420. Los últimos de la fila

Por Lola Fernández Burgos

En que el agua es vida, seguramente estamos de acuerdo sin excepción, así que es una maravilla estar rodados de pantanos y embalses, a pesar de que ahora atravesemos malos tiempos de sequía, y de que sus niveles hídricos apenas si han variado a pesar de las últimas lluvias y nieves. Pero no sólo de agua vive la economía de una tierra pobre históricamente como la nuestra, sino que necesita de proyectos de futuro reales y cuyo desarrollo se vea desde el mismo momento en que se hacen públicos. Por desgracia no es eso lo que vemos, y estoy pensando en el embalse de El Negratín y tantas buenas ideas como se han vendido en estos últimos años en relación a su aprovechamiento para sustentar un turismo verde que nos ayude a remontar el vuelo, después de siglos con las alas quebradas.

Agua. Foto: Lola Fernández

Recuerdo a bote pronto proyectos como un Centro de Interpretación del Agua, del que no he vuelto a saber más desde su presentación en La Granja, a orillas del embalse, o embarcaderos para fomentar los deportes náuticos, o un plan de coordinación entre establecimientos hoteleros con sus spas y los baños de Zújar, o la promoción de las playas nudista y textil que se pueden disfrutar estando tan lejos del mar, etcétera. Es lo que tiene el dejar que buenas ideas se queden sólo en eso, ideas, con el agravante de haberlas vendido como proyectos a realizar en pro del desarrollo sostenible y urgente de nuestras comarcas.

Mentiras y cuentos de la lechera, eso pienso mientras se quejan del desierto energético de nuestra provincia, con la urgente línea 400 que posibilite la implantación de una industria de progreso en Baza y pueblos del norte granadino. Por supuesto que es urgente, pero ha pasado una década desde que nos vendían la próxima llegada de empresas potentísimas que crearían trabajo y riqueza en Baza y alrededores, y yo me pregunto: si ya entonces se sabía que no se contaba con la necesaria infraestructura energética que hiciera posible la implantación de una industria de tales características, ¿nos estaban mintiendo conscientemente y a sabiendas de que sería más que imposible cumplir con lo que entonces se prometía? Me parece vergonzoso, pero aún mucho más que se hayan dejado pasar tantos años sin ponerse de inmediato a conseguir algo tan imprescindible. Y qué decir al ver a los partidos políticos divididos respecto a esta meta absolutamente necesaria para que nuestra tierra despegue de una bendita vez, que ya es demasiado tiempo de estar los últimos en casi todo, por favor. Me parece tan irresponsable la labor política de unos como de otros, los primeros por no reconocer en su momento la imposibilidad de hacer realidad unas promesas urgentes que sólo buscaban ser incluidas en decálogos electorales; y los demás, por saberlo desde ese mismo instante y callar frotándose las manos porque dichas promesas caerían en saco roto… De vergüenza ajena que nunca haya consecuencias exigidas por el electorado, y que nuestros representantes políticos, todos, no sean capaces de aparcar las diferencias cuando de lo que se trata es de nuestro futuro y el progreso de lo nuestro y nuestra gente. Si la política es eso, cada vez me queda más claro que nos sobra. Al menos nos queda el consuelo de ver que el agua nos rodea, y seguir pensando que es vida, a pesar de que nadie haga nada para que esa vida se multiplique y nos enriquezca. Será que por desgracia nos hemos acostumbrado con el paso de los años a estar en la cola y ser los últimos de la fila, pero maldita la gracia.