Por Juanra Gil van Gils.
Lo que hoy os voy a contar no es ningún secreto para ningún bastetano o bastetana, y menos aún para aquellos pequeñajos y pequeñajas que bajan y suben todos los días (ya menos, pero hasta hace poco todos los días) por la Plaza de San Antón: Papá Noel vive en Baza, y su casa no está en Laponia, sino que todos y todas lo vemos en su almacén de abonos desde hace décadas.
Sí, amigos y amigas mías, es la hora de declarar con total rotundidad que Papá Noel existe. Y que no tenemos que ir al último confín de Finlandia a encontrarlo, lo tenemos mucho más a mano y lo conocemos todos. Si no me creéis, preguntarle a cualquier niño/niña de entre dos a seis años que pase por dicho lugar bastetano. Ellos y ellas saben, como lo sabías tu cuando eras más pequeño, que Papá Noel cuando no está repartiendo juguetes es José García Sánchez, Pepín el de los abonos, para más señas.
Durante años he vivido en primera persona esta realidad, y nadie puede discutírmela, porque en las muchas horas de tertulia celebradas en su almacén, con calor o con frío, he vivido como os decía esa experiencia maravillosa de ver pasar a los críos y crías por allí y pararse a saludar a Pepín, a hablar y a juguetear con él, no sólo con cariño inmenso; con devoción, con los ojos llenos de una emoción enorme porque ellos saben, mucho mejor que nosotros los mayores, que a quien están saludando no es a Pepín, si no al mismísimo Papá Noel que pasa su día a día entre nosotros, todo lo discretamente que su físico inconfundible le permite.
Si no me creéis comprobarlo un día. No sólo lo saludan con cariño, respeto y emocionados, hemos de decir que también con mucho cuidado de no hacer trastadas, vaya que después llegue Nochebuena y se queden sin su regalo correspondiente. Y no lo digo por decir. En 15-16 años compartiendo muchas horas allí, no he visto a un solo niño o niña portarse mal en la Laponia bastetana. Ni un berrinche, ni una mala respuesta, ni tan siquiera travesuras en un espacio que se presta a ello. Es devoción real y sincera, y como decimos mucho cuidado de que Pepín no los vea hacer nada malo, por si las moscas.
Si a eso le sumas, que desde tiempos inmemoriales Pepín se presta a ser disfrazado de su verdadera identidad, lo que no deja de ser una magnífica broma, y lleva años representándose a sí mismo en la Guardería del Santo Ángel, pues para qué quieres más. Si hay algún peque que no se da cuenta por sí mismo de con quién está tratando, otros peques se lo cuentan… y todos lo saben…. Y si tienes menos de 35-40 años y miras dentro de ti en tus recuerdos… te darás cuenta de que tú también lo sabías, pero lo has olvidado porque las personas “mayores” no creemos en esas cosas… Rebusca, indaga, y lo encontrarás en tus recuerdos.
Tanto es así que también he asistido como varias generaciones de bastetanos y bastetanas también lo tratan con un respeto y cariño inmenso. Confían en él para contarle sus problemas, sus calentamientos de cabeza con el ayuntamiento, o con la vida en general. Y no es sólo, tan solo un poco, porque durante 8 años fuera concejal en el ayuntamiento. Es así porque es leal, confiable, y si puede ayudarte lo hace sin dudar, porque Papá Noel no sólo nos regala cosas en Nochebuena. Reparte lo que sabe a todo el que se lo requiere, porque eso es Pepín: dar, dar y más dar.
A mí me ha regalado muchísimo. Siempre, absolutamente siempre que lo he necesitado no solo para consultarle, sino para acompañarme incluso a donde no quiere ir nadie, ha estado a mi lado. Con su miajita de cabezonería, que la tiene, pero no dejándote solo nunca. Y no solo eso… cuando uno ha tendido a relajarse, a dejarse ir un poco en algunas temporadas porque todos somos humanos y no siempre estamos al 100%, él me ha dado el toque discretamente para que espabilara… Estoy enormemente agradecido con él, más por todo esto que por lo que, además, tiene a bien dejarme cada 24 de diciembre.
Así que ya lo saben, queda una semana para que llegue su gran noche, la única del año en la que Pepín puede ser él mismo… Así que si te lo cruzas por la calle salúdalo con cariño, deja que tu cabeza recuerde tus tiempos de niño y que se suba ese brillo y esa emoción a tus ojos. Es nuestro Pepín, sí, pero es Papá Noel… y eso son palabras mayores.
¡Buena semana!
