Por Lola Fernández.
Hay fechas que, por su asociación a algún hecho significativo, tienen un valor especial; así, el 14 de abril, tal día como hoy, para muchos rememora la proclamación e instauración en 1931 de la II República Española, que se extendió hasta el 1 de abril de 1939, en que dio paso a la dictadura franquista, después de un golpe de Estado y la subsiguiente Guerra Civil desde 1936. La Historia, por muy difíciles que fueran los acontecimientos, y muchos los muertos en el camino, se resume en pocos renglones; pero incluso así, las manipulaciones ideológicas tratan de enredar con versiones diferentes de una misma realidad. Siempre me ha parecido todo un ejercicio de incoherencia el querer transmutar algo de lo que existen inequívocas evidencias; vale que la fantasía impregne las mentiras que no puedan ser comprobadas, pero de qué sirve tratar de cambiar lo que fue, más allá de lo que a cada quien le hubiera gustado que fuera. Manipulaciones ideológicas, sí, como hablar de ataques bélicos injustificables, como si las muertes se pudieran justificar así de fácil según quién las cause: si ataca Hamas, terrorismo; si lo hace Israel, respuesta justificada; si hay una destrucción de parte del consulado de Irán en Damasco, atribuida a Israel, no pasa nada; si Irán responde con un ataque masivo de drones y misiles contra Israel, algo terrible que suscita el inmediato apoyo de los países supuestamente civilizados. Mientras los señores de la guerra llenan las arcas que alimentarán a generaciones de familias ricas y poderosas, los pringados pagan con su vida, mientras los que somos meros espectadores estamos hastiados de guerra y muertos. Entre éstos, muchos niños, víctimas débiles y desarmadas, como las que engordan las estadísticas de la violencia vicaria; y todavía existen indecentes controversias sobre las nomenclaturas de todo tipo de agresiones: matar es matar, así de simple; y abuso de poder, de autoridad o de la fuerza es un obvio y excesivo atropello, aunque se quiera maquillar, no se sabe muy bien con qué intención. Quien niega la violencia, es cómplice de ella, y una sociedad progresista y de futuro no debería permitir tan nauseabundo negacionismo.
Con este terrible telón de fondo bélico, como un añadido de pesadilla, otro puñado de campañas electorales: por si no habíamos tenido bastante con la convocatoria de elecciones locales, autonómicas y generales el año pasado, y sus posteriores consecuencias tras unos resultados sin cómodas mayorías; por si no nos bastaba con este clima de perpetuo enfrentamiento partidista que avergüenza al más pintado, excepto a quienes lo propician, tanto en el Congreso como en el Senado; por si todo esto fuera poco irritante e insoportable, aquí estamos de nuevo, con tres nuevas elecciones en España, dos autonómicas, y una comunitaria, y todo ello en sólo siete semanas. ¿No quieres caldo? ¡Pues toma dos tazas! Como una luz que se cuela por los resquicios, el caso de las señoras suizas que han ganado en Estrasburgo en su lucha por el clima, después de estar ocho largos años de tribunal en tribunal: se trata de una asociación de mujeres con una edad media de 73 años, que ha conseguido que se le dé la razón en que su país no hace lo suficiente, en esta emergencia climática, para luchar contra las olas de calor, a las que se es más vulnerable en edades más avanzadas. Casi una década de lucha, en las que se les ridiculizaba y se les decía que se fueran a tejer… Esta Suiza que tanto presume, no se sabe de qué, y que trata mal a los suyos, como ha quedado demostrado por la justicia comunitaria, cuando tiene tanto dinero que ha de inventar maneras de gastarlo, y pasa de algo tan importante como la salud de una gran parte de su población; pero es que, encima, tiene la poca vergüenza de tratar de dejar en ridículo a sus mujeres mayores con lo de tejer. Las cosas hechas con cariño valen mucho más, y es preferible trabajar con telas e hilos, con agujas y lanas, y todo lo relacionado, que atraer grandes fortunas para engordar la propia, muchas veces de modo oscuro e ilegal. Es la primera vez que el poderoso Tribunal Europeo de Derechos Humanos se pronuncia sobre el calentamiento global, afirmando que los esfuerzos de Suiza para cumplir sus objetivos de reducción de emisiones no han sido los adecuados. Las mujeres dijeron que su edad y género las hacían particularmente vulnerables a los efectos de las olas de calor relacionadas con el cambio climático, y es evidente que su victoria, al dársele la razón, no es sólo suya. Ojalá los gobiernos aprendan de esta histórica decisión judicial, y se apliquen en seguir los pasos correctos en la lucha climática, mientras cesa el letal ruido de muerte y destrucción de todas las guerras. Seguro que no faltan promesas electorales en este sentido, ahora sólo resta que lo prometido en campaña se cumpla alguna vez en la ejecución de los programas electorales.