en todo lo que hago y sobre todo por ayudarme a conseguir mis sueños. Esta noche quiero contaros un secreto…. el de por qué estoy yo hoy aquí. Llevaba varios años dándole vueltas a eso de pregonar a mi Hermandad, pero nunca terminaba de decidirme y dejaba paso a otros que sí lo estuvieran o se sintieran preparados para ello. Pero este principio de verano pasado, fue muy duro para mí y mi familia. Y es que tras la inesperada y traumática perdida de mi cuñado Juanra, pocas semanas después poco faltó para que volviera a ocurrir lo mismo con uno de los dos pilares fundamentales de mi familia, mi padre. En esos días me di cuenta de lo poco que faltó para que Él nunca hubiera podido verme, en un día como el de hoy. Es por ello que TÚ PAPÁ, eres el detonante final, para que yo hoy esté aquí. Y es por ello también que este pregón te lo dedico a ti Y va por ti Papá. ¡¡TE QUIERO!! Pero las gracias es justo darlas a partes iguales, por lo que también se las he dar entonces, a mi madre. Gracias por ser la mejor madre del mundo. Por toda tu ayuda siempre, por preocuparte, muchas veces hasta en exceso, de que todo, salga de la mejor manera y porque sin pedírtelo si quiera, de ti salga echarnos una mano. ¡¡GRACIAS MAMÁ!! ¡¡TE QUIERO!! Gracias a los dos por la educación y los valores que nos habéis dado. Pero para estos menesteres, gracias por educarnos en la Fe Cristiana y por, desde la cuna, hacernos partícipes de vuestra vida cofrade, que a la postre y cada uno a su manera, hemos seguido y sabido tener, mis hermanos y yo. Hoy también cumplo mi palabra para con un amigo, que un día me pregunto, que para cuando me vería hacer un pregón. Tal y como él lo hizo…. pues SORI, amigo, aquí me tienes y este pregón, hoy también va por ti. Quien me conoce, sabe que mi vida está ligada a la Semana Santa, desde el día en el que nací. Desde ese mismo instante mis padres ya me hicieron “Hermano” de su Cofradía, la de la Soledad, mi “hermandad de cuna”. En ella di mis primeros pasos como cofrade y mis primeros recuerdos son rodeados de faroles, baterías, alicates o hábitos, mientras mis padres trabajaban y preparaban todo junto al resto de sus compañeros de Junta, la Junta de Mari y Ricardo. O vestido de penitente con mi túnica blanca del Resucitado, acompañando a la Cruz Guía cada Miércoles Santo y Domingo de Resurrección. Después pasé al hábito negro, acompañando ya al estandarte de la Cofradía, para con el paso de los años, pasar a las filas portando un farol. Cosa que sigo haciendo hoy en día, cada Miércoles Santo junto a mi hermana Teresa. En “La Soledad” pasé por todo prácticamente. Además de penitente como ya he contado, también he sido “horquillero del Resucitado”, “costalero de la Virgen” y cuando se me necesitó, “horquillero del Cristo de la Misericordia”. Pero a los 13 años se topó en mi camino una pasión que dio pie, a toda una vida llena de “Amor y Esperanza”, la música. Fue a través de ella, como yo llegué a esta Cofradía, como miembro de su Banda de C.C y T.T “Ntra. Sra. de la Esperanza”. Ahí fue donde comenzó una nueva andadura cofrade que espero conseguir trasmitiros. Y es que 21 años dan para mucho. Muchos momentos buenos y otros no tanto, pero como en la vida, de las cosas malas hay que saber sobreponerse y esta Cofradía no iba a ser menos. Yo llegué a una Cofradía idílica, en su mejor momento. Toda la vida de Hermandad se encontraba en un “boom” en todos los aspectos, costaleros, penitentes, participación de hermanos… y prueba de ese buen momento fue hasta donde se llegó con la banda en tan solo cuatro años. Ser apadrinados por la Banda del “Stmo. Cristo de las Tres Caídas de Triana” e incluso ser la primera banda de fuera de la propia Hermandad de la “Esperanza de Triana”, que dio un concierto, previo pasacalles por la Calle Pureza, en la mismísima Capilla de los Marineros. Y también resaltar la grabación de un disco, editado en los mejores estudios de grabación del momento y cuya venta fue tal, que se tuvo que lanzar hasta tres veces. Durante muchos años hubo personas destacadas y por todos conocidas, en la vida de la Hermandad. Y está claro que su trabajo, tiempo y también su dinero, han hecho mucho por esta Cofradía. Pero si una cosa he vivido yo aquí, es que a pesar de la ayuda de nadie, esta Cofradía es lo que es, en su gran parte, gracias al trabajo incansable de sus hermanos. Porque por todos es sabido, la de años en los que se han montado casetas, hecho Cruces de Mayo, venta de varias loterías, sorteos y rifas al año, Loterías de Navidad y de “El Niño” y por supuesto, los ingresos que generó la banda en aquellos años. Todo eso lo he vivido y trabajado yo, al igual que hoy en día, para que ahora venga “nadie” a decir, “me los llevé porque son míos…” ¡¡Venga ya!! En estos 21 años e igual que me pasara en “La Soledad”, he estado para mi Hermandad cuando y donde se me ha necesitado. Y he pasado y tocado todos los palos habidos y por haber. Como he dicho anteriormente, empecé siendo miembro de la banda de la Cofradía, pasando a ser costalero del “Cristo del Amor” y costalero en su primer año de Ntro. Padre Jesús de la Paz”. A ser su capataz, ahora va a hacer 6 años e incluso capataz del palio de “Ntra. Sra. de la Esperanza” durante 2 años también. Todo ello unido, a mi pertenencia a la Junta de Gobierno en numerosas legislaturas y hasta el día de hoy, ocupando el cargo de Vice-Hermano Mayor y siendo penitente llevando el “Sin Pecado”, cada Jueves Santo. Reiterándome en lo dicho antes, en esta Cofradía no conozco otra cosa que no sea trabajar, trabajar y trabajar. Trabajar para luego poder disfrutar, porque que a nadie se le olvide, ésta es una Cofradía humilde, fuera de ostentaciones que no eran realidad. Y es que sacar tres pasos a la calle, requiere de mucho trabajo, esfuerzo y sacrificio, pero sobre todo, de dinero. Por eso os puedo asegurar que a día de hoy, nuestra Cofradía está en las mejores manos posibles. Porque el grupo de personas que forman su Junta, son quienes la gestionan y son gente comprometida que no duda en “pringarse” como sea, de la manera que sea, para poder sacar esto adelante. A todos vosotros, Cariño, Ferrer, Iván, Susana, Marta, María, Ana, Piedad, Jota, Pedro, José Gabriel, Donaire… deciros lo orgulloso y afortunado que me siento, de poder vivir esta experiencia con vosotros. Sois un claro ejemplo a seguir. Pero no todo es trabajar para generar dinero. También se ha de trabajar y se trabaja por “ELLOS”, que son lo más importante de todo y desafortunadamente, esto es algo que constantemente hay que recordar. Porque lo importante no es venir para hacer cuatro ensayos y al llegar Semana Santa salir a la calle con nuestra ropa de costalero y el fajín al cuello para que la gente nos vea. Y al acabar tener ya la excusa perfecta para salir y pegarnos una fiesta…. ¡¡NO!! Todo eso sobra si no se piensa en “ELLOS”, si no estamos aquí por “ELLOS”. Porque nada de lo que hacemos tiene sentido si no tenemos Fe. Y es que o aprendemos y conseguimos enseñar y ahondar en esto con nuestros Hermanos y costaleros o muy pronto nos quedaremos sin Semana Santa. En una Cofradía es muy importante la formación, puesto que eso es lo que nos va a enseñar a preparar de una mejor manera la Semana Santa. Como una fiesta de nuestra ciudad, desde la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. En este sentido trabajamos en “La Esperanza”. Y puedo decir orgulloso, que de esta Cofradía nació el primer curso, para preparar el Sacramento de la Confirmación en nuestra Parroquia. A ello sumémosle las diversas charlas de “Formación cofrade” de nuestra parroquia en las que nuestra Cofradía siempre está presente. La cantidad de actos y cultos que desempeñamos desde el inicio del ·”Curso Cofrade”, allá por Septiembre u Octubre, hasta que lo acabamos con la “Exposición del Santísimo” en el segundo domingo del mes de Julio. Porque de muy poco sirve lo bien que lo hagamos o lo bien que andemos y hagamos disfrutar a la gente un Domingo de Ramos o un Jueves Santo, si cuando vamos debajo del paso o hasta fuera de él, da igual, no tenemos un mínimo de respeto y sobre todo, Fe, por lo que llevamos encima. Porque para la mayoría el día más importante es el día de la procesión, pero no, ese día ha de ser o al menos así lo vivo yo, como un día más. Porque si ese día llueve y como el Domingo de Ramos pasado, nos tenemos que quedar encerrados, no deja de ser un día más en la historia de la Hermandad. Y claro que da pena ver cómo después de tanto trabajo no se puede salir, pero hasta que no seamos todos conscientes de que el día más importante de una Cofradía, es o son los días en los que se celebran los cultos a Nuestros Sagrados Titulares, no podremos hablar de tener una Fe plena. Este amor por la Semana Santa, mi devoción por sus Titulares, mi admiración por sus símbolos, por su música, su cultura…. Es algo que yo quiero trasmitir a todos los que se acercan a ella y en especial a mis hermanos cofrades. Porque no tendría sentido la Semana Santa, sin el sentimiento de un pueblo. Pero esto no surge ni se improvisa de un día para otro, sino, que se consolida a través de la trasmisión de un sentir y de un vivir desde pequeños, con nuestros hijos, familiares y amigos, las raíces del sentimiento cristiano de nuestra Semana Santa de Baza. Cada uno siente su Cofradía de una manera distinta y todas respetables. Y yo tengo la suerte de sentirla y vivirla durante todo un año. Si a la mayoría le preguntaras que qué es para ellos “La Esperanza”, te hablarían sólo del Domingo de Ramos o Jueves Santo. |
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Pero… ¿¿Qué es para mí “La Esperanza”?? Para mi “La Esperanza” no es solo Domingo de Ramos o Jueves Santo, es estar siempre atento a las nuevas situaciones, abordándolas sin precipitación per sin inmovilismo. Los tiempos cambian y estos nos exigen que reaccionemos Nuestra Hermandad también está atenta a las necesidades que en nuestra ciudad se producen con los más necesitados, organizando y colaborando con actos benéficos allí donde se requiere. Para mí “La Esperanza” es acompañar a nuestros mayores del asilo de las Hermanitas, en la mañana del Día de Reyes o lo que es lo mismo si hablo de esto, para mí “La Esperanza” se llama José Grimas Pérez. Persona de su Hermandad, cofrade maestro para los que tenemos la suerte de conocerlo y verdadero artífice de que este acto, lleve celebrándose 45 años ininterrumpidos. ¡¡Gracias Pepe!! Esperanza…. es ver la cara de esos mayores cuando ven entrar a “La Reina de San Juan” en su casa, poder disfrutar de Ella durante diez días y tenerla cerca para agradecerle, para pedirle, para orarle…. Porque solo quienes tenemos la suerte de poder vivir esos momentos, somos quienes podemos atestiguar, que cada una de esas lágrimas que caen por sus mejillas, son auténticas “lágrimas de Esperanza”. Las mismas que cuando la ven marchar, porque quién sabe, quizás no la vuelvan a ver más. Y es que como decimos aquí, si ellos no pueden ir a verla a Ella a su casa de San Juan, no importa, es Ella quien va a verlos a ellos. A eso le llamo yo Esperanza. Porque ver cómo los rayos del sol acarician tu carita morena en un domingo de Mayo, mientras tus vecinos te ven pasar por las calles más estrechas e inesperadas de tu barrio, eso…. eso también es Esperanza. Porque aquellos que sólo un Jueves Santo se dan golpes de pecho, se les olvida que esta Cofradía, “su” Cofradía, tiene la suerte de que nuestra Madre salga tres veces al año a la calle y no sólo una, como suele ser normal. Es 1 de Marzo, ya es Miércoles de Ceniza. Ya está aquí la tan ansiada Cuaresma. Al fin dan comienzos nuestros ensayos de costaleros y con ellos, todo el trasiego que nos llevará a un nuevo Domingo de Ramos. Cada viernes se convierte en el ansiado reencuentro de aquellos que sólo se ven en este tiempo y es antes y después de su ensayo, cuando aprovechan para ponerse al día de sus vidas y en donde todos, veteranos y nuevos jóvenes, conforman un verdadero ambiente de Hermandad, en nuestra barra cofrade. Y los domingos pasan a ser domingos de algarabía porque se sale a la calle a enseñar y aprender, cómo anda el Señor, nuestro Dios, cada Domingo de Ramos a lomos de su borriquita y que por nombre tiene “Morisca”. Esos son los días que a todos nos gusten que lleguen, porque en mi caso, en cada ensayo, veo como tengo en mis manos una auténtica familia de costaleros y costaleras que se aprecian, se involucran pero sobre todo se respetan. Y prueba de ello, es ver cómo han cambiado los ensayos, en donde empecé con 25 personas de media y apenas si poder ensayar, a una media de 70 personas y hacer ensayos de dos horas. Con la llegada de la Cuaresma, llegan los días más largos, los días en los que quizás apenas ves a tu familia, esos días, que a los que somos frikis, nos encantan y no son otros que los días de montaje. Noches cortas pero a la vez eternas, en donde poco a poco se le va dando forma a ese sueño que nos dura un año y que da comienzo cada Domingo de Ramos. Hace seis años mi vida cofrade dio un giro de 360º, tras ser elegido por la, en aquel entonces Junta de Gobierno de la Cofradía, como capataz del paso de “Ntro. Padre Jesús de la Paz”, la Borriquita. No puedo ocultar que siempre me había llamado la figura del capataz, pero siempre lo veía como algo muy lejano. Me decía… “quizás en un futuro, cuando sea mayor, ahora estoy en edad de ser costalero….” Y como dice el refrán, “de esta agua no beberé”, ahora me veo con responsabilidad de motivar y llevar de la mejor manera posible, a casi un centenar de costaleros y costaleras, para intentar inculcarles mi manera de ver las cosas y lo que quiero plasmar en un Domingo de Ramos. Y lo más importante, ser los ojos que los guíen por el camino que lleva el Señor, por las calles de nuestra querida Baza. Pero qué distinto se vive todo cuando tan solo eres un costalero, ¿verdad? Todo se vivía con mucha más emoción, pero sobre todo con muchísima despreocupación. En mi único año como costalero de “la Borriquita”, recuerdo como quedábamos los amigos para desayunar y después subir a la Casa de Hermandad a ver el paso, en la mañana de puertas abiertas. Como si no lo hubiéramos visto ya… y eso que el día de antes nos habíamos tirado todo el santo día ahí, poniendo flores, limpiando… en definitiva preparando todo, para que en su primera salida, luciera esplendoroso, en el Domingo de Ramos bastetano. Esa despreocupación porque lo único que tenía que hacer era no despistarme mucho y bajarme a comer temprano, ya que a las 2.30 de la tarde, habíamos quedado para la igualá. Y tampoco es que esto supusiera estar muy pendiente de nada, porque yo iba detrás de mi querido amigo, de mi hermano, Ferrer. (Menudo tándem formábamos los dos, ¿eh..?) Recuerdo, y esto daba igual que fuera Domingo de Ramos o Jueves Santo, que lo único que me ponía nervioso era mirar el reloj y ver que eran “menos cuarto”. Que la banda estaba a punto de llegar, porque qué me gusta a mi escuchar tambores de fondo, escuchar una corneta…. Siempre me pasaba lo mismo, la Cofradía en esos 15 minutos previos a la salida, estaba organizándose. La cruz guía preparada en la puerta, los penitentes puestos, la cera encendida. Mis compañeros ya fajados y bajo el paso y solo faltaba uno en su sitio. Entonces se escuchaba a Fran “¿Pero y Ramón, dónde está?...” pues donde iba a estar Ramón… en la puerta. De mi vida de costalero, podría contar mil anécdotas. Porque han sido muchos los Jueves Santo, bajo mi “Cristo del Amor”. Ya os digo que en todas ellas andaría por ahí también Ferrer o mi hermano Ricardo, Alex, Richard, Iván, Nestor, Fernando, José Mª y como no, nuestro Sori. Como la de años que salíamos 35 “espartanos” bajo las trabajaderas “del Amor”. Dándonos ánimos los unos a los otros, para así engañar a nuestro subconsciente y de alguna manera aliviar los kilos que llevábamos en lo alto. O la de veces que al arriar el paso, le decíamos a Fran la marcha que queríamos que tocara la banda. Porque lo que nos movía a eso, era simplemente imaginarnos cómo vería al Cristo, una persona de la calle en esa variación, en esa reverencia…. Y es que si una cosa se tiene claro cuando se está ahí abajo, es que si “el Amor” sale, de “Amor” hay que llenar las calles. O la que liábamos cada año en el encierro, cuando llegaba la última variación en la puerta. Fran mandaba “vámonos la derecha adelante y la izquierda atrás” y ahí es cuando Ferrer me decía… “Ramoncillo, ¿vamos? Tú aguántame ahí” y esa variación la trabajábamos y la disfrutábamos tan lento, que al menos dos marchas se nos iban. Como a nosotros nos gustaba. Ya os digo que podría contaros mil anécdotas, pero la que prefiero recordar es mi última, nuestra última juntos… Fueron años locos en donde se tomaron decisiones muy importantes para nuestra Hermandad. Había que tener claro lo que se quería porque si ya era duro sacar dos pasos a la calle, imaginaros tres. Pero por encima de la ilusión de todos, hubo una que despuntaba con diferencia, la del Sori. Hoy y aquí puedo decir y digo bien alto, que sin su ilusión, sus ganas de trabajar, su locura, pero sobre todo su amor por esta Cofradía, “Ntro. Padre Jesús de la Paz” no estría aquí hoy y no podríamos disfrutar como lo hacemos, del Domingo de Ramos bastetano. Vivimos años de mucho trabajo, venta de rifas, loterías, montaje de cruces y al final el sueño se hizo realidad. En el año 2011 vio la luz el proyecto más ambicioso que jamás haya tenido nuestra Cofradía. Y con él, estoy seguro que algo cambió no solo en nuestra Semana Santa, sino también en la mentalidad de muchísimos cofrades bastetanos. Ya el día de su bendición se respiraba un aire nuevo, una energía diferente y es que la llegada de un Domingo de Ramos histórico para todos, atrajo a decenas de jóvenes, hombres y mujeres ajenos a esta Cofradía, que quisieron unirse y formar parte de esto que es tan bobito. Junto a ti, amigo, tuvimos la tremenda suerte de ser los motores en el andar de este nuevo paso, que tanto nos está dando a todos año tras año. Porque juntos planificamos minuciosamente cada paso, cada marcha, cada chicotá, cada esquina, de aquel inolvidable Domingo de Ramos de 2011. No puedo olvidar, ni quiero, la de tardes que te venías a mi laboratorio para escuchar todas las marchas y ver cuáles iban en la salida, en tribuna, en la entrada y vernos a los dos tontos dando izquierdos o costeros, a lo largo y ancho de la habitación. “DIOS PADRE, SEÑOR NAZARENO” fue la marcha con la que Baza te vio salir por primera vez. Una auténtica banda sonora o himno, para quienes ese día, pudimos vivir en primera persona ese momento. La voz, tu voz se unió con los sentimientos presentes y dieron como fruto, el trabajo más fino y delicado, que jamás se halla dado en un Domingo de Ramos. Domingo de Ramos que hizo crear escuela y que a día de hoy, nos hace sentir y vivir, algunos de los mejores momentos de nuestra “Semana Mayor”. Esa entrega de llaves, nos permite abrir la “Semana de Pasión”, rodeados de jóvenes hebreos que nos indican el camino que ha de llevar “Jesús de la Paz”, a lomos de su querida “Morisca” y siempre bien acompañado por su fiel discípulo, “San Juan Evangelista”. Esa subida por una Cava Alta repleta de gente esperándote a tu paso, que te lleva a tu primer gran momento, el saluda al Nazareno. Éste se convierte en un momento íntimo entre los dos, puesto que una vez que pasas el dintel de la puerta, sólo vosotros dos sabéis, qué os decís cuando os miráis a los ojos, mientras todo un pueblo se queda a tus espaldas, compungido ante la emoción de lo que significa ese momento. Por desgracia el tiempo apremia y rápido hay que retomar el camino, en el que, siempre de frente, pero disfrutando, nos hace encarar Plaza de las Eras, Caños Dorados y Alamillos, como si navegáramos por todo un río de adoquines y asfalto, que nos hará desembocar…. en Santiago. Santiago… barrio señero cofrade, barrio de sus gentes, barrio veterano en este noble arte. Lugar en donde, con permiso de “Descendimiento y Rescate”, vas al encuentro de la vecina más antigua del lugar y que tiene por nombre…. Dolores. Esperanza y Santiago, Santiago y Esperanza… nuca antes estos dos nombres habían ido tan cogidos de la mano. Y prueba de ello es la gran cantidad de costaleros y hermanos que ambos compartimos. Prueba de todo esto que os cuento, es la medalla que “Jesús de la Paz” lleva colgada del cuello, junto a su corazón. Corría el año 2012 cuando ésta fue regalada por el Grupo Joven de Santiago a nuestro Cristo, en el momento del saluda entre ambas cofradías. Momento este que merece la pena ser destacado, porque además de ser uno de los momentos más deseados, es a pesar de nuestro andar y nuestro descaro, la muestra de respeto y cariño más sublime, que nuestra Hermandad pueda tenerle a nuestra Madre de los Dolores. Domingo de Ramos es recordar también tiempos pasados, cuando nuestra Cofradía pasaba “por allí abajo”. Qué bonito es trabajar con mimo y sumo cuidado por una calle como lo es la Calle Ancha. Parece que el paso no pasa, pero ves venir a un barco de frente y con una palmera que no cabe más alta, que quita las telarañas de los balcones y si alguno se descuida, de un guantazo la cara te estampa. Y qué decir del paso por Calle Monjas y Calle de los Dolores. Dos de las mejores estampas por las que ver, cómo con un trabajo bien hecho, la Borriquilla arría y se planta, delante de la Casa de los Dolores del Silencio. Ésta sí que es una bonita estampa. Domingo de Ramos y Esperanza, alegría y disfrute de una Cofradía en la calle. Dolores y Viernes Santo, silencio, sobrecogimiento y respeto. Qué dos formas tan antagónicas de vivir nuestra Semana Santa. Pero es Domingo de Ramos y la presencia de “Ntro. Padre Jesús de la Paz” en la casa del Silencio también nos recuerda que estamos como en casa, al igual que la nuestra, fue durante ocho años, la casa propia de los Dolores del Silencio Zapato grande y Pl. de la Encarnación se convierten en la antesala del momento más esperado, en una tribuna a rebosar. La tribuna dela Borriquita, es el premio del que disfrutan aquellos y aquellas que más han respondido a los ensayos. Me da igual que sea hombre o mujer, más alto o más bajo. Porque la tribuna es de ellos, es el momento de hilar fino y es donde sé, que todos y todas van al 1000%.Por eso tu llegada a ella cada Domingo de Ramos, “Señor de la Paz”, es uno de los momentos más bonitos. ¡¡ Siempre de frente valientes!! Que hay que ir comiendo calle… ¡¡Juan!! ¡¡Vámonos!! Haznos gozar de las mejores chicotás, que dejen de que hablar a una Baza entregada y con ganas de ver al Señor como avanza con cada izquierdo, con cada costero a costero, y teniendo por testigo a la torre más esbelta y alta, de una Colegiata que te disfruta y a la vez te despide, mientras a los sones de tu marcha, “Tras de Ti, Señor de la Paz”, te vas alejando de la plaza y dejando solo una estela de gorras blancas. Alhóndiga de mis amores, tu estrechez te delata, pero solo tú sabes abrirte, si por culpa del tiempo hiciera falta. Una vez ya lo hiciste y dejaste a “Morisca” andar a paso firme, para salvaguardar al “hijo de Dios”, de una tormenta aciaga. Comisaría, Caños Dorados y Plaza de las Eras asisten como testigos de excepción, al sobrecogimiento de cada paso que te lleve al comienzo de tu regreso a casa. Cascamorras y Cruz de los Caídos te despiden antes de entrar en tu barrio y Santa Teresa de Jornet es la arteria principal de un encierro anunciado, que año tras año gana adeptos y Tú bendices a tu paso. ¡¡Poco a poco mis valientes!! Menos paso quiero... que la mecía no se note, que estamos en la estrechez de la Plaza de las Tetas. Nunca olvidaré el encierro de hace dos años, cuando descansando en esta placeta me volví del paso y me dí cuenta de la barbaridad de gente que allí había esperándonos. Entonces se me acerco el Fiscal Mayor de entonces, Antonio Donaire y me dijo “”¿¿Sabes por qué hay tanta gente aquí??” y yo le dije “pues no” y me contestó “pues porque no cabe ni un alma más en la puerta”. Y en ese momento, volví a ser consciente, de lo que el paso de “Jesús de la Paz” representa en nuestra ciudad y nuestra Semana Santa. ¡¡Ponerse que voy a llamar!! ¡¡Juan vámonos otra vez!! ¡¡Al cielo lo que es del cielo!! Tooosss por igual valientes… ¡¡A esta es!! Cada paso, cada gesto, ya se saborea diferente, porque somos conscientes de que este bonito sueño, ya se nos está acabando. Suena “Injusta Condena” y esa mezcla entre la emoción del momento y el murmurar de la gente, hacen de una simple, pero muy muy bien trabajá variación y una chicotá soberbia, toda una obra maestra. Donaire no me mentía, no cabe un alfiler en la puerta. El paso camina firme, mientras hablo con la gente para hacernos hueco y seguir nuestra senda. Los aplausos de la muchedumbre con la marcha, se entremezclan. Suena “Tus Clavos” por nuestra banda de Berja. El paso arría coincidiendo con la llegada a la iglesia. La gente susurra mientras nuestro corazón se acelera. Otro Domingo de Ramos que llega a su fin, pero no sin antes demostrar de la casta, que nuestras cuadrillas están hechas. Todo está más que preparado, de Triana viene el “serrucho” y la plaza se viene abajo, cuando con “Gitano Tú eres de Santa María” levantas y a pesar de la multitud, echas a andar calle abajo. La Borriquilla le gusta al pueblo de Baza, eso se nota y es que no hay izquierdo, pasito, tres y dos o costero, que no se viva como si fuera el último. Pero todo llega a su fin. Menudo Domingo de Ramos que “Jesús de la Paz” nos ha regalado. La última levantá en la puerta va por nuestra Cofradía y por todos los niños y niñas y hermanos nazarenos, que nos han acompañado. Se pica la Marcha Real…. ¡¡No correr!! Vamos a saborearlo. Y entre aplausos de auténtica emoción, nuestro “Señor” poco a poco va ocupando su lugar en nuestra Casa de Hermandad. Volviéndolo para verse cara a cara, con su Madre de la Esperanza. Una vez más la banda te acompaña mientras toca tu marcha, “Tras de Ti, Señor de la Paz”, porque así es como todo un pueblo acaba en la tarde noche del Domingo de Ramos, “Tras de Ti, Señor de la Paz”. Por suerte para nuestra Cofradía, nuestra Semana Santa no acaba el primer día de la semana más bonita del año. Es totalmente necesario empaparse de nuestra cultura y nuestra fiesta, en un Lunes santo en el que todo un barrio sale al “Rescate” de su vecino más aclamado, un Martes Santo en el que disfrutar de la “niña bonita” de la Colegiata al pie de su “Santa Cruz” y un Miércoles Santo, en donde un Hijo al que llaman “Misericordia”, se cita cada año con su Madre, conocida como “Soledad”, en pleno corazón de Baza para disfrutar de un maravilloso Jueves Santo. Jueves Santo de puertas abiertas. Un día en el que la mañana se convierte en improvisada ofrenda de flores, de aquellos hermanos que apuran hasta el último momento, para pedirles a Ellos. Hasta 38 ramos llenos de Esperanza, acompañaron esa tarde a la dueña del palio bastetano. Y otros 4 fueron de Amor, para un Padre que jamás olvidará a su hijo y que por apellido llevaba SORIANO. Para mí un Jueves Santo siempre es especial y en mi casa se vive de una forma intensa antes y ahora ya, que comparto este día con dos de mis hermanos y hoy en día con mi vida, con la que es la Hermana Mayor. Aunque en los últimos años esto no ha sido así, mis recuerdos son numerosos y a la vez irrepetibles y majestuosos. He vivido muchos Jueves Santo a tu lado mi “Amor”, miles han sido las notas que por mi corneta han salido, con las que te he rezado. Y si cabe mayor orgullo y satisfacción, en todas ellas he estado acompañado por él, por mi hermano. Mi hermano Ricardo puede hablaros igual que yo, de cómo se vive así un Jueves Santo. Tocar tras tu Cristo esos cuatro años, fue una meta que conseguimos, a base de miles, si miles, horas de ensayo. Buenos y malos momentos que dieron el mejor de los frutos, en cada chicotá o en cada paso. Hoy en día y tras más de diez años, volvemos a compartir esta pasión, aunque lejos de éstas, nuestras raíces. Disfrutamos de ello como en nuestro primer año, pero eso sí, por muchos sitios en los que toquemos, ninguno como hacerlo en casa y hacerlo al Cristo, que tantas veces hemos soñado. “LA PASIÓN” que nos une se llama corneta, corneta que se hace llanto, cuando cerramos los ojos y sólo vemos una cosa, al “Amor” y “La Esperanza” en nuestro Jueves Santo. (Se toca La Pasión a tres voces, con dos cornetas y una guitarra) Antes ya os conté algunas anécdotas de cuando fui costalero, las cuales las comparto también con mi hermano. Pero de las mejores sin duda, son las que comparto con mi otro yo, mi hermana Mamen. Más de una década, no la trabajadera, pero sí la ilusión y ese cosquilleo en el estómago, cada mañana de Jueves Santo. Recuerdo tus fugaces visitas mañaneras en la jornada de puertas abiertas, porque había que bajarse rápido para la casa, que ya estaba nuestra bendita madre con la comida puesta en la mesa, para que nos diera tiempo a descansar y preparar bien toda la ropa. Al final acabábamos de corrías y estresados porque a alguno de los tres nos faltaba algo. Que si no encuentro mi sudadera, que si mi camiseta no está todavía planchada… y mientras mi hermana Teresa, mirando. Y es que eso es lo que tiene vivir en una casa cofrade por su cuatro costados, que el día de antes uno vestía hábito negro y cíngulo blanco y no nos quedaba mucho tiempo para tener todo y preparado, todo lo que se iba a usar el Jueves Santo. Recuerdo cuando salíamos de casa de mis padres e íbamos subiendo a las igualás. Unas veces hablábamos mucho y otras no tanto, unas veces por lo rápido que andaba mi hermano y no había quien le siguiera el paso y otras porque los nervios no nos dejaban articular palabra. Pero el principio y el final de cada procesión era el mismo siempre, un “mucha suerte” y un abrazo. Las buenas relaciones entre las Cofradías son las que hacen grande nuestro Jueves Santo:
Y estas dos hermandades, por lo que hoy por hoy son, por lo que representan, pero sobre todo por su historia, han de luchar para que siempre esto siga así. Y porque aunque muchos no lo vean, ni quieran hacerlo y con el respeto de “El Amor” y “La Victoria”, “Nazareno y Esperanza”, “Esperanza y Nazareno”, ambos tiene la misma sangre, como hermanos y esta no es otra que la de un mismo padre que se llama “San Juan”.
Es por ello, que vivo de manera especial cada Jueves Santo. Como músico ya os he hablado y recordar qué es ser costalero en un Jueves Santo, se traduce en una sola palabra… “AMOR”. “AMOR” por esta cofradía, “AMOR” por sufrir esa bendita penitencia para mostrar a todo un pueblo el porqué de tu nombre y no es otro que por “AMOR” estás clavado en esa cruz y por “AMOR” moriste por nosotros. No podemos engañarnos. Ser tus pies es muy difícil y muy duro, pero quienes tienen, hemos tenido y tendrán esa suerte, son esos 44 valientes que están dispuestos a sufrir por ti, como tú lo hiciste por nosotros. “Stmo. Cristo del Amor” imponente talla de un crucificado, obra del insigne imaginero, Barbero Gor. De todas sus obras, ésta sin duda es la mejor y 28 son ya los años en los que cada Jueves Santo los que estamos ligados a ti, vivimos de manera diferente esta pasión. Cómo olvidar Señor, tu “Presentación al Pueblo” en tu XXV Aniversario. Esas primeras notas que nos deleitaron, fueron auténtica “génesis” de la tarde que se nos presentaba por delante, aquel maravilloso 17 de Mayo del 2014. Como inolvidable es cada momento vivido, en familia, debajo de ti… Cada salida, cada paso por tu Cava Alta o Eras, esa llegada bajando Alamillos con paso firme y siempre serio que nos lleva a un Carril repleto de un pueblo a la espera de recibir su bendición, de “AMOR y ESPERANZA”, como cada Jueves Santo. El Zapato Grande se convierte en una especie de parada en boxes, para costaleros y banda a la espera de que pase el Nazareno, porque a partir de ese momento y a dos variaciones de distancia, comienzas tu paso hacia una tribuna repleta y que te espera con ansias, ansia de ver como su Padre ha pasado de portar una cruz al hombro, a estar clavado en ella, agonizando por toda una Baza, que lo admira y lo respeta. Alhóndiga te espera, auténtica calle semana santera y a la que para muchos se hace eterna. Será porque en ella esperas la llegada de tu Madre, Madre a la que tanto anhelas y que sabes que hasta que no llegues a casa, no la podrás volver a tener cerca. Encierro de sufrimiento, dolor y pena. Porque la llegada a tu barrio se convierte en un cúmulo de sensaciones que sólo los que hemos podido experimentarlo, sabemos qué se siente.
La cera amarilla de sus cuatro hachones ilumina el paso del Cristo del Amor, del Cristo del Amor que no defrauda. |
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Amor de primavera florecida En Ti nace y acaba nuestra vida Amor bajo tu sombra en los costales, Amor en lo más alto y más profundo |
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ESPERANZA “Cuando la noche oscura con sus achares A ti clamamos, Virgen de la Esperanza; Cuando en la Mar convulsa A ti clamamos, Virgen de la Esperanza, |
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| El pasado 18 de diciembre fue presentado tu himno, Madre. Un himno con el que todos, hermanos, fieles y devotos, poder rezarte de una forma más personal.
Muchos son los momentos a lo largo del año, en los que poderte rezar. Por la calle no solo un Jueves Santo, sino también en vísperas de “La Inmaculada” o en pleno tiempo primaveral. En 21 años muchos son los momentos buenos que me has hecho pasar y merecen la pena recordar. Dos veces son las veces que te he guiado y disfrutado en mi otra casa y en las dos veces un Templo de la Piedad repleto, te vio presidir la Eucaristía, en el mismísimo altar y ante la mirada firme de nuestra Patrona, La Virgen de la Piedad. Tu última visita, tuvimos la suerte todos los que estuvimos allí presentes, de poder presenciar un cara a cara, entre mis dos dolorosas del alma, “Mi Esperanza” y “Mi Soledad”. Y es que sólo tu Esperanza, eres capaz de desviarte en tu camino, para ir a la casa de aquel que llaman “Misericordia”, para homenajearlo con tu sola presencia y llenar el año de su 75 Aniversario, con un poquito de tu esencia, un poquito de “Esperanza, Amor y Paz”. Hablar de ti Esperanza, es hablar de miles de momentos juntos. Ya fuere en plena Sevilla, cuando íbamos a verte a casa de un tal “Luis Álvarez Duarte”, en tu capilla cualquier día del año porque te necesite rezar. O el día que viene Juan Carlos a cambiarte y encima tengo la tremenda suerte, de poder decidir con qué y cómo, te va a dejar. Porque poder tenerte tan cerca es la suerte de mi vida y es que mira que trabajar día tras día para esta Cofradía tiene tela, pero si la recompensa eres Tú y poder tocarte o tan siquiera admirarte desde tan cerca, todos los días, todas las horas y todo el esfuerzo, merecen la pena. Cuando era costalero de tu hijo, he de reconocer que mi Jueves Santo, giraba en torno a Él. Pero un día tuve la suerte de que por circunstancias, me tuve que hacer cargo de ti y a partir de ese momento, toda nuestra historia cambió. Todos los dimes y diretes, todos los momentos malos que por culpa de otro me tocó vivir, se vieron recompensados cuando llegó ese día, esa tarde de Jueves Santo. Jamás olvidaré las palabras de los tan solo 24 costaleros, que en contra de mi voluntad, se conjuraron para que la Madre de Baza, mi Reina de San Juan, saliera a la calle como si nada pasara y a pesar de la negra y sucia campaña, que desde fuera se llegó a generar. No puedo decir que disfrutara esa primera salida. Y lo que con pena recuerdo, era ver desde el estrecho de la torre, una marea de gente como nunca había visto en la calle Mesto. Pena porque tal era el morbo creado contigo, Esperanza, que lo único en lo que se fijaba la gente, era de cómo ibas, si en peana de plata o de madera, sin con candelabros de cola o sin ellos… pero lo único que importaba de verdad, era verte en la calle, Esperanza, porque no hay plata en el mundo, que a tu lado brille más. Los comentarios de la gente se unieron a la tensión que llevaba, parecía que no lo podía pasar peor, pero bajando Caños Dorados, de dio un momento, una marcha, que me hizo reflexionar. 24 corazones iban debajo de tuya, Esperanza, que a pesar de los Kilos de más, se empecinaron en contigo disfrutar y sonando estaban “Los Campanilleros”, cuando al mirarte a los ojos me dijiste, “disfruta que no pasa ná”. A partir de ese momento todo lo que vino después fue un sueño para mí. Cientos fueron las veces que me tuve que auto convencer, de que yo dirigía a la Esperanza, que no era un sueño. Porque ahora lo pienso y sí me lo parece. Han sido tan, tan pocos los que hemos tenido ese privilegio, que me emociona recordar que yo fui tus ojos y es que no hay dinero en el mundo, que eso pueda pagar. Bajamos por Alamillos, cuando mis niñas hacen su primera chicotá. ¡¡Ánimo mis valientes!! Y como no puede ser de otra forma, atravesaste un Carril que te esperaba ansioso, con el paso cortito, pero firme, elegante y serio, que solo tus costaleras te dan. Tu entrada a tribuna pasa por esperar la salida de la Plaza Mayor de tu hijo. Ese que agoniza y vive sus últimos momentos, clavado en esa cruz. Suena el llamador…. ¡¡Vero!! Ponerse que voy a llamar. ¡¡Al cielo con ella valientes!! ¡¡A ésta es!!... Oído venga de frente… bueno, poquito a poco la derecha adelante, ¡Mamen! esa izquierda atrás… Y con mimo y dulzura entras majestuosa bajo tu palio, a la que para muchos, es la tribuna más esperá. Porque en una plaza totalmente a oscuras y bajo los sones de “Mi Amargura”, te postras a los pies de la Colegiata, para recibir a tu hijo de “Los Méndez”, en el momento más deseado de nuestra Semana Santa. El silencio es atronador en una plaza abarrotada. Donde solo se escucha el sonido de una campana, sonido que nos muestra a todos, como el Hijo de Dios es alzado al cielo por sus horquilleros, para desdelo alto de la escalinata, saludar a su “Madre de la Esperanza”. Tras el “Padre Nuestro” comienzas tu vuelta a casa bajo los sones de “La Madrugá”, marcha sublime y seria, con la que muestras todo tu respeto, por tu hijo muerto en la cruz, que detrás de tuya va. Nunca pensé que podría vivir tan en primera persona ese momento. Y hoy por hoy doy gracias a Dios, que es uno de los tantos momentos que hemos compartido juntos, Esperanza. Momentos que jamás podré olvidar. De Alhóndiga pasas en silencio el estrecho, por la dificultad que entraña tu palio, porque entre los letreros de los comercios, hay que pasar cada varal. De siempre se ha dicho que en los sitios difíciles es cuando se ve una buena cuadrilla, pues estate tranquila Madre, que de sobra en buenas manos estás. Por comisaría de nuevo esos 24 corazones, dan sentido a su penitencia, subiéndote por Caños Dorados y hasta La Dama, como si de otra tribuna fuera, porque saben que ya poco les queda. Y es que por eso que a pesar del castigo, dan lo mejor de sí, para llevar a su bendita Madre, de vuelta a casa. Qué rápido pasan Eras y Cava Alta, ya estamos de nuevo en Mesto y una vez más entran tus costaleras. Por primera vez en la historia de esta cuadrilla, ellas son las que te van a ayudar, Reina, a llegar hasta tu hijo, que deseoso espera verte llegar. ¡¡Ánimo valientes!! Qué manera más bonita tenéis de rezarle a La Esperanza, hijas. Se puede hacer parecido, per mejor…. No. Una bulla de gente te acompaña hasta la puerta. ¡Míralos! Son tus “hijos del Amor”, los que se te acercan emocionados, de al fin poder verte y en auténtica ascua repleta. Son ellos los que inundan la calle con sus lágrimas, mientras te gritan ¡guapa, guapa y guapa! ¡Arriba esos cuerpos valientes! que ya estamos en la puerta. Una última variación, sin avanzar nada, de nuevo derecha adelante, ¡Mamen! esa izquierda atrás. Vámonos sin prisa, pero sin pausa. Dichosas todas vosotras, que demostráis a Baza entera, cómo se lleva a la Esperanza. No importa si físicamente son más débiles o no, ni las horas y el esfuerzo que llevan acumulado en ellas, os aseguro que como dicen, la fe mueve montañas y en mis años al frente de ellas, es lo que me han demostrado. Que su fe solo tiene un nombre y se llama, “Esperanza San Juanera”. Levanta el palio en la última levantá en la puerta. Levantá que va por todos los hermanos de la Cofradía, colaboren o no con ella. Te pedimos a ti Madre, sobre todo por ellos, los que de ti se alejan, para que recuperen la noción perdida. Para que poco a poco abran sus ojos y se den cuenta. Que uno no puede sentirse hermano, cuando está en la calle hablando mal de ella. Que cofradía somos TODOS y que como tal, en la calle, en Semana Santa, debemos de involucrarnos “todos”, para que nos crean a ciencia cierta. Y para acabar, me gustaría pediros que nunca, nunca, nunca, perdamos la ILUSIÓN… “Érase una vez, un hombre o una mujer que amaban a las cofradías y que un buen día, perdieron toda la ilusión que Dios le regaló cuando solo eran unos niños. Aquí, justo aquí comienza esta historia de almas gastadas, que siguen buscando el brillo en los ojos de aquellos niños, que un día fueron. Esos niños que ahora miran en la oscuridad del alma de ese hombre o esa mujer, corretean felices y contentos en lo más profundo de su ser, jugando, a la Semana Santa. Pero difícilmente ese hombre o esa mujer, pueden conseguir ponerle imagen a todo aquello, que ya se pierde en el oscuro tiempo de la memoria. Se pierde… se perdió… perdimos… LA ILUSIÓN. Recuerda a tu madre que te vistió, recuerda al padre que con cariño te enseñó, y a ese padre que te besó justo delante del Señor. Recuerda tus comienzos, dormido, cansado o eterno soñador. Porque todos soñamos y a eso se le llama ilusión. Soñaste con tener tu cartel, con que papá te comprara tu primer tambor o te dejara ir simplemente de nazareno, agarrando un farol. Soñaste con ser corneta, costalero de la Virgen o incluso Hermano Mayor o aguantar como podías hasta que tu cofradía se recogía, en la Santa noche de Jesús. Éramos, ILUSIÓN, las calles eran nuestras, el mármol de la iglesia nuestro salón, papá bajo la Virgen y la corbata que mamá nos regaló, todos los días, nos hacía sentirnos mayor… Bendita primavera, pero ya todo pasó y pocos mantienen viva la llama de la ilusión arrimándose a los baquetones de la Pasión. Unos, consiguieron sus sueños y otros, puede que no, pero que no te roben lo más grande y aunque pasen los años, sigue asomado a tu balcón, para ver la primavera que demuestra que abajo sigue corriendo esa vida que para ti ya murió. Aunque tus manos se arruguen, aunque solo sea por recordar a la madre que te vistió, o incluso, aunque sigas queriendo aguantar las recogías en la noche de Jesús, sigue sumando primaveras, que ya queda poco camino, muy poco, para verle la cara al Señor. Porque no olvides que solo entrarás en el Reino de los Cielos, si eres un niño, y para serlo, nunca olvides, que no puedes perder… TU ILUSIÓN. |
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