Por Juanra Gil van Gils.
Esta semana me vais a permitir que le escriba y os escriba sobre mi cuñá, que además de cuñá se portó conmigo (y creo que yo con ella) como una amiga, y que precisamente hoy hace dos meses que nos dejó y puso rumbo, estamos en casa prácticamente convencidos de ello, al infierno, tal como ella quería.
Sería muy fácil con la que está cayendo con el tema de los cribados del cáncer de mama y los consiguientes retrasos en el diagnóstico precoz de dicha enfermedad hacer una utilización interesada del asunto. No va a ser el caso, ya os dije que diría las cosas como las siento, y en este caso la atención fue en el 99% de los casos extraordinaria y nada tuvo que ver este asunto. Nos quedará, eso sí, la duda de si en sus revisiones le hubieran hecho TACs craneales las metástasis que desencadenaron el final hubieran podido ser tratadas llegando a tiempo. Pero los protocolos de actuación desaconsejan esos TACs de manera periódica en estos casos, y no sabemos si el resultado hubiera sido distinto. Tampoco hablaré de esto en el marco del Día Internacional del cáncer de mama. Simplemente, hace dos meses que partió, y la echamos de menos, te echamos de menos, te echo de menos.
Mi relación en serio con ella comenzó casi a la vez que llegó la maldita enfermedad, seis años atrás. Me encontré a una hermana de Lucía que endulzaba a ésta, ya que tenía aún más mala follá aunque eso pareciera imposible. Me encontré a una trabajadora seria, leal y comprometida, valorada por sus compañeros y compañeras y muy eficiente. Me encontré a una mujer que decidió en un nuevo giro ideológico que aquello de VOX le gustaba, y que de hecho se convirtió en la Coordinadora Local de dicha organización política, lo que nos ha traído no poca broma a ambos… E, inesperadamente, me encontré a una persona que decidió que no era solo la hermana de mi pareja, sino que iba a tener relación propia conmigo de cuñaos, y lo fuimos realmente durante todos estos años.
También era una persona cuyas decisiones vitales, su manera de vivir, no entendía ni compartía… Como comprobé rápidamente, no era el único, sino que dicha desazón e incomprensión hacia algunas de sus decisiones era compartida de manera unánime por toda la familia… Era el precio que Karo pagó por ser libre, insultantemente libre, y no plegarse a lo que se esperaba de ella. Ser radicalmente libre hace que a veces no te entienda nadie, que nadie pueda comprender tus decisiones… Pero ella lo llevaba con total normalidad.
En estos años fuimos reforzando esa relación cuñadil… Compartimos desde la “Fiesta de Despedida de la Teta” hasta el último aliento, con momentos duros de por medio. Pero también con optimismo y grandes risas ya que, por ejemplo, tenemos nuestros respectivos selfies tirando de ruedas de uno u otro, ya que ambos nos hemos visto ahí sentados, y ambos nos acompañamos y tiramos del otro cuándo hizo falta.
Puedo dar fe, y en estos años ha sido más que evidente, que era la mejor amiga de sus amigos, y que, con sus cosas como decía antes, porque como cariñosamente decíamos, era “mala y puta la joía”, siempre estaba para quién la necesitara, igual que todos, salvo alguna excepción que como en todo proceso de este tipo fuimos descubriendo, estuvimos para ella. No voy a hablar de lucha, de coraje, de todas esas términos tan manidos en estos menesteres… Pero, eso sí tengo que decirlo, la valentía le sobraba, y con ella llegó hasta el último momento.
Han pasado dos meses ya, Karo, y te añoramos. Tus padres están bien, como siempre, tirando del carro, tu hermana intentando llegar a todo lo que le da la vida, tus amigos preparando la barbacoa para tu cumple, tus hijos con tus padres como hace ya 14 años, no les falta de nada, de hecho el mes pasado nos los llevamos Lucía y yo a la playa un finde, y nos comimos un arroz como el de hace 4 meses. Pero te añoramos. Aunque discutíamos. Aunque no te entendíamos. Aunque tuvieras ese carácter tuyo y fueras tan mala. Te añoramos cada día, aunque estás en casa viendo Shameless con nosotros todas las noches.
Sólo pedir, para despedirnos, lo que ella pedía siempre… Que no se regatee ni un euro en investigación. Tan sencillo, tan poca cosa, tan importante como eso. Te añoramos, cuñá, dale de vez en cuando descanso a los compis del infierno.
A los demás, que espero sepan entender este “desahogo”, ¡buena semana!
