Por Lola Fernández.
Las cosas, aunque estén escondidas, no por ello dejan de existir. Que se lo digan a los chinos, que acaban de lograr que aterrice con éxito una sonda en la cara oculta de la luna, algo que es la primera vez que ocurre en la Historia. Se ve que le cogieron gusto a eso de alunizar, porque ya mandaron otra nave hace apenas cuatro años, en esa ocasión a la cara que nos mira y la que vemos, con el mismo objetivo de tomar unas muestras y traerlas a la Tierra. Luego dicen que los pueblos asiáticos triunfan tecnológicamente a base de copiarnos a los europeos y americanos, pero lo que ha logrado China es todo un hito espacial, al conseguir llegar sin mayores problemas a un destino inexplorado hasta ahora. A ver si los resultados son interesantes para la humanidad en su conjunto, porque una inversión económica tan fuerte, en estos tiempos tan difíciles, es algo que muchos cuestionan desde el punto de vista ético. Hay tanto cuestionable en este mundo nuestro, que desde luego preferible es que se invierta en el espacio, antes que hacerlo en armas y en la guerra, así, en singular, como sustantivo genérico que abarca la friolera de 56 conflictos bélicos activos a nivel mundial.
Existen tantas realidades sociales que dan vergüenza ajena, que u
na ha de ser fuerte para no apesadumbrarse en demasía, cuando, además, ni se es causa, ni se puede ser remedio. Ya me dirán, si no, qué les parece que sea tan sencillo desahuciar a personas mayores y vulnerables, echándolos a la calle en un plis plas y sin alternativas, con mucha frecuencia para darles a sus viviendas un uso turístico, y después se tarde más de veinte meses en poder echar de una casa o piso propio a quienes deciden usarlos como okupas. Estas semanas se habló de una tipa, la okupa Beyoncé, que presumía en redes de haberse metido en un apartamento de lujo en Baleares, con piscina y vistas al mar; los propietarios han conseguido desalojar su vivienda de esta señora y familia, que no tiene ninguna dificultad económica, sino que son unos simples sinvergüenzas que han aprovechado en el desalojo para llevarse muebles sin estrenar que había en el inmueble. En esta ocasión, los propietarios han conseguido que se larguen, aunque no sería extraño que para ello hayan tenido que pagarles una fuerte suma, práctica que se realiza con frecuencia, si los dueños de la vivienda en cuestión tienen dinero; lo que sea antes de quedarse sin hogar, que en esta ocasión costaba mucho, tanto como para que la okupa se jactara de merecérselo. En fin, esto no sólo es para avergonzarse, sino que indigna muchísimo, porque evidencia hasta qué punto la justicia no es igual para todos, y cómo las lagunas legales sirven para que algunos se ahoguen, mientras otros las disfrutan haciéndose unos largos. Me quedo, sin duda, con las personas que día a día engrandecen el género humano con sus actos y sus actitudes, a veces con el aplauso y el reconocimiento general, y otras anónimamente. Son como esas flores que vemos crecer en los aleros de los tejados, contra vientos, lluvia e implacable azote solar, brillando más allá de la adversidad, lejos de la gente, y a la vista de quienes por casualidad las descubre. Muchas veces, lo más interesante se encuentra en la cara oculta, que, aunque escondida, existe para quienes saben mirar más allá de lo que se ve.