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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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LA SOLUCION A LA CRISIS

Artículos publicados originalmente en la sección "Última Página" de la revista "El Norte", en la primera quincena de febrero de 2011 


La quincena pasada [en referencia al artículo indexado en nuestra web como nº 154, La crisis-, dejamos constancia del concepto de crisis que describía un maestro en un pequeño pueblo, una explicación que fue comprendida rápidamente por sus alumnos. He de reconocer que he leído bastantes artículos de cómo solucionar este grave problema y ninguno termina de acomodarme; unos por ser demasiado técnicos y otros por no ajustarse a la realidad española, en la que tras el final del estallido de una burbuja inmobiliaria, estamos sometidos a unos virulentos ataques a la estabilidad monetaria que hacen  que el conjunto de la Unión Europea haya creado un fondo de ayuda a países en crisis (Grecia e Irlanda ) y a imponer severos controles al gasto en otros, amenazados por la especulación de los capitales supranacionales (Portugal, y España).

Como creo que todo esto es ampliamente conocido, es por lo que me he esforzado en buscar, entre las muchas soluciones a esta crisis, aquella que de una forma didáctica, a la vez que sencilla, nos pueda dar la clave para la superar este grave problema, que  se nos anuncia que va para tan largo que parece que la reseña bíblica de los años de vacas flacas va a superar en mucho los pasados de vacas gordas.

Entre las propuestas técnicas, he encontrado lógicas algunas de ellas, como la que expone que los años de crisis serían menos, si se impusiera por ley que los bancos  tuvieran que deshacerse de sus activos financieros en hipotecas sobre inmuebles en un plazo  muy corto de años, y hacer  que tales activos fueran reales, no ficticios.

Claro está que el mismo articulista financiero que esto expone, reconoce que la ingeniería financiera actual permite que las entidades bancarias (bancos y cajas), con la creación de sociedades de su propio organigrama, compren estos inmuebles hipotecados con un crédito concedido por ellos mismos a esta nueva sociedad, con lo cual han transformado antiguos pequeños créditos de dudoso cobro en un gran y solvente crédito actual, transformando así el pasivo por activo.   

Reconoce este señor que sería un cataclismo para los bancos que tuviesen que ser ellos mismos lo que, en un breve plazo, tuviesen que hacer efectivo con la venta directa de los inmuebles hipotecados. Una catástrofe, pues habrían de ponerlos en el mercado a un precio de adquisición real, si querían vender, es decir, casi de un treinta  a un cuarenta por ciento menos de lo que ellos mismos valoraron para conceder el préstamo. Una legislación así arrastraría a los constructores en su caída de precios sobre los inmuebles. Serían dos perjudicados, bancos y constructoras, pero se pregunta el articulista “¿Quién sino ellos han sido los causantes de la crisis?”. Por lo cual, opina este articulista, no hay gobierno que sobre esto legisle y, por tanto, las cosas seguirán igual bastantes años, hasta que el mercado iguale los precios en la realidad del mercado inmobiliario. Un magnífico artículo, pero que da una solución como él mismo dice “inviable” por el momento.

Hay otras muchas propuestas de solución, menos técnicas y más sencillas. He encontrado varias, unas en la prensa y otras en la red. De esta última me pareció  muy sencilla y esclarecedora esta llamada “Lección de economía”, de autor desconocido, pero que acredita tener un gran sentido del humor y  se adapta a este escrito. Dice así: “Es agosto en una pequeña ciudad de la costa. En plena temporada cae una lluvia torrencial que agrava más la crisis que se está pasando en todo. Hace varios días que la ciudad parece desierta. La crisis hace tiempo que azota el lugar, y todos sus vecinos tienen deudas y viven a base de créditos.

Por fortuna llega un ruso mafioso forrado de plata y entra en el único pequeño hotel del lugar. Pide una habitación. Deposita un billete de cien euros en el mostrador del recepcionista y pide pasar a ver las habitaciones. Le acompaña el recepcionista.

El dueño del hotel, toma el billete y se va a pagar al criador de cerdos, y carnicero, con el que mantiene una deuda hace meses. El carnicero toma el billete y se va corriendo a entregarlo al proveedor de piensos, que ya le había amenazado con no servirle nada más si no le pagaba. El comerciante en piensos vuela con el billete en la mano y se lo entrega al molinero, para demostrarle que su deseo es pagar, con lo que consigue tener abierto nuevamente el crédito. El molinero, con el billete en la mano, se acerca a la casa de María, la prostituta del pueblo, a la que hace tiempo que no le paga; y es que en tiempos de crisis, hasta ella esta ofreciendo sus servicios a crédito a los clientes habituales. La prostituta, billete en mano, sale corriendo hacia el hotel adonde lleva a sus clientes y, orgullosa, se lo entrega al dueño, de quien escucha  las palabras de que es una buena pagadora y que tiene el crédito abierto. En este momento baja el ruso, que acaba de echar un vistazo a las habitaciones, y dice que no le convence ninguna. Toma su billete y se va.

Nadie en el pueblo ha ganado un céntimo, pero ahora todos están a bien con sus vecinos, no tienen el peso de la deuda sobre sus hombros, tienen crédito abierto para seguir su vida y sus negocios. Todos miran el futuro con confianza.

CONCLUSIÓN: SI EL DINERO CIRCULA SE ACABA LA CRISIS.