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Una sección de Sebastián Manuel Gallego Morales

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LA PLAZA DE SAN ANTÓN

Artículo publicado originalmente en la sección “Rincones bastetanos” de la revista quincenal “El Norte”, en agosto de 2011 


Dentro de la remodelación urbanística que ha sufrido nuestra ciudad en los últimos años, y en especial la zona de la Plaza de las Eras y aledaños, hay que señalar la nueva imagen y aspecto que presenta uno de los rincones bastetanos un tanto olvidado e ignorado. Hablamos de la Plaza de San Antón, a la que da nombre la iglesia situada en uno de sus bordes. En ella se han acometido, en las últimas décadas, algunas actuaciones que no han terminado de consolidar su presencia. Menos mal que las recientes obras de recuperación a las que aludíamos han hecho de la misma un lugar  urbano del que se puede sentir orgullosa la población.

Durante muchos años, la Plaza de San Antón ha sido lugar de tránsito. Incluso antes de que el Ayuntamiento, en los años cuarenta del pasado siglo, adquiriera la conocida como “Huerta del Salitre” y realizara la calle de subida a la Estación de Ferrocarril.

Por aquel entonces, no se podía hablar de plaza; se consideraba tal únicamente al trozo situado ante la puerta de la iglesia del antiguo Convento. Edificadas las viviendas del “Grupo de la Victoria” y después el Grupo Escolar (hoy Escuela de Adultos) y más tarde el edificio de la Inspección de Educación Primaria de la ciudad, sobre el solar de esta huerta, que en un principio había sido adquirida para construir en ella la “Escuela de Formación Profesional”, el perímetro de la huerta se vio reducido al ceder, por un lado, esta calle de subida a la estación y, por otro, las escalerillas (hoy Sor Florencia) así como la de acceso a la Cruz de los Caídos (hoy Sor Matilde).
Como tantos lugares emblemáticos de esta ciudad, la Plaza de San Antón ha sido testigo del paso de cientos y cientos de hijos de estas tierras. Especialmente entre los años cuarenta y setenta del pasado siglo, pasaron por allí cientos de personas que, posiblemente, tuvieron que despedirse de sus seres más queridos para marchar lejos: Valencia, Cataluña, Francia, Suiza, o  Alemania. Buscaban, con su trabajo, un futuro mejor para los seres más queridos que dejaban aquí. La cercanía de la estación del tren hizo que la Plaza de San Antón fuera uno de los últimos paisajes de Baza que se llevaban en la retina los emigrantes.
Por eso, ahora que se ha realizado la recuperación de este espacio para la ciudad, para sus personas, pensamos que se ha tenido el acierto de recordar a todos los que pasaron  por el mismo en dirección a la desaparecida estación del ferrocarril para tomar el “Catalán” que les llevaría a encontrarse con este deseado “trabajo” que les diera todo lo que aspiraban, para sí y para los suyos. En esta placeta se ha recordado a todos quienes marcharon en busca de un futuro mejor, plasmándolo en un magnífico monumento al emigrante. No nos duele prenda reconocer este acierto, que nos recuerda que esta ciudad fue, y si las cosas no se cambian, seguirá siendo, tierra de emigrantes. Por cierto que sobre este asunto de la emigración bastetana ya publiqué, en esta misma revista, en la primera quincena de marzo de 2009, un amplio y detallado estudio, con gráficos, porcentajes y destinos nacionales y europeos, hoy reconocida y  representada en este magnífico monumento de la Plaza de san Antón. (1)

(1) Nota de webdebaza.com:

El autor se refiere, precisamente, al artículo que colocamos en esta misma web la semana pasada y que quedó indexado con el número 161 de la sección Última Página, con el título de Baza, ciudad de emigrantes.